1. La protesta opositora desatada a partir del 12 de febrero tiene características evidentes de formar parte de un plan largamente construido y que esperaba por el momento propicio para comenzar a desarrollarse.
2. Esta primera etapa revela que cuerpos de inteligencia imperialista han entrenado por meses o años a una serie de dirigentes estudiantiles y juveniles para desarrollar acciones de violencia callejera en todo el país: les enseñaron habilidades en el combate de calle contra fuerzas policiales y militares: saben elaborar bombas molotov, saben conseguir en el entorno diferentes objetos contundentes que le sirvan en el combate, conocen a la perfección las calles de la ciudad respectiva y saben dónde trancar las principales avenidas y plazas, tienen equipos de apoyo para suministrarles cauchos, gasolina y otras cosas necesarias para obstruir el tránsito y agredir a la policía, igual tienen equipos para suministrarles hidratación y alimentos, lo que les permite estar hasta por más de 12 horas movilizados en las calles de la ciudad respectiva. Tienen además equipos de autodefensa y de ataque con armas cortas y largas, mostrados en algunas ciudades, pero que aún no generalizan en su actuación.
3. Se orquestó para esta primera etapa una serie de declaraciones públicas simultáneas de gobiernos y líderes políticos derechistas, de cantantes y artistas diversos, en toda Latinoamérica y en los propios Estados Unidos. Estas declaraciones comenzaron el mismo jueves 13 de febrero, demostrando que obedecen a un plan previamente concebido y que esperaba la orden para activarse.
4. De la misma forma, han aparecido rápidamente los rectores y demás autoridades de las universidades autónomas venezolanas, suspendiendo convenientemente las actividades académicas y declarando su respaldo, en algunos casos irrestricto, con la protesta “estudiantil” y rechazando la supuesta “represión” del gobierno bolivariano.
5. Es obvio que esto es sólo una primera etapa de un plan de mayor alcance. Su objetivo de mediano plazo es el derrocamiento del gobierno bolivariano, o de obligarlo a negociar sin condiciones con la derecha opositora para facilitar un reparto más descarado de la renta petrolera entre los distintos actores de la burguesía venezolana.
6. Este plan en desarrollo se une al plan de sabotaje económico desatado desde hace años y que desde 2012 viene colapsando el modelo productivo que intentó desarrollar el presidente Chávez. La profunda crisis económica existente hoy en Venezuela, con su alta inflación y enorme escasez de productos básicos, es el verdadero motor de la conspiración imperialista y amenaza la estabilidad y gobernabilidad de la revolución bolivariana.
7. Es probable que la continuidad de la campaña de violencia callejera que impulsa la derecha se comience a vincular en un futuro inmediato a la escasez de alimentos y a la inflación descontrolada que sufre hoy el país. Con el actual clima de violencia callejera se puede facilitar la promoción de estallidos sociales que se expresen inicialmente en el saqueo de supermercados. Si este paso logran generalizarlo, probablemente intentarían enrumbar las protestas contra los edificios públicos, como ocurre hoy en Ucrania, tratando de crear un ambiente parecido a una guerra civil. Pensamos que todavía la derecha no ha utilizado toda su capacidad movilizadora de cuerpos entrenados para la subversión callejera, por lo menos en ciudades como Maracaibo y Caracas. Los sacará a la calle cuando crea que puede pasar a una segunda etapa del plan conspirativo, en unas semanas o meses. Estas fuerzas son paramilitares entrenados para una eventual guerra civil, algunos de ellos colombianos pero también muchos venezolanos, que hoy habitan en los barrios de toda Venezuela, que se han estado formando y entrenando desde hace unos 10 años.
8. En ese marco, se facilitaría el escenario de la conspiración militar, tratando de derrocar a Maduro o de hacerlo renunciar, promoviendo un acuerdo entre sectores del alto mando chavista y grupos opositores partidarios del “pacifismo”, para que se imponga un gobierno de “unidad nacional” que significaría el fin de la revolución bolivariana y socialista iniciada por el presidente Chávez, y el inicio de un retroceso continuado en las conquistas sociales y políticas que impuso Chávez en sus 14 años de revolución. El no involucrar a una parte de la dirigencia opositora en las acciones violentas, se explicaría por medio de este “plan B” que espera una oportunidad para utilizar a estos dirigentes supuestamente “pacifistas” como actores en un “gran acuerdo nacional”.
· La alternativa revolucionaria que puede permitir la continuidad del proceso de cambios iniciado por Chávez desde 1999 está sencillamente en la radicalización profunda de la revolución bolivariana. La violencia callejera del fascismo opositor solo se puede contrarrestar con el pueblo bolivariano en la calle. Pero el pueblo no se va a movilizar para simplemente servir de carne de cañón ante la violencia fascista. El pueblo sólo se movilizará en el marco de un plan directo contra las bases del poder burgués que se han mantenido, lamentablemente, en estos 15 años de revolución.
· La inflación, la escasez, la inseguridad, son las tres patas del problema que está debilitando a la revolución. Golpear duramente a los responsables de esos tres problemas es la única salida que tiene el gobierno de Maduro si desea continuar en el camino revolucionario. Golpear a esos responsables de la crisis incluye, lamentablemente, deshacerse de personajes y grupos internos del chavismo dirigente que han participado junto con sectores políticos y empresariales en el sabotaje montado contra la revolución. Hay medidas que ya han sido propuestas: nacionalizar la banca; nacionalizar el comercio exterior; abrir los medios públicos al debate con las bases populares, abrir la gestión de gobierno a una dirección colectiva con las organizaciones de los obreros, campesinos, profesionales, estudiantes; aumento general de salarios en un 50 % por lo menos, acorde al índice de inflación; expropiar las empresas que se involucren en el sabotaje económico; destituir y detener a todo funcionario que se demuestre su participación en hechos de corrupción al frente del aparato económico estatal; publicar de una buena vez la lista de empresas que saquearon los 20 mil millones de dólares del Sitme y desenmascarar a los funcionarios que permitieron ese saqueo.
· La crisis no se va a resolver con la detención de algunos dirigentes de la derecha fascista. Si continúa el sabotaje económico y no se aborda con medidas contundentes y efectivas, en semanas o meses volverá una nueva conspiración a desplegarse en todo el país. El imperialismo ya tiene un plan en ejecución, y no se va a detener hasta su culminación, a menos que las acciones revolucionarias del gobierno bolivariano lo desactiven mediante la movilización general del pueblo y la ejecución de medidas radicales. La mesa está servida, y el gobierno de Nicolás Maduro tiene la palabra.
MOVILIZACIÓN INMEDIATA DE LOS MOVIMIENTOS SOCIALES PARA DEFENDER LAS CONQUISTAS DEL PROCESO, Y RECTIFICACIÓN DEL GOBIERNO PARA PODER DERROTAR A LA DERECHA FASCISTA.
¡ HASTA LA VICTORIA, SIEMPRE ¡ ! PATRIA O MUERTE, VENCEREMOS !
cruzcarrillo2001@yahoo.com
Esta nota ha sido leída aproximadamente 1520 veces.