La clave para desarticular la conspiración fascista del imperialismo es la movilización popular. Ya mucha gente lo ha repetido, incluyendo a muchos dirigentes del gobierno bolivariano. Pero por movilización popular no podemos entender nada más el movilizar a los empleados públicos cada dos o tres días, como lo viene haciendo el gobierno de Maduro.
Si la derecha mantiene una presencia permanente en las calles de las principales ciudades del país, pues la movilización del pueblo bolivariano debe ser permanente, ocupando las calles, plazas y avenidas en toda la nación. Y ese pueblo a movilizar son los movimientos populares, las comunas, los consejos comunales, los consejos de trabajadores, los sindicatos obreros y campesinos, organizaciones culturales, etc.
Por ejemplo, ahora en Maracaibo tenemos una confusión pues el gobernador Arias le devolvió ayer viernes 21 de febrero a los estudiantes fascistas la plaza República, luego de haberla desalojado el jueves en la mañana. ¿Cuál era la salida en ese caso? Creemos que la jugada de Arias ha sido equivocada. En vez de devolverle la plaza a los conspiradores, se debió promover que ésta fuera tomada por los Consejos Comunales y Comunas de Maracaibo, y que se queden día y noche en ese y otros espacios citadinos por el tiempo que sea necesario (semanas o meses), hasta que sea derrotado completamente este plan conspirativo en pleno desarrollo.
Ahora es el momento para que el ministro de comunas, Reinaldo Iturriza, demuestre que esas varias centenas de comunas que afirma existen en todo el país (1150 comunas según el censo realizado en 2013 por el propio ministerio que dirige, y 544 según el propio Iturriza), se movilicen en bloque para defender esta revolución. Tal como ha respondido a críticas recientes que afirmaban que las comunas censadas por el gobierno son clientelares y tarifadas, que supuestamente no representan un verdadero empoderamiento popular, pues ahora que la patria está en peligro es el momento de ordenar que las comunas ocupen territorialmente espacios de poder en las principales ciudades del país y demostrar la efectividad del trabajo que vienen haciendo desde el ministerio de comunas.
Otro tanto hay que promover en el movimiento de trabajadores. La Central Bolivariana Socialista debe tomar las calles de forma permanente, debe organizar y movilizar las milicias obreras que se han conformado en los últimos años, y proteger las instalaciones de Corpoelec, Cantv, Pdvsa y todo el resto de empresas estatales que está sufriendo los ataques de las hordas fascistas. En el Zulia, la CBST es dirigida precisamente por trabajadores petroleros. Esta central bolivariana debe movilizar con urgencia a los trabajadores petroleros, de electricidad, de carbones, petroquímicos y demás empresas públicas para recuperar con su presencia permanente las calles de Maracaibo y detener el clima de ingobernabilidad que se ha desatado desde hace meses en esta ciudad.
El ministerio del Trabajo tiene una alta responsabilidad en esta situación de emergencia que vive el país. Los continuos y permanentes bloqueos de calles atentan directamente contra el derecho al trabajo, pues impiden a las y los trabajadores el desplazarse a sus respectivos sitios de labor, impiden igualmente realizar su trabajo a los transportistas (carritos por puesto, buses y microbuses), y favorecen el cierre de numerosos comercios y empresas en el ámbito de la ciudad. El mintrabajo debe movilizar su personal y denunciar todos los obstáculos que hoy impiden que se cumpla el derecho al trabajo consagrado constitucionalmente.
El pueblo bolivariano debe ocupar las calles de forma permanente, para combatir en su propio terreno la estrategia desestabilizadora que viene ejecutando el fascismo. El plan de la derecha es crear un clima de ingobernabilidad absoluta, ejecutando de forma permanente cortes de calles y avenidas, ocupaciones de plazas, ataques a edificios públicos, y asesinatos selectivos de activistas populares de uno y otro bando. En los recientes sucesos de Ucrania podemos visualizar similitudes con la estrategia que aplican en Venezuela.
Con la pura represión no se va a detener ni derrotar el plan del fascismo. Respaldamos y creemos necesario detener a Leopoldo López y tal vez a otros de líderes de la conspiración desestabilizadora. Pero eso no basta ni puede ser la estrategia principal. Mientras haya más represión por parte del gobierno, mayor presión internacional habrá contra el gobierno. Ya lo estamos viendo en esta última semana. El plan del fascismo hay que combatirlo en su propio terreno, con el pueblo en la calle, movilizado de forma permanente, por el tiempo que sea necesario.
El plan de la derecha fascista parece que no es promover un golpe militar encabezado por oficiales opositores (que aparentemente no existen o tienen muy poca influencia en las fuerzas armadas venezolanas). Su estrategia es profundizar la ingobernabilidad mediante la ocupación permanente de las calles y espacios públicos, hasta propiciar que sectores dentro del propio chavismo (sectores derechistas encubiertos dentro del chavismo gobernante) le pidan la renuncia a Maduro y promuevan un “gobierno de unidad nacional” en alianza con esa supuesta “derecha no violenta”.
El programa de gobierno de esa “unidad nacional” entre la derecha chavista y la derecha opositora no violenta sería el desconocimiento del Plan de la Patria de Chávez, el abandono de la perspectiva socialista, la negación de la democracia participativa y protagónica, e imponer un gobierno de corte socialdemócrata que sirva de transición para que los representantes del imperialismo estadounidense y del capitalismo financiero global recuperen totalmente el poder en Venezuela.
El fascismo sabe que sólo el pueblo en la calle puede derrotarlo, como lo derrotó el 13 de abril de 2002 y como lo derrotó en la huelga petrolera. Por eso vemos su énfasis en la exigencia de desarme contra los supuestos “colectivos armados bolivarianos”. Con esta acusación, la derecha intenta impedir que el pueblo se movilice. Cualquier movilización de los movimientos populares la van a asociar a esos inventados “colectivos armados”. Si las comunas y demás organizaciones del poder popular salen a ocupar las calles, la derecha va a decir que son los “colectivos armados” para presionar al gobierno y hacer que las comunas se desmovilicen.
En este momento, quienes dentro del gobierno bolivariano se hagan eco de esa exigencia del fascismo y presionen internamente para que se “desarme a los colectivos” y para que estos no se movilicen, son muy probablemente agentes encubiertos del enemigo imperialista que tratan desde dentro de contribuir a que se cumpla el objetivo fascista de desmovilizar al pueblo bolivariano.
Ni los colectivos populares están armados, ni se debe aceptar el chantaje fascista de no movilizar al poder popular. Hay que tomar la calle, hay que recuperar los espacios públicos que hoy están en manos de los fascistas. Por supuesto, esta movilización del pueblo bolivariano debe contar con la protección de los cuerpos policiales y militares, para evitar las agresiones fascistas que ellos están dispuestos a provocar.
Hay que salir a la calle, y quedarse en la calle. Hay que quitarle las calles al fascismo. Sólo con esa estrategia se puede salvar la revolución.
! SÓLO EL PUEBLO SALVA AL PUEBLO ¡
¡ MOVILIZACIÓN DEL PODER POPULAR PARA DEFENDER LA REVOLUCIÓN !
¡ HASTA LA VICTORIA, SIEMPRE !
¡ PATRIA O MUERTE, VENCEREMOS !
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