La Mesa de la Unidad Democrática -MUD- se constituyó en enero del 2008 con el propósito de frenar los cambios y destruir la Revolución Bolivariana hasta restaurar el agotado modelo neoliberal. Es una amalgama de intereses políticos y económicos superpuestos, sin coherencia ideológica, que no interpreta la realidad del país. Nunca han presentado una propuesta de gobierno. Cabalgaron sobre un doble discurso sin éxito electoral hasta que las contradicciones internas condujeron a su inevitable implosión política.
En junio de 2009 la MUD anuncia su reestructuración para abrir un espacio de participación a la sociedad civil. Nombran comisiones internas de trabajo. Partidos y organizaciones políticas suscriben el documento “Acuerdo de Unidad Nacional” que refleja una vigorosa incoherencia ideológica con apego a lineamientos y apoyo financiero foráneo. La MUD se presenta como una pervertida alianza política al servicio de la injerencia norteamericana.
El “Acuerdo de Unidad Nacional” contempla 10 puntos de generalidades y banalidades, con un matiz derechista, donde lo único importante es el reconocimiento a la Constitución Bolivariana. De allí en adelante la oposición naufraga en sus contradicciones. En 2010 intentaron presentar unas líneas programáticas y terminaron asfixiados por su incapacidad. Tratando de oxigenar su discurso comenzaron a hablar de fortalecimiento del sistema venezolano de derechos humanos, defensa de la Soberanía Nacional y lucha por el bienestar de los venezolanos como objetivos que contradicen una convocatoria a la violencia que provoca muertes, quema de universidades, bibliotecas y centros de salud matizados con su indecorosa súplica por la injerencia extranjera en Venezuela. Penoso papel, desde la OEA, contra la Soberanía Nacional. ¿Será eso parte del Acuerdo de Unidad Nacional?
A partir del 2012, en la MUD se acentuó la política zigzagueante y ausencia de propuestas para el país. En febrero de ese año realizaron elecciones internas para escoger candidatos que terminaron en denuncias de fraude y zancadillas de baja ralea. Ese año CAPriles recibió una contundente derrota electoral aunque logró que Primero Justicia se posicionara, electoralmente, por encima de los partidos tradicionales. En diciembre de ese mismo año la MUD obtuvo su segunda derrota cuando el chavismo ganó 20 gobernaciones. En abril de 2013, ante unas elecciones sobrevenidas, CAPriles recibió una segunda derrota. Desconoció los resultados e irresponsablemente convocó a la violencia y provocó la muerte de 15 venezolanos. En diciembre de 2014 el chavismo logró una contundente victoria en las elecciones municipales conquistando 255 alcaldías (76%). Fue la cuarta derrota que sufrió la MUD en 2 años. Ante esta realidad política la orientación norteamericana fue desechar el camino electoral como vía para derrotar la Revolución Bolivariana y acentuar la “guerra económica” y el “plan salida” con su carga de violencia, consignas banales, acciones neofascistas y una ofensiva mediática como estratagema no convencional conocida como “Guerra de IV Generación.
El “plan salida” perdió eco internacional. El senado norteamericano busca nuevos vericuetos. Metieron al país en una espiral de violencia, muertes y destrucción. Quema de universidades y centros de salud. Se ganaron el rechazo colectivo. El “plan salida” fracasó. El doble discurso de la MUD perdió su carácter complementario y se evidenció su responsabilidad en los hechos. La ambigüedad los dejo sin dirección política.
La implosión política de la MUD es indetenible. Leopoldo López está preso. María Machado a punto de ser enjuiciada. Tratando de destituir a Maduro, destituyeron dos de sus alcaldes y 4 más esperan turno. Sus diputados iniciaron un reacomodo que incluye “salto de talanquera”. CAPriles y Ledezma perdieron autoridad y Ramón Guillermo Aveledo se diluye en contradicciones. AD y UNT preparan su venganza contra los “lechuguinos”. La implosión luce impostergable.
A la Revolución Bolivariana le corresponde atender sus urgencias. Profundizar el diálogo nacional, un plan alimentario de emergencia para derrotar la escasez y las colas y, por qué no, repensar la política cambiaria y fiscal…