Desde que el comandante Chavez decidió entregarle el testigo a Nicolás Maduro de la conducción de la nave del país, se despertaron las pasiones tanto en la oposición como en los grupos que hacen vida dentro del proceso. Y no era para menos, pues cuando Chávez sentencio y dijo todos somos chavez, todos nos creímos con el mismo derecho de ser herederos de su legado y el espacio que el ocupaba en Miraflores.
El tema es que allí hay solo un espacio para tantos aspirantes.
En la derecha donde se observa una desbocada obsesión de poder ,lo que trajo la desaparición física del Comandante supremo, fue una guerra fratricida en la que la SALIDA es destruirse uno con el otro, toda vez que cada quien se creía con derecho a coger mango bajito y se desato la furia presidencial entre los potenciales candidatos de la derecha, por una parte la MACHADO se lanzo pelándole las rodillas a BUSH, EL LEOPOLDO arrodillándose a URIBE y el CAPRILES, sobándole la barriga a OBAMA, en esa guerrita intestina el que sobreviva será el candidato de la trilogía del mal GUARIMBA-TERRRORISMO Y ESPECULACION.
En consecuencia como ninguno de ellos quiere dejarse sacar ventajas por el otro, cada quien quiere demostrar quién es más malo con el pueblo, de allí tenemos que CAPRILES llama a sus huestes a descargar sus arrechera matando gente, el LEOPOLDO a incendiar el país, y LA MACHADO a no abandonar las calles con las guarimbas y el terrorismo. Como ninguno de ellos será presidente de Venezuela, no le importa un carajo al mejor estilo de ATILA acabar con el país, caotizarlo, destruirlo antes de que MADURO levante vuelo.
Como todo todos los burgueses, egoístas, miserables, prepotentes, soberbios, caprichosos y despiadados, esos tres jinetes del apocalipsis, se la tienen jurada a NICOLAS, si esa silla no es para nosotros, cada quien por su lado, entonces que se joda el país, para que tu tampoco puedas disfrutarla.
Por el lado del proceso la procesión va por dentro, cuantos no hubiesen querido ser el elegido por Chávez para sustituirlo, pero no fue así y se decidió por el obrero Nicolás que de entrada tenía el signo opuesto de los candidatos de la derecha en cuanto a clase social, rango económico y abolengo.
En el terreno interno muchas veces se observan decisiones que adopta el Presidente, en materia de enroque en los cargos, que parecieran provenir de acciones instrumentadas por quienes no quieren que MADURO levante vuelo.
Me da la impresión que no lo dejan aprovechar la oportunidad que le brinda la coyuntura política que vive el país, para configurar una estructura de gobierno que le ayude a despegar las grandes ideas que anuncia.
Ideas que lucen apropiadas para enfrentar la guerra económica, el accionar conspirativo de la derecha, pero siempre arrancan con el mismo plomo en las alas, retardo en la ejecución, mucha declarativas de sus colaboradores pero poca acciones en lo concreto, que por lo menos le den la sensación al pueblo que vamos al ritmo que el presidente quiere.
No se observan los avances en la pregonada lucha contra la corrupción y en materia de producción nacional, que de alguna manera le quitarían de la boca argumentos a la oposición para hablar pendejadas sobre ineficacia y falta de voluntad política para resolver los problemas sociales en los cuales esa oposición bobalicona tiene mucha responsabilidad.
En materia de inseguridad mucho despliegue, mucho esfuerzo del Ministro Rodríguez Torres, pero no se ve el acompañamiento real y efectivo para atacar las causas de la delincuencia juvenil, madre de los niveles de inseguridad que siguen preocupando a los venezolanos.
El día que el cálculo politiquero no esté presente en el accionar de los actores políticos, que al mejor estilo de la cuarta republica Vivian de la zancadilla, del quítate tu pa ponerme yo, sin importarle para nada los malestares del pueblo, decir que vale tanto para los opositores como para los que militamos en el proceso, ese día Venezuela encontrara la vía para despegar viento en popa hacia su progreso y establecimiento de un modo de hacer política, donde no haya que estar poniéndole plomo en las alas a un presidente para que no levante vuelo.