Muchos juegos de la infancia tenían un comodín que se expresaba con la palabra taima. Cuando uno estaba a punto de ser atrapado, gritaba ¡taima! Y era como entrar a un refugio donde nadie nos podía tocar. Era una especie de convención o de regla no escrita pero que todos respetaban porque en algún momento se iba a necesitar. Les confieso que desconozco el origen de esa palabra, que también la escuché como taime, lo que la acerca a la palabra inglesa time, por su pronunciación y que significa tiempo. Es posible que venga de allí, porque lo que uno pedía era tiempo para recuperarse y seguir en el juego sin dejarse atrapar.
Esos tiempos infantiles hace mucho, pero mucho que quedaron atrás. Sin embargo, en nuestra vida de adultos muchas veces pedimos taima para poder enderezar algo o para buscarle una salida fácil a cualquier situación. Y ocurre muy claramente con la oposición terrorista y sus acciones violentas. A casi cuatro meses del golpe permanente contra las instituciones democráticas del país, la llamada mesa de la unidad pide taima. Taima para seguir delinquiendo, taima para sus presos, taima para buscar otras estrategias de derrocamiento.
Después de más de cien días calentando las calles y desconociendo a la autoridad, pretenden sus dirigentes y sus borregos que la ley no se les aplique. Piden impunidad para sus delitos. Nadie fue, el único responsable de esta situación es Nicolás y su terquedad de no renunciar. María Machado y Leopoldo no quieren más al presidente y patalean y chillan para que se vaya de Miraflores y cuando la policía los persigue, se detienen y gritan taima. Aquí no ha pasado nada. Comencemos de nuevo el juego pero me das ventaja.
Pero la autoridad alcanzó primero a Lepoldito antes que gritara taima y lo apresaron. Después de tocado no se vale taima, eso perdiste, y esa regla hay que respetarla si queremos seguir jugando. Pero así no se vale dice Leopoldo, y alega que como niño rico del barrio, los pata en el suelo no tienen potestad para detenerlo. Y se lo llevan mientras grita I will come back.
Mientras, aquí y en Miami, la desesperación porque Maduro no cae a pesar de que el papel toilette y las baterías para carro han desaparecido de los anaqueles y las colas cada vez son más largas al igual que los acaparadores, revendedores y vivarachos que pescan en río revuelto, los ha llevado a planificar el magnicidio. Con este hombre lo que queda es darle matarile lilerón y hacer que la revolución pida taima otra vez, porque en la pasada mesa de diálogo no dieron el brazo a torcer. Y se contaron los planes por correo electrónico. Pero como dicen, entre cielo y tierra no hay nada oculto, el plan se develó.
Y ante tantas evidencias y con las manos de la justicia casi sobre ellos, piden ¡taima! Otra vez, pero con las frasecitas yo no fui; pepsicola gratitud, el del peo fuiste tú, tin marín de dos pingüé, cúcala mácara titire fue y así el juego seguirá hasta que él que se canse, pierda
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