Casi lagrimeo esta mañana, cuando el nuevo secretario de la MUD, le contaba a Carlos Croes por Televen, pasajes de su niñez. El más descriptivo fue cuando él le pidió a su madre que le diera de comida y ella lo entretenía con cuentos y vasos de agua, ante su insistencia vio como ella se echó a llorar. Después entendió que ese llanto era porque no tenía nada que darle de comer. Más dramático y me muero, como ahora dicen los muchachos.
Chuo contó sobre los barrios en los cuales le toco vivir en su niñez y adolescencia, sobre sus sufrimientos y vicisitudes con su familia. Yo lo oí con toda atención y pasaron por mi mente recuerdos de esa época triste que vivimos la gran mayoría de la gente pobre que en los cerros de Caracas y Petare crecimos y sobrevivimos, debido a la escasez de servicios públicos y alimentos. Esos fueron tiempos de la IV República, los cuales no queremos que les toque vivir nuevamente a nuestros hijos y nietos.
Es verdad, en esa época no hacíamos colas para comprar pollos, papel toalet, mayonesa, carnes de primera, perniles ni harina pan. Esos eran artículos que solo estaban al alcance de las clases medias y altas que podían comprarlos en los Supermercados de la época. Nosotros, mi familia, cuando yo comencé a trabajar y ganaba Bs. 30 a la semana íbamos a comprar alimentos los sábados, al mercado libre con Bs. 50,oo. Mi mamá compraba un pollito vivo que sacrificaba para comer el mismo día y en forma mágica lo hacía alcanzar para todo el grupo que éramos de seis. Tres Kg. de caraotas, tres kg. de arroz, dos kg. de espaguetis, medio litro de aceite, ¼ Kg. de café, la verdura y los huesos para la sopa del domingo. Ocho plátanos por un bolívar y dos Kg. de azúcar completaban el mercado semanal y cuando se podía también se llevaba unos tres Kg. de viseras de ganado que muchas veces lo carniceros regalaban a la gente.
Toda la semana comíamos arroz con caraotas y plátano verde. En la mañana guarapo con pan duro y en la cena, la mayor de las veces lo mismo. Todos mis hermanos crecimos y estudiamos hasta donde nuestra vieja pudo,: yo llegué al sexto grado a los 15 años y mis otros hermanos llegaron a tercer grado. Cuento todo esto, para decirle a Chuo, que a nosotros los pobres de esta tierra, no nos va a cortar con esa hojilla de cartón. Nosotros conocemos la miseria y sabemos que nunca hemos tenido más esperanzas de salir de ella que ahora. Pisos de tierra, dormir en esteras, alpargatas por zapatos, piojos en la cabeza, lagañas en los ojos y mocos en las narices no nos son ajenas. No nos venga a decir que los que nos tuvieron así, ahora van a cambiar y nos van a dar lo que históricamente nos quitaron.
Nosotros sabemos que con los chavistas nuevos ricos nos puede ir mal y que muchos de ellos adquirieron las mañas de los que antes tenían el poder, pero estamos completamente seguros que, peor nos va a ir, si los que mandaban antes retoman el poder. Por eso no le extrañe antiguo camarada Chuo, que sigamos apoyando a la que consideramos gente nuestra; gran parte de ella salida de nuestras entrañas.
Así es amigo Chuo, que si usted cree que nos va a convencer con su demagógico discurso, por venir de nuestras filas, se peló. A nosotros nos vacunó el Comandante y ya sabemos quiénes son nuestros verdaderos enemigos de clase. También intuimos cuál es el destino que a usted le espera, cuando ya no les sirva a los intereses de sus amos. Le agradecemos su interés en ayudarnos ante lo que nos está pasando, pero por ahora no podemos correr el riego de aceptarla.
Desde la época de la independencia hemos tenido la experiencia de apoyar a nuestros enemigos de clase, creyendo en sus bondades y capacidades, pero hemos aprendido la lección; los nuestros aunque se equivoquen y desvíen son nuestros y cuando haya que castigarlos será con nuestros látigos y no con el de ustedes.
Si algo aprendimos del Comandante fue el uso de refranes para describir una situación coyuntural: “la mona, aunque se vista de seda, mona se queda”.
A los 19 meses de la partida de nuestro Comandante eterno.
Chávez Vive, la patria sigue.