El consejo de un liberal socialista anti-chavista

Se plantea un antichavista como Ochoa Antich, Enrique que el gobierno enfrenta un dilema: “escoger entre delirios o, digamos dogmas ideológicos y el pragmatismo (…)entre los fantasmas del pasado o pacto o nuevo consenso por el país”. Pone como ejemplo la opción que le agrada para que sirva de ejemplo al gobierno de Maduro: “Allí está Mao presidiendo con su mirada de Gran Timonel la plaza Tien An Men en Beijing, mientras sus herederos, con pragmatismo envidiable y para beneficio de su pueblo, protagonizan no la revolución cultural de hace casi medio siglo, sino el más descollante (y capitalista) éxito económico de los últimos cien o doscientos años”. (Ochoa A. Enrique, en “El dilema chavista”, 25-10-2014, en Analitica.com, http://analitica.com/author/eochoaantich/). Que bueno que le pone como ejemplo China, solo que le hace ver la parte del capitalismo en China, pero no como los chinos se embolsillan al capitalismo, lo ponen a trabajar para su país, a respetar las leyes y sobre todo a trabajar para el socialismo, para potenciar las fuerzas productivas. Eso por supuesto lo desconoce o peor ni siquiera sabe que ocurre con el capitalismo en China, me refiero con las empresas.

Como se aprecia, la opción pragmática, en pro de la defensa del capitalismo es su peor recomendación, y se trata de un ex socialista arrepentido que recuerda su pasado, cuando dice “Recuerdo que en diciembre de 1994, Gustavo Márquez y yo, Presidente y Secretario General del MAS (cuando todavía ese partido valía la pena) respectivamente,…”, mejor dicho ahora no vale la pena, el MAS, como si en el pasado hubiera valido la pena, cuando ni siquiera como reformistas pudieron plantear un proyecto de poder independiente de país. Pero ahora cambio, ahora se enrumbó por otros caminos, del socialismo al capitalismo, una regresión social y política que desmerita su condición de luchador.

Supone alegrarse del “éxito capitalista en China”, como no conoce la sociedad china, entonces cree que China, se enrumbó al capitalismo pragmático, renunciando a su otrora ideal socialista, si es que realmente lo fue, pero no, en el pasado a lo mejor estaba preso como dice de “delirios, de domas ideológicos” de un socialismo no marxista, ni leninista, un socialismo aéreo, de esos que llaman socialdemócratas, como así se confiesa hoy, “Me tengo por socialista democrático, socialdemócrata, liberal socialista, como se quiera definir un modo de pensar y de actuar que cree en la democracia directa no como sustituta sino como desarrollo más bien de la democracia representativa con la que coexiste, que opta por una combinación entre mercado y Estado”. Lo de mercado y Estado se acepta, solo que social y demócrata es una verdadera confusión ideológica, como si la democracia no fuese social, socialista, las palabras sobran, todo para diferenciarse de que no es socialista, sino socialdemócrata, mejor término medio, indeciso, ni lo uno ni lo otro, sino todo lo contrario al socialismo para tener mejor definición.

Fíjese bien el lector, un socialista democrático que defiende mercado y Estado, pero eso sí, no la democracia participativa, eso es “muy radical”, prefiere la democracia directa, de “la democracia representativa”, pero rechaza a lo mejor la democracia protagonista del pueblo, -lo deja sin curul, opta por la democracia liberal, esa donde el pueblo no tiene participación social, “un modo de pensar” antipopular, que secuestra como diría Aquiles Nazoa, “los poderes creadores del pueblo”, que se le va hacer, así son los extraños liberales socialistas, los socialdemócratas, asustados por el pasado del fantasma del comunismo, huyen del futuro, conciben el pensamiento socialista “…como una profundización y trascendencia del pensamiento liberal y no como su negación”.

Craso error; el pensamiento socialista en si no es continuación del pensamiento liberal, es una ruptura con el pensamiento liberal, sobre todo en materia de desarrollo de la democracia, mientras que los socialdemócratas creen en la democracia representativa y la reforma, el socialismo creen en la democracia popular, la originaria, en revolución, los caminos del pueblo hacia la democratización, en la renuncia del capitalismo explotador. Entonces procurando coquetear con el chavismo en su dilema, le señala que “Nadie le pide al chavismo que abandone para nada sus creencias políticas, la ética socialista como opción por los más pobres, sus vínculos internacionales inclusive. Mucho menos que repugnen de la admiración y lealtad que siente para con la memoria de Hugo Chávez”, pero si le pide al chavismo que decida, “Tomar medidas que no pueden esperar en el plano de lo económico ha de tener un costo, social y político, ¿qué duda cabe? Pero no tomarlas tiene un costo mayor (ya lo está teniendo). ¿Cuáles medidas y sus costos?

Como no se atreve a dar la cara directamente, en decirle al pueblo de frente “Las Medidas” antipopulares, recurre al ejemplo histórico: “Recuerdo que en diciembre de 1994, Gustavo Márquez y yo, Presidente y Secretario General del MAS (cuando todavía ese partido valía la pena) respectivamente, le llevamos por escrito al Presidente Caldera a su despacho una propuesta: convocar una Asamblea Constituyente para impulsar por un lado la reforma política y por el otro aplicar un plan de reforma económica (liberación del control de cambio, aumento en el precio de los combustibles, etc.). “Sea el primer Presidente de la nueva Venezuela y no el último de la vieja”, le dije yo en algún discurso. Caldera se negó entonces, y su gobierno agonizó hasta mediados de 1996 cuando Petkoff consiguió articular un programa que lo sacó a flote sólo que a un costo social y político mucho más elevado que el que hubiese sido necesario dos años antes. Tanto así que ese gobierno fue el primero de toda nuestra historia democrática que no pudo ser actor electoral alguno antes de dejar el poder”. Así pues, Petkoff con su “Agenda Venezuela”, expuso al país a un costo social y político elevado, ¡eso le costó, la presidencia de la República!. Vaya consejo, amigo así, se está claro quine es tu enemigos.

En pocas palabras le señala a los chavistas y en particular al gobierno que se quede con su discurso moralizante, “la ética socialista”, total ello no cambia la economía, las relaciones sociales de producción, menos que renuncie el pueblo al “delirio” con Chávez, que eso no tiene importancia, pero eso si, las medidas como “Asamblea constituyente para una reforma política, plan de reforma económica, liberación de control de cambio, aumento de precios de los combustibles”, y todo para qué, a sabiendas del costo social y político, --destruir el chavismo, para que este deje de ser actor electoral--, deje el poder, ese es el consejo de un liberal socialista, un viraje al capitalismo, procurando un nuevo pacto antichavista, un acuerdo socialdemócrata, es decir, “por una combinación entre mercado y Estado de modo de nunca afectar la creación de abundante riqueza que permita relaciones socialistas de producción, que rechaza todo imperialismo (comenzando por el estadounidense)”, cabe la pregunta ¿si el capitalismo rechaza todo imperialismo, comenzando por el estadounidense?.

No hay duda, los socialdemócrata se engañan a sí mismos, creen que el pueblo no ha madurado, no miden los cambios políticos desde que Chávez impulsó la democracia participativa, creen que con la reforma, la constituyente, el pueblo renunciara al protagonismo, a la Constitución que libérrimamente se dio, siga suspirando con sus consejo antich-avista, siga esperando que Venezuela cambió para siempre, por eso no volverán.



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Alexander Kórdan Acosta R.

Economista. Magíster en Gerencia de Servicios Administrativos. Doctor en Ciencias Estratégicas para el Desarrollo. Profesor de la Universidad Bolivariana de Venezuela (UBV). Instructor de Cooperativismo Comunitario.

 kordankovki@gmail.com

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