Las permanentes labores conspirativas del imperio estadounidense y sus lacayos en Venezuela, contra la Patria y la Revolución Bolivariana ya no sorprenden en signos ni acciones. Lo que sí es cada vez más seguro es que sus planes, cuidadosamente orquestados, incluyen lecciones de adoctrinamiento, imbecibilización y fanatización que les robotiza y les conduce a odiar sin medida, a discriminar sin piedad y a ser capaces de contribuir con la “limpieza étnica” del país.
Esta vez tuve que atravesar caminando, la plaza Francia, en Altamira. Llevaba varias semanas sin hacerlo. El impacto que recibí, al salir de la estación del Metro que desemboca justo dentro de la mencionada plaza, con dirección al Guaraira Repano, fue de estar ingresando a un cementerio. Un pabellón tricolor anacrónico, con siete estrellas y desteñido, tapa la visión hacia el horizonte que está en el norte geográfico. Las escenográficas “tumbas” exhiben rostros de los muertos que ellos mismos asesinaron, luego de sus microdantescos espectáculos desplegados por el país, desde el pasado 12 de febrero de este mismo año.
Cuatro o cinco adolescentes rezaban improperios en el escenario, levantado como amenaza de nuevas acciones para “salir de Maduro” y acabar de una vez por todas con el chavismo. Mis desplazamientos a distintas horas de ese mismo día, por la línea uno del Metro de Caracas, corroboraban ante mis ojos y oídos que algo extraño pasa con la reaparición masiva de pedigüeños y autoexcluidos que manejan un mismo discurso de “caos” y país en “derrumbe”.
Una publicidad nada convencional, transmite el mismo mensaje que fuera del país se escucha y ve por las cadenas CNN o Fox: “el país se está cayendo a pedazos y a Maduro le queda poco tiempo en el poder”. Es, una vez más, inventar la noticia, con la ilusión (y el ilusionismo, porque es casi un acto de prestidigitación) de que se convierta en realidad y se les cumplan sus deseos.
En artículos anteriores he venido insistiendo con estos temas, incluyendo ejemplos de acciones terroristas de la magnitud de los asesinatos a mansalva, ejecutados por mercenarios pagados por el narcotráfico uribista, contra los camaradas Otaiza, Serra y Herrera.
Esta vez me detengo en el escenario de Altamira, que nuestras autoridades de orden público no deberían permitir que de nuevo se desplegaran, con sus secuelas de perturbación y agresiones contra vecinos y transeúntes.
A ese cuadro le añado el de las reclutas y adoctrinamientos que se hacen en los espacios donde está la Universidad Metropolitana, por parte de una fundación conocida como Funda Líderes y su programa Liv, con un entrenamiento-adoctrinamiento, denominado “Descubriéndome”, bajo la coordinación de Mauricio Zambrano y la supervisión del triste tigre Eduardo Fernández.
Nuevos alertas. Nuevos o repetidos hechos. El fascismo no se detiene en sus propósitos de establecerse en nuestro país, luego de realizar el exterminio o la “limpieza étnica” de esa, por ellos considerada, “raza perversa denominada chavismo”. De nuestra parte, el llamado a desmantelarlos. Al no pasarán. ¡Viviremos y venceremos!