La pandemia sicológica sobre una conmoción nacional está a flor de piel y en la mente de los escuálidos y de los aprovechavistas, la locura ha llegado a niveles de casos clínicos. Uno oye en la calle, que “de febrero no pasa que se produzcan saqueos a establecimientos comerciales y asaltos a grandes cadenas industriales”, aun cuando ese deseo lo padecieron los dueños de Farmatodo en Maracaibo, sin olvidar los actos vandálicos que se han escenificado en la Universidad Experimental del Táchira, a inicio de esta semana; los medios de comunicación -nacionales e internacionales- dan cobertura única y exclusivamente a las kilométricas colas para adquirir pañales, leche en polvo, jabón de baño o cualquier otro producto regulado, nota periodística aderezada con entrevistas a Capriles Radonski, quien asegura que “él también se ve afectado por la falta de papel tualet o leche maternizada”.
La gente decente y pensante de este país, parafraseando a Los Roberto, en especial los que hacen vida política, esperan que la chusma de los barrios se alce y se ponga violenta, para decir que el “chavismo se acabó”; CNN ha hecho transmisiones desde estados como Yaracuy, Zulia, Caracas y Barinas para mostrar que tanto en regiones abiertamente chavistas como en las que no, el descontento es parejo. Las televisoras nacionales por su parte, vinculan la retórica de los candidatos opositores entre la escasez y sus aspiraciones a ser diputados a la Asamblea Nacional, todo el programa de desestabilización se está cumpliendo a cabalidad, al son de dos notas discordantes: el llamado a paro -realizado, según la derecha, por el Gobierno revolucionario y por el ofrecimiento de mi presidente Nicolás Maduro, a Catar de importar alimentos; como podemos ver, no hay elementos sueltos o situaciones incongruentes en el andamiaje -armado por la oposición- en el que se balancea un estallido social. Aún falta decidir para cuándo y cuánto será el aumento de la gasolina, como también falta establecer los mecanismos para agilizar o dinamizar el Centro Nacional de Comercio Exterior, Cencoex, sin obviar que la jerarquía eclesiástica en nombre de la Santa Madre Iglesia, tomada de la mano de la cúpula empresarial, Fecamaras, hacen lo propio para desfilar antes los medios y desinflar el sentir patrio, al amor al prójimo y el presupuesto familiar.
Todo esta vaina, me hace recordar a los profetas del desastre, quienes siendo gobierno de la época cuartarrepublicana, nunca creyeron en el pueblo heroico de Bolívar, como ocurre hoy en día, la diferencia es que esos mismos iluminados no han entendido que Chávez no murió en vano, dejó un legado, dejó a su hijo al frente de la patria y nos enseñó el amor por Venezuela.