Tal vez el presidente obrero, Nicolás Maduro, iba a gobernar mal, pero ¿cómo se sabe?, si desde que asumió el poder ha sido víctima de un vendaval de hechos violentos que a dos años de su mandato siguen sin amainar. Tan pronto el CNE suministró el boletín electora que le dio el triunfo, fue recibido por el llamado de arrechera del candidato de la derrota, Henrique Capriles Rasdonski, y desde entonces no lo han dejado llevar a cabo su gestión de la manera que lo exige y requiere el país; lo atacan en todos los terrenos con acciones criminales que sólo puede superar un guerrero del amor y la paz como él, que tiene al Gigante Chávez y al pueblo revolucionario atravesado en el alma.
Después vino el otro infeliz llamado de María Corina Machado y Leopoldo López, en el que se entró en una sangrienta guarimba de destrucción y muerte, mientras que los sediciosos le preguntaban con pasmoso caradurismo qué había ocurrido con el gobierno de calle que prometió tan pronto asumió el poder. ¿Si no le dan chance cómo lo hace? Eso es como amarrarle una mano a Pacquiao en el rin y después gritarle desde el público que le gane a Mayweather.
Seguidamente continuaron con una guerra económica, en la que comerciantes hampones todavía esconden toneladas sobre toneladas de comida, e igualmente los enemigos se apoderan de los medios de comunicación exhortándolo a que suministre alimentos. Imagínense ustedes, amigos lectores y lectoras, será que le demos la barra mágica de Harry Potter, para que saque miles y miles de kilos de productos básicos, y surta a los acaparadores, a los contrabandistas y a la población.
Paralelamente a estas perversas maniobras, le armaban la Operación Jericó, en la que los agitadores se habían trazado bombardear algunos edificios de Caracas con un avión Tucano, objetivos, que según los militares implicados, seleccionó cuidadosamente el dirigente de Primero Justicia, Julio Borges y, en este caso por experiencia, se puede adelantar que ya el diputado debe tener preparado el discurso para declararse perseguido político, porque ahora en este país cualquier persona vinculada a un partido opositor comete un delito, y cuándo le aplican la ley lo llaman preso político. Y si huye como un cobarde, perseguido.
La gente no es ciega, muchos no quieren al presidente Maduro, nunca han comulgado con el proceso revolucionario, son antichavistas hasta la muerte y no van a cambiar, pero eso nada tiene que ver con el gobierno que todo el mundo sabe que no ha podido hacer porque los golpistas no lo dejan. Si apenas toma una medida, la oposición en vez de asumir su papel de cogobierno, se dispone a buscar estrategias para desbaratársela en detrimento de la mayoría. Ya por ahí echaron a circular una tabla enseñando cómo con un dólar de 6,30 Bs en 11 pasos se pueden obtener 10.565.673.01.
Pero no hay mal que por bien no venga - dice el dicho-, y la gente consciente del saboteo y de que no le permiten ejecutar la gestión, lo puede llevar a gobernar hasta 2050 y no es ni culpa de él. Los mismos apátridas enloquecidos le han hecho el trabajo. Voy más allá, esto que llaman oposición en Venezuela, no hace oposición, intenta golpes de estado mediante un guión que les ordena el imperio norteamericano. Por eso, como tal no existe.
Creo que la historia se repite. Así ocurrió con el Comandante Eterno y, hasta su desaparición física, resultó invencible por la vía de los votos.