Un Estado en el que un gran número de personas queda excluida (…) tendrá necesariamente multitud de enemigos. Así pues, la alternativa consiste en dejarles participar en los debates y decisiones. Aristóteles

He venido siendo quizás desde la tribuna de Aporrea el más crítico articulista de Maduro. He manifestado mi inconformidad, la cual es relevante en materia social y económica, y sobre todo en la conducción política.

No obstante, he sido testigo y hasta víctima de una serie de acciones por parte de un grupo de “personas” que en su afán desmedido de odio han despotricado hasta de la Ley Orgánica para la Protección del Niño(a) y del Adolescente o de Violencia contra la Mujer, leyes que incluso las consideran “inútiles”. He visto el cómo critican escenarios autoritarios del gobierno, pero su manera de actuar ante simples hechos cotidianos, expresan conductas dictatoriales que van más allá de situaciones de desequilibrio social.

Y me pregunto: ¿Es esta gente la que pretende gobernar al país en tales términos, quienes aun sin ser gobierno, comienzan a mostrar sus garras venenosas de repudio por la gente pobre o de las clases populares, incluyendo el rechazo por quienes con esfuerzo han consolidado muchos años de formación académica?

Tengo buenos amigos en la oposición, personas que incluso han llegado a sus cargos por el voto popular. Para ellos mi reconocimiento y mi afecto, pero no puedo dejar de mencionar como existe una llamada “clase social” (incluso sin haberse leído un libro en su vida, a pesar de tener dinero) que sólo destila en sus palabras una violencia congénita por todo lo que ha sido el chavismo y la revolución bolivariana; y sobre todo “grupete de abogados” quienes al estilo de las mafias judiciales de la cuarta república se dan el lujo de decir que pueden comprar jueces y fiscales, así como promueven y ensalzan casos de corrupción y violación sobre las leyes cuando éstas no les son favorables por cualquier razón, sin importar sin son niños a quienes se llevan por delante. ¡Zascandiles! Eso no es más que una asquerosa y repugnante conducta que merece todo mi rechazo, y me obliga a fijar una posición, por sobre las diferencias que tenga con el gobierno nacional.

Maduro debe rectificar sus políticas de gobierno, y transformar por completo su tren ejecutivo. Eso es lo que millones de chavistas de corazón le pedimos en este momento de dificultades, pero si se empecina en ir por el camino contrario, todos quienes hemos estado vinculados con la revolución bolivariana seremos arrasados por huestes con olor a venganza.

El gobierno también está obligado a brindar una auténtica participación nacional. La que existe es simple ficción, porque las autoridades del partido oficialista son quienes deciden, independientemente de los documentos o reuniones que grupos organizados realicen en sus comunidades o espacios sociales. Esa participación debe ser verdadera. Allí pudiera disminuirse en forma importante el descontento, es decir, darle poder real al pueblo, lo cual pasa desde permitir el control de una lista de espera en un aeropuerto, hasta acabar con las mafias de importaciones de todos los productos, por ejemplo, que sean solo los militares quienes tengan sólo la vigilancia de ese proceso de comercio exterior.

Por lo pronto, que no queden dudas. Ante el golpismo que intenta tomar el control del país por vías apartadas de la Carta Magna, cierro filas con Maduro. A propósito de ser ciego. Quien tenga ojos que vea.