Qué lástima con esta oposición venezolana, tan importante que es en cualquier gobierno; visto desde mi humilde punto de vista, tiene como fin –o por lo menos debe poseer entre sus objetivos principales- tomar, en los momentos que así se requiera, las mejores decisiones en función de las mayorías, o mejor dicho: del bienestar del país en general.
Los gobiernos tampoco tienen una bola de cristal para no equivocarse nunca, y he aquí dónde la oposición debe jugar un papel fundamental, lucirse, debatir, dialogar, hacer planteamientos, propuestas, desarrollar ideas, ser asertiva, creativa en pro de la población, pero por supuesto, esto si la conformaran servidores honestas, responsables, dispuestos a cogobernar, que velen por los intereses de la gente, que amen al pueblo, a la patria; no estos que tenemos actualmente en Venezuela. Lo de estos no tiene nombre. Ni siquiera se haya cómo calificar.
Y he aquí donde quería llegar, porque creo que en este aspecto hemos errado los chavistas desde el Gigante Chávez para abajo; a mí juicio, se es muy benevolente, muy generoso de nuestra parte cuando calificamos de oposición a estos revoltosos que adversan al Gobierno. Estos agitadores hacen cualquier cosa, menos oposición.
Cómo llamar oposición a esa jauría que quiere regresar al poder, primero, para recobrar sus intereses particulares y, segundo, para venderles a los gringos nuestras riquezas naturales. Cómo llamar oposición a esos violentos que, a través de bandoleros, han causado destrozos al país mediantes hechos tan deplorables como las guarimbas. Cómo llamar oposición a esa horda que provocó incendios en áreas de preescolares, bibliotecas, universidades…Cómo llamar oposición a esa banda enloquecida que cometió el peor ecocidio talando árboles por pura arrechera.
Cómo llamar oposición a esa pandilla que colocó guayas de la muerte para que los motorizados se degollaran, cómo llamar oposición a esa caterva que asesinó a inocentes, cuyo mayor pecado era querer vivir en paz con Nicolás Maduro recién electo Presidente de la República. Cómo llamar oposición a esos bandoleros que en la Operación denominada “Golpe Azul”, tenía seleccionados los sitios específicos que bombardearían en Caracas. Cómo llamar oposición a esa mafia que nos tiene sumidos en una guerra económica que nos deja sin alimentos ni medicamentos.
Por mucho, muchísimo menos que eso, el presidente del imperio norteamericano, Barack Obama, calificó de criminales a la gente de su color que genera disturbios en Baltimore, protestando porque mataron a un negro durante un exceso policial; yo pienso que los golpistas venezolanos también se pueden calificar así, de criminales.
Pero el problema es que para el mandatario gringo, esos que provocan caos en su territorio son criminales, pero los que generaron las guarimbas homicidas en Venezuela son auténticos demócratas, presos políticos que deben ser liberados, para que sigan intentando derrocar al presidente Maduro… ¿Qué tal? Misterios de la ciencia como diría el Profesor Lupa.
Lo cierto es que, a pesar de todo eso, desde Chávez hasta nuestros días, le seguimos dando estúpidamente un estatus de oposición que no tiene esa pila de hampones, golpistas y asesinos que han causado los hechos más condenables y monstruosos en este país.