Leopoldo Lopez se las daba de macho porque se sabía respaldado por los gringos; se decía descendiente de nada más y nada menos que de Simón Bolívar, porque eso le daba prestigio; se imaginaba presidente de la república, porque se consideraba superior a Chávez, Maduro y a todos los chavistas; se creyó preso político, porque los asesinados durante sus guarimbas no valían la pena; se sintió importante, porque CNN quería entrevistarlo todos los días y soñó en tener el prestigio de Mandela porque para algo se mantenía encarcelado.
La realidad le está dando muy duro a su ego, pues no es más que un malandro que como alcalde de Chacao participó en un golpe de Estado; promovió el asalto a la embajada de Cuba; persiguió y apresó, en un acto de fascismo, a ministros y diputados, mientras disfrutó brevemente del poder; apadrinó y financió con fondos públicos el sainete de Altamira y participó en cientos de actos violentos y represivos.
Sin embargo, por ninguno de esos delitos fue enjuiciado y mucho menos condenado, lo que sirvió como alimento a su ego de superhombre, pero la justicia le llegó y aunque no será condenado por la muerte de 43 venezolanos ni por los 800 heridos que su plan establecía, será condenado… Será reo por varios años con todo y ese linaje que dice tener.
Sí, pero la realidad promete darle más duro aún y ya comienza a notarse. Constantemente llora, pide calmantes, solicita la ayuda de un psiquiatra. Su propia esposa (creemos que no por mucho tiempo) ha pedido que le ayuden, dado lo violento que se está mostrando. Pareciera que está haciendo honor a los ojos que posee.
Leopoldo en lugar de ser presidente, de transformarse en el líder de la oposición venezolana, de ser reconocido como Mandela, será el ejemplo de la V República de lo que le espera al que de ahora en adelante ose cometer crímenes como los de él.
Este viernes lo condenaran y ni el Departamento de Estado, ni CNN, ni su mentor Álvaro Uribe podrán hacer algo por él. Leopoldo lo sabe y por ello la depresión lo mata.
Nada agradable lo que le espera, a pesar de la benevolente que será una condena en la que se obvia el hecho de que las 43 muertes y los 800 heridos estaban previamente planificadas, sino en números e identidades específicas, por lo menos en las acciones que habrían de enlutar al país.
Si, Leopoldo es el autor intelectual de esas muertes. Él planificó el uso de francotiradores, la colocación de guayas asesinas, el uso de pistoleros y la destrucción de obras y bienes públicos y privados.
Por ello decimos que su condena será benevolente, merece 500 años de prisión.
No se los darán, pero igual la realidad que lo espera es dura. En su nuevo sitio de reclusión (ojalá sea Tocayito) ya no contará con los privilegios que hasta ahora el poder judicial venezolano le ha concedido, bajo la premisa de que se es inocente hasta que se demuestre lo contrario.
Leopoldo, el bravucón y violento creador de Voluntad Popular pasará una larga temporada junto a sus iguales. Ojalá y aprenda que con la vida de los demás no se puede jugar impunemente.