La escuálida, bruta i soberbia oposición

La oposición venezolana, representada por hombres de demostrada incapacidad política i cultural; que tienen un cierto renombre porque fueron muchos, protagonistas de los desmanes, robos, corruptelas i saqueos o muestras de inconcebible racismo i desprecio por las clases populares i los indígenas, durante más de 40 años del final de la IV República, deben de partir de una premisa o un axioma: son minorías con poder económico (muchos con dinero mal habido como Giusti i otros que pasaron por PDVSA) i mediático (televisión, radio i prensa) o en otras palabras: ricos i oligárquicos, pero NO TIENEN PUEBLO. Son poderosos sin pueblo, como los militares golpistas, generales sin tropas. Las pocas personas que llevan a sus escuálidas marchas o reuniones, son venezolanos humildes, trabajadores salvando su supervivencia i la de sus familias, esclavizados a sus patronos muchas veces por sueldos miserable o manipulados por convencimientos falsos o estúpidos sentimientos religiosos o de fidelidad familiar. Algunos, tal vez marchen i voten presionados, pero en el fondo de sus almas o sentimientos, deben estar de parte del único gobierno que en nuestra historia, desde la independencia hasta el presente, se ha ocupado de ellos i los ha convertido en verdaderos ciudadanos de la patria se Simón Bolívar, el más grande de los Libertadores en la Historia Universal, considerado el Primer Ciudadano del Mundo. Por eso su pensamiento visionario, marcha por la América i el mundo, más que su espada.

De esta sentida, confirmada i presenciada ausencia de pueblo, ellos están convencidos i por ello todas las maniobras, trampas, falsas declaraciones i atropellos contra el Poder Electoral, demostrado i corroborado por la OEA, la Unión Europea, el Centro Carter i multitud de Observadores Internacionales, como el mejor o uno de los más avanzados sistemas electorales del mundo, a la vanguardia en tecnología, eficiencia i rapidez. Ahora, con una nueva integración, escogida con todos los rigores de las leyes i la Constitución. Desde las elecciones del 98, cuando Chávez era el candidato nuevo, i la oposición de hoi estaba en el poder, se percataron que no podían contra un hombre que supo convencer a su pueblo de querer elevarlo, valorarlo i enaltecerlo como aspiraba el mismo Bolívar i, aunque a última hora, descabezaron al Caudillo analfabeto, apartaron a la Miss Universo i se juntaron con Frijolito I, perdieron por “paliza” o por millones de votos, a pesar del manejo engañoso que hicieron con las encuestas. I el candidato triunfador desde el comienzo, pese a iniciar su gestión con el mayúsculo problema de la Tragedia de Vargas, fue cumpliendo certeramente i sin dilación, una a una sus promesas electorales, lo que jamás había sucedido también en nuestra historia republicana. Comenzó por la estupenda realización de una Asamblea Nacional Constituyente, originaria i no derivada, la cual promulgó una de las mejores i más avanzadas Constituciones del planeta, aprobada por un claro i maravilloso Referendo confirmatorio, dando un ejemplo universal, i enalteciendo a la patria, con el cognomento de República Bolivariana de Venezuela. Desde allí, esta oposición de hombres mediocres, amargados, vengativos, i de poco talento, comprendió que, luego de las primeras 49 leyes habilitantes que primero exigían i enseguida de promulgadas rechazaron, se percataron (i vuelvo a repetir con Russell que percatarse es más que percibir, aunque ellos no lo sepan) que por medios democráticos, con votaciones libres i transparentes, jamás podrán con este pueblo i su presidente, tal como se convencieron el 12 i 13 de abril de 2002, i en 9 ó 10 procesos electorales que siguieron, dirigidas por un CNE, presidido por un hombre de excepcional calidad humana, científica i política, como el Dr. Jorge Rodríguez, hijo de uno de los mártires de la IV República, quien recientemente les dio una lección de desprendimiento i dignidad. Por eso, primero prepararon un nefasto golpe de Estado, con la demostrada complicidad de los Estados Unidos, su presidente terrorista i esquizoide, i su “GESTAPO universal” la CIA, en el cual fracasaron estrepitosamente; i empezaron entre ellos los conflictos i rivalidades a muerte, pues ya hoi se sabe que el petimetre o gaznápiro de Marcel Granel se opuso a la candidatura de Gustavo Cisneros para presidente de facto o dictador, i fue el tristemente “célebre” Cardenal Velasco, de cerebro reducido i perversas pasiones, quien impuso la candidatura de un super mediocre como Carmona Estanga, luego de su “reinado de 47 horas” conocido como Pedro El Breve. Esta es historia debidamente esclarecida i bien conocida de los venezolanos i el mundo.

Empero, la oposición empezó a dar muestras de su torpeza, brutalidad i débil preparación intelectual, desde la misma ANC. Allí conocí (i lo he escrito otras veces) a uno de los hombres más brutos i mediocres con que me haya encontrado en la vida: el constituyente Alberto Franceschi, al igual que otros figurones, que sería largo de mencionar, o decantar o separar a los trásfugas del proceso, como el solemne Herman Escarrá, el atolondrado William Ojeda, el solapado aspirante a figurar de Froilán Barrios o el incomprensible disidente Pablo Medina, unido a verdaderos energúmenos casi trogloditas como Carlos Ortega, Carlos i Juan Fernández, Antonio Ledezma, Enrique Mendoza, Pompeyo Márquez, Ramos Allup, Manuel Cova, Guacaipuro Lameda i muchos otros de la misma ralea, como los dos loquitos alcaldes de Chacao i de Baruta. Ante la deplorable condición de no saber pensar ni planificar nada, excepto violencia, esta oposición lo que sabe es, además de golpes, hacer cacerolazos, reuniones públicas que perecieron de muerte natural como los hombres i mujeres de la Plaza Francia en Altamira, guarimbas que perjudicaban a ellos mismos, o lo peor, correr hacia el Norte, hacia Washington i el Pentágono, a solicitar una invasión o una desestabilización, para que el tirano loco del los Estados Unidos, los venga a favorecer i a restituirle sus perversos privilegios de ayer. Para ello ha contado con casi la totalidad del “cogollo” eclesiástico, ya que por obra de estúpidos como Baltasar Porras, Roberto Lückert, el bellaco Freites el Malo i sobre todo, el apergaminado, obtuso i decrépito Cardenal Rosalio Castillo Lara, han trasformado a la Conferencia Episcopal, en el más fiero partido político de la oposición, pero recibiendo beneficios económicos del gobierno. El otro partido existente es esa desacreditada organización dolarizada llamada SÚMATE, dirigida por una escuálida señora que, sus neuronas son tan débiles i enflaquecidas como su cuerpo que, ante el espejo, parece escuchar una voz que la convence de ser una “miss”. Miss Chocozuela, la Traicionera del Libertador i de la patria.

Por estas razones, más que probadas i observadas por el pueblo revolucionario de Venezuela, la burda tarea de la mediocre oposición, cuyas intenciones se descubren más pronto que las de un niño tarado, parece que, además de los “enfermos” de notoriedad como Petkoff, Smith, Ojeda o Julio Borges (clon de Eduardo Fernández, el Hombre Gris que se lanzaba de candidato meses antes del plazo) cada día salen más candidatos, hasta escasos i vulgares como el Conde del Guácharo, de manera que se postulen por docenas para al final, renunciar a su candidatura (que fundidos o licuados todos no llegan al 15 ó 20%) i demostrar que la candidatura del comandante Chávez, prácticamente es un plebiscito. ¡Qué burda estrategia! ¡Qué vulgaridad de maniobra! ¡Qué pobreza intelectual, moral i ética!

Oponerse a las máquinas electorales, a las caza huellas i a multitud de avances electorales en organización i solicitar volver al pasado con papeletas i actas matavotos, no solamente es la más patente o crasa estupidez, sino un insulto a la inteligencia, a la ciencia, a la tecnología i a la ética. Señores, agreguemos otros dos axiomas: NO GANARÁN NINGUNA OTRA ELECCIÓN, sencillamente porque no tienen suficientes votos; i en segundo lugar, OLVÍDENSE DE QUE VOLVERÁN. Solamente resta recordar la frase presuntuosa de Petkoff: soi candidato para enfrentar a Chávez. Ojalá sostuviese su palabra, lo cual dudo, pues ni siquiera en la vida, supo sostener su pretendida ideología marxista en el “tuétano de sus huesos”.


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Roberto Jiménez Maggiolo


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