Anteriormente, los candidatos –así fuese demagogia- hacían alguna propuestas al pueblo. Sabíamos que mentían, pero cada uno preparaba su discurso, sus estrategias para armar un trabuco y fajarse como los buenos a fin de ser el número uno en las encuestas y triunfar en los comicios.
Ahora ni siquiera animan. Sólo tienen un chip del líder de la revolución bolivariana en la cabeza y cada vez que abren la boca es ¡Chávez, Chávez, Chávez! desde la mañana hasta en la noche. Es algo así como su razón de ser, de vivir, tanto que de no existir el mandatario llanero creo que la imaginación no les diera para formar parte del escenario político de este país.
A veces ni los simpatizante de Chávez, podemos evitar hartarnos de tanta cantaleta...sí, porque el Presidente se le ha convertido a esta oposición en uno de esos caramelos pastosos sabor a chocolate que en aquella época de muchachos llamábamos “sacamuelas”. Los masticábamos hasta perder las fuerzas de las mandíbulas y en lugar de desgastarse se adherían a los dientes de una forma incómoda y desagradable, pero que al fin y al cabo lo digeríamos para comprar otro.
Así pasa con la oposición. Mastica a Chávez, y no lo traga, sin embargo, les cuesta sacárselo de la boca, y eso fastidia, no porque lo mencionan, sino porque evidencian una estatura muy baja como candidatos a la presidencia de un país como Venezuela.
Teodoro Petkof, uno de los principales precandidatos, no plantea nada nuevo y por el contrario propone pequeñas correcciones, modificaciones a las misiones del Gobierno y agrega un cesta tique petrolero que no es más que un piquete de ese populismo que ellos no se cansan de criticar.
Otros precandidatos como Manuel Rosales y Julio Borges, no definen un discurso, una propuesta convincente, una mentira creíble si quiera, que asome alguna luz, alguna rendija que les permita penetrar el gobierno de Chávez por alguna parte.
Petkoff sabe que adhiriéndose a las misiones y otros tantas gestiones del Gobierno hace mejor papel que esos contrincantes que cuando hablan del Presidente, sólo abren el grifo de la carga de odio que llevan por dentro.
Odio que se les revierte y eso lo sabe Teodoro, como un político fogueado en cualquier terreno. Por eso su discurso serio, prudente, agresivo y ponderado, en el que más bien pareciera ubicar los votos, para que Chávez sólo tenga el trabajo de recogerlos el 3 de diciembre.
Y no lo culpo, ni siquiera lo critico. En una pelea con un enemigo del tamaño de Chávez, lo que hay es que buscar una estrategia, para mantenerse de pie hasta el último asalto e intentar recibir lo menos golpes posibles.
Pienso que en cierta forma eso es una acción inteligente. Un hombre como Teodoro debe estar consciente de que la contienda tiene que darse en beneficio de la democracia que él mismo pregona.
Del resto de los aspirantes ni hablar. Apenas permiten asomar las clásicas barras con la que encuestadoras hacen los cálculos y llevan al papel sus promedios y comparaciones. No son más que una rayita horizontal al pie de la página, casi imperceptible.
Debe ser terrible pelear con alguien sabiendo que se va a perder por nocaut fulminante, pero también es inconcebible que emulen a Vicente Paul Rondón cuando enfrentó a Bob Foster.
Rondón no podía ver un micrófono, porque se lo quitaba a quien fuese para pedir que le trajeran a Foster y el día de la pela lo más duro que hizo fue poner su mentón para que en los primeros asaltos le propinara un nocaut de pronósticos reservados.
Y ese es el papel que insiste en hacer la oposición. Pareciera que pensara en una estrategia de defensa, para hacer una candidatura con decoro, con propuestas cautivadoras, pero no muestran otro discurso sino ¡Chávez, Chávez!... ¿Hasta cuándo Chávez? Saquen de una vez el candidato único, eso sí con honor, para que le ponga entusiasmo a la candidatura, porque si se les ocurre jugar a la abstención, al saboteo, todavía se darán más duro a la caída.