En la militancia de la oposición venezolana ha venido ocurriendo un fenómeno que sin lugar a dudas será caso de estudio en los próximos años. Allí, los medios de comunicación, los políticos de antaño y de nuevo cuño, los opinadores de oficio, los “expertos petroleros” y todo aquel que quiera hablar mal del gobierno y de Chávez, consigue una masa humana dispuesta a creer cualquier información que les refuerce su convicción de que Chávez está a punto de caer.
Para esa gente, en Venezuela no hubo golpe de Estado, sino vació de poder; Chávez cometió fraude en el referendo; los cubanos que trabajan en Barrio Adentro no son médicos; en Mercal el arroz tiene coquito; la caída del viaducto aísla a Venezuela del mundo y el crecimiento de la economía no es más que un rebote.
Resulta increíble que traguen tanta mentira y pendejada sin que ninguna neurona encienda una luz de advertencia en sus cerebros. Da lastima verlos buscar desesperadamente cualquier reunión o cola de banco para emitir comentarios que reflejan su odio, su frustración y el estado psíquico de disociación en que se encuentran.
Ya sus líderes, convencidos de que actuarán como autómatas y repetirán lo que les digan, les mienten con descaro hasta en cosas intrascendentes.
Un ejemplo de esto que acabo de afirmar, lo pudimos ver en la entrevista que el pasado miércoles le hiciera Ernesto Villegas al jefe máximo de Primero Justicia. En ese programa Julio Borjes afirmó que había visitado cien mil hogares en un año para explicarles su programa de gobierno.
No consigo otra explicación para que alguien mienta con tanto descaro y sin temor al ridículo, que la firme convicción del mentiroso de que quienes le escuchan están idiotizados.
¿Será que en la oposición nadie sabe que un año tiene 525.600 minutos y que para visitar 100.000 familias en un año se requiere visitar 274 diariamente?
Si este caballero durmiera sólo tres horas al día; empleara diez minutos para hacer las tres comidas; se bañara en tres minutos, se cambiara de ropa en dos e hiciera sus necesidades fisiológicas en sesenta segundos, tendría que restar al tiempo dedicado a visitar familias, 71.540 minutos.
Para que medio le “cuadren” las cien mil visitas a Julio tenemos que suponer que todas se realizaron en las urbanizaciones aledañas a su residencia del justiciero y que diariamente empleo sólo diez minutos para llegar al teatro de operaciones y diez minutos para retornar al final de la jornada. Aún así, la supervelocidad de Julio no podría evitar que 7300 minutos más, fuesen restados al tiempo disponible para exponer su programa de gobierno.
Si en todas las viviendas estuvieran esperando al candidato con los brazos abiertos (rechazo cero) el trasladarse de una residencia a otra podría tomarle un minuto lo que le restaría 272 minutos diarios ó 99.280 minutos al año.
¿Se da usted cuenta que si Julio Borjes pudiera hacer las cosas a la velocidad que está descrita en esta nota, tendría sólo tres minutos y 25 segundos para exponerle su plan de gobierno a cada familia?
Todos sabemos que eso es imposible, pero Julio lo afirma con su cara muy seria, porque está convencido de que al otro lado de la pantalla de los televisores hay unos seres humanos que fueron acondicionados mediáticamente para digerir mentiras y repetirlas sin que medie el menor análisis.
Esa es una triste demostración de como las bajas pasiones y el fanatismo pueden idiotizar a los seres humanos.