"(…) Porque el gobierno está mal acostumbrado que sus mujeres estén sucias y desarregladas…", "(…) sin maquillaje".
"(…) Además todo lo que tengo me lo ha dado mi marido, yo no le he quitado nada a nadie para vestirme, a diferencia de las mujeres del Gobierno"
Es bastante obvio que semejante insulto no hiere solo a las mujeres del Gobierno; a los hombres de esas mujeres también les toca lo suyo; las mujeres chavistas y los hombres chavistas reconocen que la cosa también es con ellos.
Diana se mantiene arreglada y limpia, y con maquillaje. Y lo dice, está interesada en que se note tal diferencia entre ella y todas las "sucias" aludidas, que no son otras que la gran mayoría de las mujeres venezolanas. Esas que trabajan y luchan por su existencia, la que no tiene ese "buen caballo" con un gran motor en el bolsillo que se lo da todo, hasta la ropa elegante que usa y que la distingue de las mujeres de la clase baja, de la chusma, pues, tal y como todavía es frecuente escuchar en ciertos ambientes discriminatorios y racistas. Lo que dijo también es un insulto a la gran mayoría de hombres y mujeres de este planeta, casi como un delito de lesa humanidad.
Aparte del penetrante olor a azufre de las palabras de la esposa del Presidente de la AN, las mismas nos recuerdan el desprecio que las clases pudientes "distinguidas" sienten por las personas de extracción humilde, a quienes les tocó en suerte padecer y vivir en unas condiciones socioeconómicas desfavorecidas por la desigualdad social capitalista, en la cual le va muy bien a Diana D’Agostino.
Las palabras de la esposa de Ramos Allup no tienen desperdicio. Deberían ser tema de estudio científico para los estudiosos de la sociología quienes tendrían en ellas una fuente directa y actualizada del tipo de pensamiento que la burguesía y pequeña burguesía apátrida tienen de los venezolanos de condición socioeconómica baja; de los pobres, para decirlo sin eufemismos. A muchos venezolanos de tal condición y que Diana insulta y desprecia porque ella es elegante y refinada, se les usa para hacer bulto en las marchas, como carne de cañón en actividades violentas o para consumar planes políticos de intereses financieros que están detrás de los factores políticos que vemos en la Asamblea Nacional y que también Diana representa. La gente de la clase de Diana enfrenta al pobre no chavista contra el pobre chavista pero despreciando a ambos por su origen humilde o por su condición socioeconómica distinta de aquella donde están las mujeres con maquillaje y que no son sucias, las que si valen como personas. Aquí hay desprecio contra las personas a quienes se les considera inferiores por no tener dinero.