La polarización en Venezuela, cuando giró en torno al desplazamiento del pensamiento único imperante antes de 1998 basado en la doctrina de que la democracia representativa era la única manera de entender la democracia, y que la visión neoliberal era el único modelo económico viable, cobró sentido al tratar de brindar un enfoque alterno, basado en la democracia participativa y protagónica y la construcción del socialismo bolivariano.
Pero cuando la discusión pasó del plano ideológico y político, para permear en la intersubjetividad, dañando tejidos sociales de convivencia y respeto, es cuando la polarización pierde sentido. Sin embargo, aún para algunos sectores, alejados del bien común, la polarización sigue siendo una política, un medio útil para fines antipopulares. A un importante sector del gobierno le conviene porque permite justificar su autoritarismo, y a la oposición le favorece porque al final, por rechazo al autoritarismo, terminan siendo quienes cobrar los errores del gobierno del presidente Maduro, ante la imposibilidad electoral y política de que emerja un sector alterno, que sea el reflejo de la despolarización que evidencian estudios como el de la UCAB, o datos como los de Datanalisis, que ponen en evidencia claramente que más del 50% de la población venezolana no se identifican si con la MUD ni con el PSUV, pero a la hora de votar, como sucedió el 6 de diciembre de 2015, la gente optó por castigar al gobierno.
En este marco, la movilización convocada el 1ro de Septiembre (1S) no es más que un gran esfuerzo de repolarización, para lograr solidificar el piso de sectores pactantes, que buscan lograr proteger a las cúpulas de las consecuencias de la crisis que hoy vivimos.
Aunque la gran responsabilidad de lo que hoy sucede, es de la cúpula gubernamental, eso no exime a sectores políticos y económicos de la oposición como beneficiarios de esta crisis. Esto podemos evidenciarlo cuando reconstruimos como se ha avanzado en el pacto, recordando cómo Ramos Allup en nombre del PSUV y la MUD hablaba a principios del 2015 de que todo lo que fuera por fuera de la polarización se convertiría el "polvo cósmico y arena de playa", u observamos el descaro del Presidente Maduro de convertirse en el jefe de campaña de Ramos Allup, a quien no deja de mencionar de manera reiterada en todas sus alocuciones, personaje que hace un año ni se mencionaba en las encuestas sobre los presidenciables, y hoy es el opositor de la MUD de mayor popularidad según algunas encuestadoras.
Hoy el pacto entre algunos sectores de la MUD y algunos del PSUV corre riesgos. La estrategia de Allup de postergar el Referendo Revocatorio, priorizando la enmienda, la destitución por nacionalidad del presidente, una constituyente, etc., al no dar todo el resultado que esperaba, ha conducido a la necesidad de plegarse a un último forcejeo que conduzca a una negociación, donde la oposición tenga que incluir a sectores que inicialmente no están en el pacto, como Voluntad Popular y algunos actores de Primero Justicia.
El 1ro de septiembre, indiferentemente de lo que suceda, es una lucha porque el pacto entre las cúpulas o partes de ellas se termine de dar o consolidar, con más actores en el reparto, no sólo de la MUD sino del gobierno, que permanentemente están dispuestos a entregar la cabeza del presidente Maduro, si a cambio, pueden sacar a sus familiares del país, no son tocadas sus riquezas mal habidas, y conservar la esperanza de poder seguir haciendo política en un mediano plazo, y en este caso, Maduro o es el principal protagonista es un lamentable un tonto útil.
Es en este sentido que, algunos nos hemos pronunciado, respetando a aquellos que por convicción marcharán el 1S, pero invitándolos a reflexionar sobre el por qué y por quién marchan. El derecho a protestar es innegable, y la amenaza de Maduro de ser un "Erdogan" es lo más estúpido e impertinente que ha dicho, y vaya que ha dicho muchas cosas en este mismo estilo, pero quienes verdaderamente controlan las posibles consecuencias del 1S son los sectores extremistas, que según marche el ritmo de las negociaciones, utilizarán o no a la gente de buena voluntad, como carne de cañón.
Si hay violencia el 1S, anticipamos que la responsabilidad será de las cúpulas del PSUV y MUD, ya que el pueblo en su mayoría lo que quiere es expresarse en contra de un gobierno indolente, y si todo transcurre en paz, será un triunfo de la gente, no de la MUD que esperemos sea desbordada por los deseos de la mayoría y no sólo de sus intereses cupulares, pero no es difícil anticipar que el primer escenario está servido como consecuencia de las posturas y amenazas de los dos sectores en pugna.