¿Viste lo que tuiteó el Padre Palmar? ¿El Padre Palmar? Y quién es ese? Así conversaban dos lindas señoras que, por la edad, pudiéramos considerar adultas contemporáneas. Ellas, que aún no entran en la categoría de "tercera edad", hablaban sobre la marcha del 1S promocionada como la "toma de Caracas".
Conversaban emocionadas en la mesa de una panadería del norte valenciano, mientras yo, justo en la mesa contigua, esperaba a unos compañeros del doctorado. Paré "la oreja". En una especie de sociología de la vida cotidiana, buscaba captar los sentimientos de unas compatriotas militantes de la oposición que libremente expresaban su parecer en torno a la convocatoria, su desarrollo y desenlace.
En los días previos al 1S supe por algunos medios que un cura vendría a "tomar" Caracas desde Anzoátegui. Lo que más llamó mi atención fue que lo hiciera caminando. Una especie de peregrinaje pues. Pensé: que locura con este cura. Pero nada que extrañar en un país donde la polarización fragmenta y enferma.
En fin, me llamó tanto la atención el cura caminante y la referencia al Padre Palmar, que decidí indagar sobre lo que había tuiteado este último. Descubrí que Palmar es un "famoso" tuitero de la iglesia católica venezolana que mezcla por igual tanto su devoción por la Virgen María como su furia en contra del gobierno del Presidente Maduro.
Confieso: no aguanté leer más de 10 tuits, la verdad es que el lenguaje es tan procaz, lleno de odio, de contradicciones, de medias verdades, de mentiras, que no soporté leer acerca de un "Taller coromotano como homenaje espiritual a la patrona de Venezuela" y al lado "Con mansas marchas programadas al CNE y dejando intocable el portón de Miraflores no habrá nunca contundencia en las protestas."
Los tuits de este "sacerdote de barrio" como él mismo se autocalifica, colega locutor y periodista, me hacen preguntarme si realmente está en sus plenas facultades mentales, un ser que se supone debe llevar mensajes de paz y hermandad al pueblo católico. Lo más triste es que, como él, alguna gente ha comenzado a explotar el binomio religión-política.
Un amigo, académico de una universidad extranjera, me envió una foto por whatsapp, que a su vez se la había remitido una académica venezolana. La gráfica en cuestión tenía la leyenda: "En fila, pero primero las damas! A la una… A las dos… Y a las tres…"La imagen: una composición de Cristina Fernández de Kirchner a la izquierda, Nicolás Maduro al centro y Dilma Rousseff a la derecha; las damas con una X de color rojo atravesándoles la figura.
¡El 1S iban por la tercera X roja! Es decir, pensaban que ese día, ese sí, derrocarían, con su "multitud millonaria" al presidente constitucional de Venezuela. Así pensó y piensa un sector de la oposición venezolana. Repito, nada que nos asombre, dada la alta polarización y los niveles reptilianos de algunos dirigentes políticos.
Lo que sí resulta preocupante son los niveles de agresión entre personas que siendo compañeras o amigas, son capaces de atacarse verbalmente o por escrito con tanta rabia, a veces edulcorada en clave de chiste. Que en cada encuentro sus diferencias les impida disfrutar de lo que las une sin tener que insultarse o incomodarse por sus visiones políticas.
Ya en el 2015, en un artículo titulado "¡Que los parta un rayo!" advertía de la evidencia de un estado de enfermedad avanzada, cuyo tratamiento y cura, si es que los hay, serán largos y complicados. No sólo necesitamos profesionales de la salud que ayuden en esa tarea, el rol de los medios es fundamental en la misma.
Para nadie es un secreto que las verdaderas dictaduras de hoy son las mediáticas. Que los intereses de las grandes corporaciones transnacionales de la comunicación imponen "la tendencia". Ya las dictaduras no son como las de Pinochet. Por cierto, hoy 11 de septiembre se conmemoran 43 años de la muerte del Presidente Mártir Salvador Allende.
Hoy también se cumplen 15 años del llamado 11S, hecho que dio pie al gobierno estadounidense y sus aliados de adoptar la política denominada "guerra contra el terrorismo". En nombre de esa "tesis" se han puesto muchas X rojas sobre países enteros del planeta; el resultado está a la vista: desolación, destrucción, muerte, "daños colaterales" como lo llaman los cínicos.
Por el bien de todas y todos aspiro que aprendamos a manejar nuestra inteligencia emocional, a que hagamos realidad algunos valores como la honestidad, el respeto, la responsabilidad y la solidaridad; y que logremos mediante el diálogo dirimir nuestras diferencias. ¡No más X rojas, ni marcas estigmatizadoras!
correaguia