"Por un mundo donde seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres."
Rosa Luxemburgo
Mientras una parte del país político se debate entre sentarse o no en la “mesa de diálogo”, la mayoría de quienes habitamos Venezuela vivimos nuestra cotidianidad con las angustias propias de las personas comunes y corrientes que tienen que lidiar con la compleja situación y hacer malabares para resistir no sólo los embates económicos sino los intentos de “guarimbas” en nombre de una fulana lucha contra la “dictadura”.
Y en ese mar de ansiedades en el que se ha convertido el día a día de la mayoría, se hacen esfuerzos por seguir construyendo propuestas, tejido social y respuestas a diversos problemas de la sociedad venezolana; de allí, que desde diferentes espacios se participe para aportar soluciones en problemáticas que muchas veces se subsumen e invisibilizan a causa de la lucha política.
A la hora de escribir mi columna siempre hay un tema del intenso debate político venezolano que prácticamente me obliga a posponer discusiones sobre importantes aspectos de la vida nacional y prácticamente termino presa de la dictadura de la instantaneidad y de la “tendencia”, eso que llaman estar en el “trending topic” como cualquier “social media manager”.
Pero cansada de los malcriados, de los que patean mesas, de los que arman berrinches, de los que se dicen cristianos y católicos pero que maldicen al Papa Francisco por mediar en el llamado “diálogo” (aun habiéndole pedido su participación), decidí no hablar de las “idas y venidas” de un sector político y mucho menos de las y los violentos agrupados en VP y organizaciones políticas similares.
Mientras ese festín mediático transcurre, y los de siempre cabecean para ver cuál sale más en TV y se apropia del “liderazgo” opositor, hay un mundo de millones de personas apostando por la vida y por mejorar las condiciones de esa vida. Un grupo de esos tantos millones es la gente que impulsa programas como el de “Heroínas sin barreras”.
“Heroínas sin barreras” nace de un movimiento social de mujeres vinculadas a la discapacidad o como suelen llamarlo ahora “diversidad funcional”, que pretende la incorporación plena a la sociedad de personas con esta condición. Para esta plataforma el hecho de que se tenga una discapacidad, no implica automáticamente que no se pueda llevar una vida dentro de los límites normales.
Vanesa Salomón, compatriota con una condición de discapacidad, manifiesta que “muchas veces desconocemos y nos cohibimos a participar en los procesos de algunas actividades. Como personas con discapacidad tenemos el derecho de involucrarnos en cada actividad que se realice en la comunidad, no debemos ser observadores pasivos sino activos de todos los proyectos que se organicen”.
Por su parte, Ludyt Ramírez, vocera de este movimiento y quien comparte con nosotros en Carabobo, expresa que “gracias al comandante Chávez y al proceso revolucionario las personas con discapacidad encontramos caminos de verdadera participación”. No sólo las mujeres, también compañeros hombres acompañan este proceso de sensibilización y compromiso con la lucha de las mujeres vinculadas a la discapacidad.
Estos testimonios, más allá del sentimiento manifestado por mujeres en condición de diversidad funcional, son la expresión objetiva de diversos movimientos sociales que luchan por la inclusión social propulsando la aplicación de las leyes y regulaciones que rigen la materia.
En el ámbito nacional e internacional existen marcos legales que garantizan el desarrollo integral de las personas con discapacidad tales como la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (1999), la Ley Para Las Personas Con Discapacidad (2007) y la Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad (2006). De igual forma, en Venezuela existen organismos como el Ministerio del Poder Popular para la Mujer y la Igualdad de Género, el Instituto de la Mujer y la Unión de Mujeres, que impulsan programas como el de Heroínas sin Barreras.
Por cierto, este 9 de noviembre se conmemoran 98 años de la llamada “revolución de noviembre” en Alemania, donde tuvo gran protagonismo Rosa Luxemburgo (polaca de nacimiento), quien a los cinco años de edad padeciera una enfermedad de la cadera que le produjo una discapacidad al caminar que la acompañó durante toda su vida, pero que no fue barrera para ser una importante ideóloga y luchadora de movimientos revolucionarios alemanes.