La posición de la iglesia siempre será la misma, habló Ofidio Pérez Morales

Quien o quienes, no estén convencidos, o nunca lo estarán, jamás admitirán que la Iglesia Católica -al igual que todas las religiones del planeta- jamás cambiará su ortodoxia, su fanatismo, el dogmatismo estúpido que es lo más opuesto a la ciencia (estando en el siglo XXI); seguirán creyendo en su supuesta santidad i en la buena voluntad pensante, cuando en el fondo de las conciencias petrificadas de los supremos obispos del orbe, el lema sigue siendo ¡es anatema pensar! Por ello, si diecisiete o más siglos atrás, el gran conflicto fue lograr integrar el dogma cristiano a la filosofía griega, intentado seriamente la tarea, desde Plotino en adelante, hasta grandes figuras como Santo Tomás de Aquino, i eso jamás pudo lograrse, pese a que la Edad Media repitiera errores aristotélicos o platónicos, tomando para manipular o transformar las cosas a su gusto, en lo que Juan G. Atienza llama en su obra LOS PECADOS DE LA IGLESIA, en el aparte titulado “La infecunda ortodoxia intelectual”, dice que, “a lo largo del siglo XIII, cuando se fundan las primeras órdenes mendicantes de dominico y franciscanos, la primera conocida también como de , especialmente concebidas para la defensa a ultranza de la fe frente a cualquier idea y a cualquier principio que pudiera atentar contra ella”. (el subrayado es mío).

Desde entonces, ese es el rasgo lógico (que en esto, la filosofía del lenguaje considera es lo subyace bajo el lenguaje cotidiano, i aquí sería ilógico o contradictorio) de la doctrina religiosa de la iglesia i de todas las religiones; todas falsas porque mienten a sabiendas, que nunca han conocido a Dios ni han escuchado ni una sola palabra de Dios. Por eso, durante dos mil años, la iglesia ha sido siempre la misma (un poder económico acomodaticio a los poderosos), aunque la cultura de los siglos vaya cambiando en el tiempo i la mayoría de los hombres, aun construyendo en parte una filosofía intranscendente, aprendió a pensar, como decía mi profesor Jean Ladrière, i cuando ese pensamiento se fue haciendo científico, la religión ha ido perdiendo fuerza i quizá, llegue el día, como pensaba Bertrand Russell, que salgamos mentalmente de la prehistoria cuando desaparezcan las religiones que, solamente han “cambiado de vestimenta”. Estoi consciente de que faltan siglos para ese paso, pero no tantos como los dos mil de oscurantismo, fanatismo i esfuerzos por liberar la mente del hombre de hoi. Ahora, ya el hombre no solamente conoce la realidad de “nuestro limitado universo”, sino la inmensidad, la infinitud del Cosmos, donde se expanden millones de millones de galaxias, desapareciendo los mitos del cielo i el infierno i los negocios terrenales con tales mentiras o falsedades, entre ellas la arrogancia de creernos formados a “imagen i semejanza de Dios”. Como si un foro de virus reunido en un rincón del organismo, dijeran que ellos son imagen i semejanza del hombre donde viven (su universo) o si las hormigas pensaran…

Como vemos, si siglos atrás fue imposible armonizar el pensamiento filosófico griego, con la doctrina cristina, en principio religión de los pobres, para desde Constantino, pasar a ser la religión de los ricos i poderosos (léase EL DOGMA DE CRISTO, de Eric Fromm), todavía es mayor o inmensa, la discordia entre los disparates religiosos i la ciencia que conocemos, cuyo futuro es impredecible o imponderable. Muchos deberían tener siquiera, una somera idea, de lo que algunos sociólogos llaman el “reloj de la cultura” o leer las obras de Carl Sagan o Stefen Hawking.

Por esta breves palabras, pero largo exordio, es que particularmente no me extraña que, luego del aparente “acercamiento” de la Conferencia Episcopal Venezolana al presidente constitucional i legítimo de la República Bolivariana de Venezuela Hugo Chávez Frías i a su democrático gobierno, con una revolución absolutamente pacífica, el nombramiento del nuevo Cardenal Urosa, hubiese puesto racionalidad, pensamiento i patriotismo, en esa caverna de trogloditas como Baltasar Porras, Roberto Lücker, F. Fuenmayor, Freites, etc., i hasta el aparentemente sereno presidente de la CEV, Monseñor Ubaldo Santana, arzobispo de Maracaibo, pues en realidad también es un adversario al gobierno i a la revolución. En el fondo, todos son como el Cardenal Castillo Lara o peores. Es indiscutible que el dogma; el estar viviendo el siglo XXI, pero pensando como en el siglo XIII (precisamente donde de cometió el fraude del Sudario de Cristo) no les puede permitir que, de acuerdo a una Constitución aprobada por el pueblo venezolano, la enseñanza de su doctrina no es que se prohiba, sino que hai libertad de cultos i como ha explicado miles de veces con gran claridad el Ministro Aristóbulo Izturiz, no puede ser materia de los pensa en forma obligatoria, pues las otras religiones perfectamente pueden exigir lo mismo.

Ya es suficiente que el opio del pueblo, se comience a administrar desde el hogar i que los templos i los predicadores abunden. De este modo, las palabras del este obispo que, en Maracaibo (cuyo nombre deriva de “tierra de cascabeles”) le llamásemos “Ofidio” Pérez Morales i todo lo que dijo es tan refutable, pero expresado con un doble sentido maligno, conspirador, desestabilizador, etc., que ya el pueblo no le pone atención. Cada vez tiene menos prestigio i ascendencia. Ellos (el “cogollo” obispal) están conspirando junto con Súmate, el Imperio del Norte i el saco de gatos de la oposición venezolana. Adversan a los verdaderos sacerdotes que están al lado del pueblo. Insinuar dudas sobre el Poder Electoral o insinuar un país en crisis, es vil calumnia, por un hombre que como sacerdote, está más comprometido que nadie, con la justicia i la verdad. Por eso me ahorro el trabajo (más que fácil) de refutar su triste intervención televisiva. Siga conspirando contra la paz del país, obispo Ofidio; luego, confiésese i comulgue. Usted cree que Cristo es cómplice.


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Roberto Jiménez Maggiolo


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