En un artículo anterior afirmé que lo mejor de los discursos de Manuel Rosales eran las pausas y que para su campaña lo más conveniente es que le exigieran guardar silencio, pues así no daría demostraciones de su escasa formación intelectual y poca capacidad oratoria.
No lo hicieron, le pusieron un micrófono al frente y Manuel, como buen adeco, comenzó a ofrecer puentes para cruzar ríos inexistentes.
Su primera oferta es mantener las misiones, ampliar las obras sociales y hacer una distribución equitativa de la riqueza petrolera, dándole un bono a cada venezolano.
¿Un bono a cada venezolano, proveniente de los ingresos petroleros? Veamos como se come eso.
Venezuela produce 3,2 millones de barriles por día y exporta 2,5 millones de ellos. Al precio actual (60 dólares por barril) ese nivel de exportación equivale a unos
4500 millones de dólares ó 9,7 billones de bolívares mensuales.
Ahora, todo el mundo sabe (no sé si Manuel) que las empresas tiene asociados gastos e inversiones. En el caso de PDVSA el costo por barril a nivel nación ronda los cinco dólares y la inversión de los próximos años está alrededor de 800 mil millones de dólares al año. Esto significa que a los ingresos petroleros habría que restarle 2,4 billones de bolívares al mes.
Nos quedan entonces 7,3 billones de bolívares mensuales, lo cual es insuficiente para darle el equivalente a un salario mínimo a cada venezolano, pues a cada uno le correspondería 281 mil bolívares por mes.
Todo esto significa que el bono de Manuel Rosales sería menor al salario mínimo y dejaría al país sin los ingresos petroleros ¿Cómo hará para mantener las misiones y mejorar las obras sociales? ¿Con qué pagará salarios y hará obras de infraestructura?
¿Cómo pagará la deuda externa?
Se los dije, si lo dejan hablar el pueblo va a enterarse de cuan capacitado está.