El candidato de Washington tiene los bosillos muy anchos. Ha ofrecido tarjetas de débito con un mínimo de 600 mil bolivares mensuales, con la posibilidad de llegar a dos millones de bolivares cada mes, disponsibles para todos y todas los venezolanos. Dice que es su manera de distribuir la riqueza petrolera del país, “como hacen en todos los paises petroleros en el mundo.” Los Estados Unidos de Norteamérica es un país petrolero, y no existe ningún programa que distribuye “la riqueza petrolera” a sus ciudadanos y ciudadanas. Ni en México, otro país petrolero, ni en Canadá. Tampoco lo hace Nigeria, ni Indonesia, ni Argelia, ni Ecuador. Lo que propone el candidato de Bush, no es solamente insustentable, sino anti-productivo. Si le dices a un venezolano desempleado o de clase baja o clase trabajador, que le vas a dar un millon de bolivares al mes por simplemente existir, no estarías promoviendo una buena ética de trabajo, ni contribuirías al desarrollar de sus capacidades dentro del sistema socio-económico-político del país. Más bien, de dicha propuesta, nacería una nueva generación peresoza y dependiente del estado de una forma enferma. El actual Presidente ha implementado una seria de programas sociales que buscan solucionar los problemas de la sociedad y de la pobreza desde el fondo, y corregirlos de manera permanente. Misiones sociales que comienzan con lo básico: salúd, educación, vivienda, trabajo, y luego profundizan en la construcción de una sociedad inclusiva y productiva: cooperativas, cultura, ciencia, medios comunitarias, defensa, educación superior, participación a nivel de comunidad en la política, micro y macro empresas y acuerdos internacionales a nivel social y comercial.
El candidato del imperio reveló que desea llegar a Miraflores “para cobrar”. ¿Qué va a cobrar, y de quién? Debe ser su inconsciente que de manera freudiana expuso su verdadera intención para ganar las elecciones presidenciales: volver al país a manos de un élite corrupto que durante décadas anteriores robaba y chupaba la riqueza del país e ignoraba y exluía la mayoría de los ciudadanos y ciudadanas.
En Nicaragua en los años ochenta, el gobierno de los Estados Unidos através de la National Endowment for Democracy (“la NED”), financió y asesoró la construcción de un movimiento de oposición al gobierno Sandinista que nació de la supuesta “sociedad civil”. Ese movimiento se llamaba “la coordinadora democrática nicaragüense.” Pero la CDN no participó en las elecciones presidenciales del año 1984, llamando a la abstención en lugar de ver a su fracaso en los resultados electorales. Durante los años siguentes, la Coodinadora Democrática se murió, debido a divisiones internas, intereses personales y la falta de unidad y objectivos claros. Unos años después, justo a tiempo para las elecciones presidenciales del‘’89, el sector opositor, compuesto por partidos políticos anti-sandinistas, medios de comunicación privados, sindicatos, empresarios, ONGs, etc., volvió a juntarse bajo el nuevo partido “UNO”. Con todos respaldando un candidato único, o una candidata, Violeta Chamorro, y con la bendición de Washington y más de mil millones de dolares invertidos durante los años anteriores, lograron ganar las elecciones.
En Venezuela estamos haciendo “re-play” de esa historia nicaragüense de los ochenta. Nuestra Coordinadora Democrática se murió después del referendo revocatorio, y ha re-nacido como el partido de la “UNIDAD”. Ni cambian los nombres. Los millones de Washington no han dejado de fluir, por cierto, han aumentado en cantidad y recipientes durante el último año. Pero como repitan estratégias, son fáciles de detectar, y entonces, de derrotar.
El valor del venezolano y de la venezolana no se puede empaquetar en una tarjeta de débito. Aunque seguro que habrán algunos y algunas que se dejarán manipular por las ofertas engañosas del Candidato de Washington, la gran mayoría no tiene precio.