¿Debate o desesperación?

A medida que se aproxima el 03 de diciembre aumenta la desesperación del candidato de un sector de la oposición. El heredero de la cúpula Adeca siente que su candidatura no avanza. La respuesta de distintos sectores sociales no satisface sus expectativas. Siente el rechazo popular. La estrategia de sus asesores no le genera confianza. Rosales comienza a percibir la realidad de su derrota y se desespera.

La postración política, ideológica y organizativa de la oposición es de tal magnitud que Rosales, con su discurso vacío e intrascendente, se convirtió en candidato con pretensiones absolutistas. La pobre elaboración lingüística matizada con una tartamudez congénita y el desconocimiento de la realidad social, económica, política y cultural del país se convierten en una limitación insuperable para una campaña electoral que tiene como protagonista fundamental a Chávez con un pueblo que ha desarrollado un significativo nivel de conciencia social.

Si algún efecto ha tenido la candidatura de Rosales ha sido movilizar a un mínimo sector de la oposición y desmovilizar a un sector mas amplio que se resiste a acompañar a un candidato con tantas carencias intelectuales y políticas.

A estas alturas de la campaña electoral, la victoria de Chávez resulta irreversible. La estrategia antidemocrática no ha alcanzado la resonancia que esperaban. La conciencia democrática del país se impone cada día con más fuerza. La campaña de desprestigio del CNE no logró su objetivo y la renuncia anticipada pierde fuerza como estrategia de la oposición golpista que disfruta del mecenazgo del Gobierno Norteamericano. A Rosales se le cierran los caminos y aumenta su desesperación.

La pretensión de utilizar las encuestas para alimentar una perversa campaña mediática que buscaba ubicar a Rosales en un supuesto empate técnico con Chávez también ha fracasado. Ninguna encuestadora ha anunciado resultados favorables al heredero de la cúpula Adeca. Todas coinciden en la victoria de Chávez y demuestran el estancamiento del candidato de un sector de la oposición.

Los supuestos actos de masa que solo provocan el entusiasmo financiero de sus organizadores, simplemente sirven para satisfacer la voracidad de unos medios de comunicación que han sustituido a los partidos políticos y actúan con indecorosa imparcialidad. La ilusión mediática de los actos de masas de Rosales pone en evidencia la falta de sabor a pueblo, a gente, a construcción colectiva. También allí, se percibe el fracaso.

Las propuestas de “Mi Negra” como gran programa social, la ridícula intención de pagar 5 millones de bolívares por cada arma como fundamento del combate a la inseguridad ciudadana y la poca valoración de las Misiones Sociales y Educativas desnudaron una desproporcionada demagogia y la intención de volver a ese oprobioso pasado de mentiras y engaños colectivos. Ese pasado de despilfarro de nuestra riqueza petrolera que dejó el país sembrado de miseria, pobreza, desempleo y exclusión social de toda naturaleza.

Ante esta cadena de fracasos y la inminente derrota que se le aproxima, los asesores de Rosales, esa guarida de la cúpula Adeca, le recomendó desafiar a Chávez a un debate público. Buscando un segundo aire.

¿Qué puede debatir Chávez con Rosales? ¡Nada de importancia! Sería como lidiar con un entrecortado ideológico que perdió la capacidad de pensar ¿Qué efectos positivos puede tener para el país? ¡Ninguno! Porque Rosales no conoce la realidad social, económica, política y cultural de Venezuela. Rosales es candidato a la Presidencia por una penosa circunstancia histórica caracterizada por la presencia de una oposición postrada ideológicamente y castrada en su capacidad organizativa. Una oposición antidemocrática que disfruta negando la esencia de la Soberanía Nacional y colocándose al servicio del Gobierno Norteamericano.

El pretendido debate de Rosales solo busca “oxigenar” una candidatura moribunda y no tendría ninguna repercusión positiva para el país. El debate de Rosales es un calmante para su desesperación. Una ilusión vaga y desesperada de un comando de campaña que naufraga de fracaso en fracaso

El debate de Chávez y el Chavismo es en la calle, con la gente, con las organizaciones políticas y sociales. El debate colectivo es por la construcción de la Patria Nueva, por el rumbo de los cambios necesarios y la transformación posible. El debate colectivo es por la construcción de un Socialismo para el Siglo XXI como desafío histórico de este hermoso Proceso de Cambios y Transformación Social condensado en la Revolución Bolivariana.


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Darío Morandy


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