El candidato y gobernador Manuel Rosales todavía no supera que el presidente Hugo Chávez no sólo le latiera en la cueva, sino que le diera tremendo revolcón en el Zulia, región a la que con su acostumbrado caradurismo tiene la desfachatez de considerar como terreno propio.
Porque además de la inauguración del metro de Maracaibo para beneficio de la comunidad, la actividad de Chávez en esta calurosa región sirvió para derrumbar ese mito de que en el Zulia Rosales es intocable, inderrotable, un líder indiscutible.
Nada más falso que eso, la gestión del candidato Rosales siempre ha estado signada por la mentira. Sus acciones son bien conocidas en esta ciudad por no llegar ni a pañitos de agua caliente.
De hecho, se ganó el remoquete en la colectividad de “Manuel Brocales”, porque pintando aceras y brocales de amarillo pensaba que se la comía ante una población que esperó estoica el momento preciso, para cobrarle una a una su incapacidad, su irresponsabilidad y sus falsedades.
Los marabinos le perdonaron que como alcalde centrara su gestión en discursos fantasiosos, la limpieza de plazas y la restauración de aceras y brocales, bajo el argumento de que las obras de envergadura las haría cuando fuera jefe del Ejecutivo regional que, por supuesto, era la instancia competente para la ejecución de esos proyectos.
Así llegó a la Gobernación, pero cuando le correspondió asumir el compromiso de las grandes obras que pregonaba y que verdaderamente requiere el Zulia, se quedó en los disparates, circunloquios y falsedades que Venezuela ha podido escuchar en su campaña presidencial.
Ahora pregona que esas obras las hará en la presidencia, pero ¿Quién puede creerle ya? Rosales acabó con la credulidad, la esperanza, la paciencia y la tolerancia de la gente.
Es un gobernante mediocre, pero ¡Ojo!, muy hábil y perverso. Afortunadamente ya se conoce y no se le toma en cuenta. Basa su campaña a la presidencia con la cantaleta de la “Tarjeta Mi Negra”, algo que ni la persona más ilusa y desinformada puede darle crédito.
La gente, principalmente de Maracaibo, sabe lo que “Manuel Brocales” es capaz de hacer por escalar posiciones políticas. Actualmente habla de esa tarjeta, pero ha hecho cosas peores. Cuando iba reelegirse a la gobernación tuvo la osadía de plantarse frente a las cámaras y prometer en cadena regional un puente alterno sobre el Lago de Maracaibo que partía de San Francisco y llegaba a Cabimas, Costa Oriental del Lago.
Por supuesto, cuando fue reelecto, esa promesa se esfumó con el mismo ímpetu que la anunció. Y cree que ya a nosotros aquí en el Zulia se nos olvidó esa burla, esa burda maniobra para engañara la gente y que como cada uno de sus anuncios, son una sola mentira.
Con el Metro de Maracaibo quiere confundir, pescar en río revuelto. Mantiene repleto los medios de comunicación social diciendo que esa obra la inició él durante su gestión en la Gobernación.
Pero pierde tiempo y dinero. Esa publicidad sólo sirve para generar ganancias a los medios como empresa, pero no surte ningún efecto como estrategia política.
Te conocemos Manuel Rosales, sabemos lo que había de Metro de Maracaibo, antes que Chávez decidiera acabar con tu guachafita. No podrás engañar a la población ni con esta ni con ningún otra obra, porque, reitero, te conocemos.
Eres un fiasco como gobernante, cuando te encuentras con los problemas serios en las comunidades, lloras, pataleas y pasas la bola al Gobierno nacional, así también te has cansado de hacer con la inseguridad, que es tu talón de Aquiles en el Zulia.
Tampoco quieres al personal que te rodea. Piensas que el país ignora que eres mala paga, Y cuando pagas, es porque te transas con los trabajadores humildes. A costillas de sus necesidades, negocias la deuda.
Así como lo oyen, cuando paga, cancela la mitad o una cuarta parte de lo que debe. Los trabajadores pobres acceden, pues es preferible algo que nada. Además todavía se les hace muy cuesta arriba enfrentarlo en los tribunales, recuerden lo que han luchado los trabajadores jubilados de la gobernación zuliana por sus beneficios…Manuel, te conocemos muy bien. Ya no engañas.
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