Enfermos de odio

La reacción intolerante que se produjo en un grupo de la oposición luego que el gobernador Manuel Rosales reconociera el triunfo de Hugo Rafael Chávez Frías, es el diagnóstico más fehaciente de que tienen un sector que sigue enfermo de odio.

Y eso que el gobernador zuliano se cuidó de sus habituales circunloquios famosos en su campaña electoral, al pronunciar un discurso un poco más coherente, que en algunos momentos hasta pareció sincero y en la que se las ingenió para reconocer el triunfo de Chávez sin admitir la aplastante derrota que sufrió al ser aventajado con casi tres millones de votos.

Sin embargo, esas declaraciones de Rosales que considero estratégica para evitar la deserción entre sus seguidores en un momento decisivo, histórico como ese, no le valió de nada a esa jauría que apostaba al golpismo. Gente, evidentemente, signada por el rencor, la venganza y la intransigencia. Como su candidato no se prestó a ese juego perverso ahora lo odian. Son unos traidores.

Se podría esperar que esos adversarios del Gobierno nacional y la democracia, continuaran atacando a Chávez, que siguieran sin ver las obras inauguradas, los proyectos en ejecución y los que están próximos a comenzar.

Que se negaran a ver los éxitos de las misiones, el crecimiento económico y cualquier otro logro alcanzado por el proceso revolucionario, pero de allí a derramar esa rabia contra Manuel Rosales, me parece inconcebible. Una actitud de desquiciados.

Eso, por supuesto, es un comienzo que no luce nada fácil para el ex candidato de la oposición, a quien se le ve una pretensión democrática, porque, de acuerdo a lo que se puede observar, así ni siquiera se sabe quien será el verdadero adversario del gobernador.

Se pudiera especular que Chávez sería su más acérrimo rival, pero vemos al líder de la revolución venezolana reconociendo la actitud democrática de Rosales, mientras que, al contrario, ese sector de la oposición que lo apoyó, actualmente lo ataca con una dureza indescriptible, incluso con adjetivos impropios de hacerse públicos.

Hasta Teodoro Petkoff recibe lo suyo por sus reiterados llamados a participar en las elecciones y las declaraciones del 3 de diciembre en las que dijo que los intentos de reabrir las mesas de votación y otras irregularidades fueron resueltas por del CNE y el Cufan. Eso no se lo perdonan. Ellos hubiesen aplaudido unas declaraciones que hablaran de fraude, para calentar la calle desde temprano, a fin de comenzar la aventura después del primer boletín.

Incluso, Petkoff en unos de sus artículos, aunque catalogó de comprensible el descontento, agrega que se trata de las mismas cotorras de siempre, carentes de sentido político, que viviendo en un mundo de pajaritos preñados, quieren ajustar la realidad a sus deseos. Los llama autistas de la política, que nada ayudan.

Para Petkoff más de 4 millones de votos constituyen el punto de apoyo para hacer frente a los retos que tienen por delante y añade que esos son votos para la acción política, para el ejercicio de la oposición.

Pero el odio mantiene ciego a un grupo. No perdona que alguien de la oposición en algún momento tenga una actitud conciliadora. Esa es la misma gente que sigue empecinada en el Chávez vete ya, del golpe del 11 y 12 de Abril, de las guarimbas, del sabotaje petrolero. Todavía no se dan cuenta de sus errores, del daño que le han hecho al país. Definitivamente, no creen en la democracia.

Jamás van a entender que más allá del chavismo, se requiere una oposición que aporte ideas, soluciones, que contribuya a la consolidación del país

Ahora corresponde a Rosales no prestarle atención a esos “cantos de ballenas” como las que él mismo escuchó cuando el “carmonazo” y en la elección de parlamentarios, por ejemplo.

Aunque en sus recientes declaraciones, Rosales ha lucido arrogante y echón. En lugar de hablar de la consolidación del país, habla prácticamente de hacer otro, con el mismo cuento de la tarjeta “Mi Negra”. De reducir el período presidencial a cuatro años y la segunda vuelta.

Esperemos entonces el proceso de reforma constitucional. De todas maneras, creo conveniente recordar -- porque como que todavía les parece poco-- que más de siete millones de venezolanos vamos de frente con el socialismo del siglo XXI en abierto respaldo al presidente Chávez, así que la cosa tampoco se trata de pedirle “peras al horno”.

albemor60@hotmail.com


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Alberto Morán


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