La conspiración y los líderes de nadie

Manuelito, Teodoro y Julio Borjes hacen esfuerzos desesperados por extender en el tiempo el título de líderes de la oposición, que los medios de comunicación le asignaron durante la reciente campaña electoral.

Nada sencilla habrá de resultarles la tarea, pues Manuelito salió de la contienda dejando a propios y extraños con la certeza de que es un pobre diablo, incapaz de hablar cinco minutos sin decir una bestialidad. Teodoro, por su parte, es un cadáver político cuyo capital es la repulsa de los sectores de izquierda y la desconfianza de los sectores de derecha; y Julio Borges quedó minimizado al dejarse chantajear para no participar en las elecciones parlamentarias y al aceptar ser segundón de un hombre con una estatura intelectual y política tan pequeña como la de Rosales.

Es indudable que a quienes de verdad manejan el accionar político de la oposición venezolana, les gustaría contar con algunos políticos que tuvieran más prestigio y mayor ascendencia sobre las masas, pero no tienen otra opción que jugársela con los tres chiflados. Dejarlos por su cuenta sería convertirlos en un triste recuerdo, similar al de los difuntos Salas Römer, Arias Cárdenas y Enrique Mendoza.

Ese lujo no pueden dárselo, pues no tienen mucho de donde escoger. Ellos saben perfectamente que con Oswaldo Álvarez Paz, Pablo Alcántara, Ramos Allup, Cesar Pérez Vivas, Liliana Hernández, Julio Montoya, Eduardo Fernández, Antonio Ledezma, Pablo Medina, Andrés Velázquez y otros de menor monta, no llegan ni a la esquina.

No tienen tiempo para esperar “el nacimiento” de un nuevo líder en la oposición; el fenómeno Chávez se agiganta en Latinoamérica y hace cada día más difícil su sueño de retornar al poder y disfrutar de esos privilegios que en mala hora disfrutaron. Con sus tres bates quebrados y unos medios cada vez más disminuidos intentarán “echar el resto” para salir de Chávez.

Conscientes están de que la ley habilitante profundizará la revolución y abrirá caminos hacia el Socialismo del siglo XXI. De allí la urgencia de usar todos los recursos disponibles para intentar desestabilizar el país.

La campaña especulativa, la desaparición de alimentos, la guerra mediática y los rumores de golpe forman parte de una estrategia con la que preparan el terreno para lo que será su gran causa.

Su estrategia se basará en despertar el temor en la población, para inducir al odio a partir de esos miedos. Una vez revivido el odio aspiran a pasar a la etapa de movilización contra el gobierno.

La supuesta ideologización en las escuelas y la ya trillada asunción, por parte del Estado, de la patria potestad de los niños serán los argumentos que utilizarán para despertar miedos

Esa película, lamentablemente para ellos, ya la vimos. No tienen ninguna posibilidad de éxito.

Ese plan con los líderes actuales de la oposición sólo servirá para confirmar lo que ya tantas veces hemos dicho: Ni manuelito, ni Teodoro, ni Borges sacan un chivo a orinar.

Nadie los admira, nadie los sigue con pasión, nadie los acepta como sus lideres, nadie está dispuesto a sacrificarse por ellos.

Su estancado caudal de votos es el mismo que obtendrá el próximo candidato de la oposición aunque este fuese un simio. Son votos que no les pertenecen, son simplemente votos contra Chávez producto de privilegios añorados o una disociación inducida.

Algún ruido habrán de hacer y bueno es que lo hagan para mantenernos alerta, pero conveniente es que sepan que no volverán.


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Alexis Arellano


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