Hace más de una década, los hijitos predilectos de Mario Vargas Llosa (Alvarito, Carlitos Alberto Montaner y Plinio Apuleyo Mendoza) publicaron aquella bazofia titulada “El Manual del perfecto idiota”, con el que tuvieron tanto éxito que ahora están entrando en su segunda fase con “El regreso del idiota”. Igualito como aquellos suplementos malísimos nunca más van a salir del tema porque en verdad que no tienen talento para ninguna otra cosa que vivir maldiciendo a los idiotas, y por ahí seguirán apareciendo: “El regreso del monstruo Idiota de la Laguna Negra”, “El regreso del Idiota Fantasma de Cuba”, “El regreso del Idiota Estrella Chávez”. Resultaron tan buenos sus alegatos, sus juicios y argumentos que los idiotas se están reproduciendo verdaderamente como animales de fecundidad proverbial. Y además tornándose imparables, peligrosos. Además de idiotas también somos parásitos y marginales.
Para cuando dentro de otra década los hijitos de Vargas Llosa publiquen “Los idiotas no tiene remedio”, ya la América toda estará cubierta por una idiotez generalizada, y ellos, los hijitos seguirán felices, como siempre lo han estado, en Europa o en Miami,… clarividentes, cuerdos y preclaros.
Él y sus hijitos son asiduos visitantes de Marbella, de esa lujosa joyería de 117 kilómetros cuadrados con 150 mil habitantes y con 500 palacios para los jeques que más mean y más follan, porque allí se folla como los perros. Porque él y sus hijitos forman parte del diez por ciento de la humanidad que consume el noventa por ciento de los recursos del planeta. En esos parajes fue donde Mario y sus hijitos concibieron la tesis de que los latinoamericanos son unos perfectos idiotas, porque en Marbella ellos pasan hambre de ricos para poner sus cuerpos a tono y estimular las musas que expresan el dolor que se siente en el altiplano peruano, por ejemplo.
Para entonces, dentro de una década, insisto, habrá al por mayor idiotas carnívoros (de la izquierda carnívora) en Perú, Chile, toda Centroamérica, México, además de los ya instalados en los “jurásicos” centros socialistas de Bolivia, Venezuela, Cuba y Ecuador.
La petulancia y soberbia de Vargas Llosa no conoce límites, y extiende sus petardos agónicos con maldiciones y otros líricos epítetos contra los idiotas irremediables de Ramonet, Alfonso Sastre, Harold Pinter y Chomsky, y a este último lo señala como un caso flagrante de esquizofrenia intelectual porque desbarra en política.
Mario Vargas Llosa en su odio fascista (racista), contra los idiotas se le escuece el ano y comienza a lanzar encendidos pedos contra los que siguen a Fidel y a Chávez. América Latina, para él y sus hijitos, está amenazada por el estatismo, por el populismo, por el odio a Estados Unidos y al neoliberalismo. Y el genio del padre de los tres dice que han vuelto a sacar la espada y a cargar contra los ejércitos de idiotas que se reproducen a la velocidad de los conejos y las cucarachas, y uno se pregunta ¿y entonces por qué carajo se estarán reproduciendo tan pavorosamente los idiotas?
Es decir que los hijitos y el propio Mario pelean como unos mosqueteros; son unos héroes bien arrechos enfrentados contra el maldito mundo de los muertos de hambre, y por ende terroristas de este lado del planeta.
Vargas Llosa aclara que sus hijitos no tienen ninguna clase de complejos y sin compasión le caen a mandarriazos a cuantos idiotas se le atraviesen. Porque ellos tienen mucho humor, saben reírse, tienen la panza floja y la jeta frágil. O sea.