Desapareció hasta convertirse en menos que un microbio, aquel Pedro Carmona Estanga quien fulguraba con tanta energía en el supremo firmamento de los escuálidos. Cuánta prosapia, cuántos inmarcesibles temblores cada vez que se dirigía a los venezolanos, erguido, empalado, soberbiamente bien vestido y mejor escudado por lo más ínclito de la alta burguesía. Lo aplaudieron, los estrujaron con abrazos en Washington y Madrid. Vaya Dios, que tipazo que también duro en el escenario político lo que un peo en un chinchorro. Pero en desapareciendo, pronto subieron al estrado de aquella fiera opositora muchos otros: le siguió Carlos Fernández quien terminó en pavorosa chorreada diarreica, y según los últimos informes médico de Provea aún no se le ha detenido. Simultáneamente pujaba por subir al carromato de la “salvación de la patria” Carlos Ortega, quien resultó bien Hortera, echando su paradita “salvadora” en una casa de Bingo del Este. Y la cadena siguió imparable con bobos bien tentetiesos como el Henríque Mendoza a quien se le perdió la gorra con cabeza y todo. El pobre Julio Borges perdió los últimos pelos que le quedaban en sus pleitos con los otros efebos que quedaron sin Justicia y nunca fueron primeros sino en trompadas. El Teodoro que sabía muy bien revivir muertos (sobre todo a su madre Ida Malec de Petkoff para cobrar una buena tajada de las empresas Foktep) quedó para guindarse de los nísperos del balurdo Manuelazo Rosales, y decir que es todo un mártir y reput(ad)ísimo hijo de la democracia.
En fin, ahora resulta que a Rosales le cayó además el frutero de Patricia Poleo y su desmadrado padre, quienes lo tienen totalmente destrozado entre los sufridos sifrinos de Miami. Rosales quería hacerse el pendejo y disfrutar en diciembre de unas jugosas vacaciones en Miami. Claro, el tipo se había hecho el mártir por unos meses caminando y saltando charcos, besando con repugnancia a negras, viejitas y carajitos y sudando como un puerco, para después COBRAR su vaina. Se acuerdan de aquella consigna "Vamos a ganar y vamos a cobrar", pues él fue a cobrar lo suyo tranquilamente, y resulta que salió cobrado, porque Patricia no le aceptó la jugada, porque Patricia es el ser más egoísta que ha parido escuálida alguna en el planeta. Patricia armó una banda de mariconcitos bien gritones y le cayó a piñas al Burrales, porque además le molestaba que le fuesen a dar un reconocimiento por su campaña electoral.
“Qué Campeón de la Democracia y ocho cuartos va a ser ese imbécil”, ha dicho Patricia y también le cayeron a carajazos a la Asociación Americana de Consultores Políticos, por afirmar que Rosales había realizado la mejor campaña política del 2006 en Latinoamérica.
Pero varias alumnas aventajadas de Patricia salieron enfurecidas a atacar al Manuelazo: “El que menos merece un premio por haber luchado por la democracia como campeón es precisamente Manuel Rosales'’, dijo Patricia Andrade, la presidenta de la agrupación de derechos humanos Venezuela Awareness. “El traicionó a todos los venezolanos que luchamos por la democracia y nos vendió al gobierno de Hugo Chávez'’.
Al parecer Rosales pidió reunirse en un barrio pobre de Miami, pero su propuesta fue arrechamente rechazada y contra su voluntad Maylin Silva, lo metió en un salón del exclusivo Hotel Sheraton del Aeropuerto, el antiguo Radisson Mart.
Rosales cagado como el propio Carlos Fernández junto con Gimoteo Zambrano, un dirigente de Un Nuevo Tiempo, canceló el encuentro. Y entre gritos de “Estamos dolidos porque confiamos en él'’, afirmó Silva. “No está actuando como un político. Los políticos tienen que aceptar que le reclamen o que le aplaudan'’.
Llovían las criticas: Ángela Silva-Reyes, una notario público cubanovenezolana que trabajó como voluntaria durante las elecciones presidenciales de diciembre en Miami, manifestó que pensaba ir a la reunión “por curiosidad, para ver qué historia trae. Pero creo que Rosales se burló de todo el mundo'’.
El ex candidato, quien permanecerá en Miami hasta mañana, recibirá el premio de Campeón de la Democracia hoy a las 6 p.m. en el Hotel Eden Roc de Miami Beach.
Qué vaina.
