Para Juan Guaidó las elecciones que se avecinan será en definitiva una pelea de perros. Para él, el presidente Nicolás Maduro no es ni más ni menos que un perro sin raza definida contra una jauría muy fina, entre la que destacan distintas razas como el bulldog Manuel Rosales, el pitbull Leopoldo López, la akita inu María Corina Machado, el chihuahua Enrique Capriles, el dogo Julio Borges, el staffordshire bull terrier Antonio Ledezma, el bully kutta Tequeño Crudo, el guasinero Andrés Velásquez, el cañamero Henry Falcón, el callejero Nicmer Evans, … Guaidó se autodefine en la última entrevista que le hace el diario franquista El País, y en relación con la contienda electoral que se avecina, como un muy consentido y bien domesticado rottweiler.

La entrevista es como para coger palco, sobre todo cuando le responde al periodista Juan Diego Quesada: "Superé todas mis aspiraciones en la vida, y lo que nadie me puede quitar es que pasaré a la historia como presidente de Venezuela, algo que no consiguió Leopoldo López, ni Enrique Capriles, ni María Corina Machado, ni Julio Borges, ni Henry Ramos Allup, tantos, tantos, que aspiraron y yo, que llegué de último y que no llego ni a cuarenta años me los eché a todo en forma y en buena lid ¿qué más quiere usted?"

Evidentemente Juan Diego Quesada se burla del pobre Juancito porque apenas empieza su nota coloca: "A Juan Guaidó le encanta contar historias. Mientras recorre sus oficinas —la planta 17 de un viejo edificio con ascensorista y unas vistas esplendorosas a los cerros de Caracas—, lo hace sobre el portero de su casa, sobre un taxista, un amigo, un primo. Hay una exageración de la personificación que vuelve un poco densa la conversación. Uno olvida por momentos por qué la charla gira alrededor de una vida anónima de la que no se tienen más referencias".

Para Juan Diego Quesada, no hay ninguna duda que Guaidó fue nombrado presidente por Estados Unidos, por lo que él mismo sostiene que su cargo ha estado vacío de contenido y que "con esa arriesgada operación diplomática no se ha logrado mover ni un centímetro del poder al sucesor de Hugo Chávez, más atornillado que nunca".

Añade Juan Diego Quesada: "Se puede ver a Guaidó como alguien que no tiene una visión irónica de sí mismo (porque evidentemente ante el mundo es un vulgar puppet de los gringos), pero también como un joven opositor al que las circunstancias lo colocaron en un papel extraño; tiene acné en el rostro producto del estrés. Ahora trabaja para ganar unas primarias al resto de opositores y disputarle a Maduro unas elecciones libres en 2024, si eso es posible de conseguir. Entonces podría convertirse en un presidente de verdad, sin asteriscos ni pies de página".

La entrevista es muy espinosa, es como caminar sobre vidrio o excrementos, dando salticos, apartando abrojos, tratando de visualizar algo que valga la pena, que tenga sentido o lógica. Guaidó cree haber encontrado una gran palabra o dato que le pasaron antes de la entrevista en el término ARTICULADOR: "Mi gran rol ahorita –dice- es articular unas primarias, cuando haya fecha de inscripción, evaluaré cuáles son las mejores opciones que tenemos. Las primarias tienen que venir con un acuerdo de gobernabilidad. Nosotros vamos a ir a esa elección presidencial".

Cuando Juan Diego Quesada le pregunta: "En una elección limpia, ¿está convencido de vencer a Maduro?, Juanito contesta rotundamente: "En una elección libre, limpia, no solamente yo le ganaría a Maduro. Si lanzamos a un perro, le ganamos a Maduro. Después de la respuesta se relame los labios como habiendo dado en el clavo y haber dejado petrificado a su insidioso entrevistador, porque a don Juan Guaidó le gusta que lo anden jurungando mucho los medios, porque lo que él tiene que decir no puede ser bajo presión de o burla de ningún tipo.

Cuando Juan Diego Quesada le pregunta ¿Qué lugar ocupan para usted las negociaciones del chavismo con la oposición en México y su eventual reactivación? ¿Le tiene fe a ese proceso?, la divagación de Juancito es espantosa: "Es una buena pregunta. No le tengo fe a la dictadura, solo quiere mantenerse un día más en el poder a costa de lo que sea. Pero la posibilidad de un acuerdo genera expectativas. Mi expectativa es lograr un acuerdo que fije fecha para elección presidencial. No que se diga que es en el año 2024 o antes. No, que se diga el día exacto. Hay que hacer competitiva la elección, que se consiga el respeto a los resultados. Nuestras peticiones son muy elementales: que la elección sea competitiva. Y el régimen quiere licencias petroleras, por ejemplo".

Lo arrecho es cuando Guaidó le dice a Juan Diego Quesada, que Petro ha sido muy pragmático al venir a visitar al "DICTADOR", pero entonces el periodista le retruca diciendo que la administración Biden lo ha hecho. El deprimente Guaidó queda callado y comienza a desvariar. Casi al final de la entrevista le pregunta: "¿Se ha sentido traicionado por Washington? ¿Le avisaron en marzo de que una delegación estadounidense llegaba a Caracas para reunirse con Maduro?, y responde: "Me avisaron cuando estaban aquí. No me he sentido traicionado. Ellos han sido claros en sus objetivos. Y viene la repregunta: "Pero ahora, para utilizar su término, Estados Unidos está siendo pragmático. La invasión de Ucrania ha cambiado el mundo y ahora le interesa tener contacto con Maduro. Recula Guaidó: "Una cosa es pragmatismo y otra cinismo". Juan Diego Quesada lo pone entre la espada y la pared: "¿Y cuál de los dos aplica Washington?", y el eterno guabinoso y patulequero responde: "Las sanciones son polémicas, pero he sido claro al decir que esa es la herramienta que tenemos.

A la final, el guasón entrevistado termina de este modo: "Te voy a ser sincero: he llegado mucho más lejos de lo que imaginaba en la vida. Soy un chamo de un sector muy popular. Un tío me pagó los estudios. Mi aspiración de vida ya hace bastante tiempo que la superé. En los libros de historia tendrán que poner asteriscos, pies de página gigantescos, explicaciones larguísimas, pero siempre dirán que fui presidente de Venezuela".