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Viendo a Mike Pompeo e Iván Duque proclamar, a los cuatro vientos, que efectivamente el Esequibo es de Guyana, y al mismo tiempo observar que ante este hecho, el vil silencio de doña María Corina Machado es tan elocuente, comprendemos y apreciamos en toda su vil catadura la dimensión de los viles y miserables propósitos de esta señora. ¡Ay Dios mío!, qué haría esta doña de llegar a gobernar (lo cual sabemos que es imposible). Los que quieran comprender mejor lo que digo, busquen en GOOGLE los delirantes encuentros y abrazos de aquellos días aciagos y amenazantes de la Batalla de Los Puentes, un hecho recogido con bombos y platillos por todos los poderosos y demenciales medios de Occidente: Reuter, EFE, CNN, DW, AP, El País, ABC, La Razón, Clarín, Diario Las Américas, El Nuevo Herald, Wikipedia, Infobae, Semana, El Nacional, El Tiempo, Bloomberg Línea, El Espectador,…
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¡No va a saber esta señora, que no es por su cultura, por su saber, por su nobleza o patriotismo que ella existe en el terreno político, sino por el oxígeno que le insufla los gringos! He ahí su maldad, su bendita y santa estupidez que la mantiene en la portada de tantos medios, la que la mantiene a flote como una gran cosa, exactamente igual como ocurría con los mequetrefes que hoy no valen ni medio en el escenario nacional, del Leopoldo López, el Juan Guaidó o el Julio Borges.
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No obstante esa, su catastrófica incultura, al menos, por su fétido abolengo, ella debería saber que su equivalente a principios del siglo XX fue aquel banquero llamado Manuel Antonio Matos, derrotado por el general Cipriano Castro. Matos hizo lo que ella hoy está tratando de hacer: que Estados Unidos encabece una invasión contra Venezuela y la coloque a ella como una Juan Arco. Esos sus planes desde que visitó a míster George W. Bush en aquella mansión hecha al estilo de los esclavistas del sur, que fundamentalmente sirven para acoger sólo blancos multimillonarios… Pero ella no llega siquiera a medio blanca. ¿Lo sabe?
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Qué carajo le puede importar a esta señora el hecho de aquel asesino de Bush, se ha echado al pico a dos millones de iraquíes. He ahí donde radica su maldad y prepotencia, ella quien fue en 2002, para posar y mostrar aquellas, sus rodillitas infatuadas que las valoraban en millones de barriles de petróleo. Ese ha sido su mayor logro en su vida, no sus supuestos estudios en la UCAB ni sus fatuos y elementales conocimientos, sino el haber sido recibida en la Casa Blanca, el mismo logro estúpido conseguido ante Trump por el imbécil de Juan Guaidó. ¿Es que acaso esta señora no se da cuenta de que esto, mañana, para proyectarse, también lo podría lograr, arrastrándose hasta el asco, una Gaby Arellano, un Vilca Fernández, un Cabeza e’ Motor, un Nixon Moreno o la misma Patricia Poleo? ¿Será que no podrá darse cuenta de eso, y que en ella lo que prevalece es la fatuidad, la soberbia, la maldad, la ignorancia y el autoengaño?
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Cuando doña María Corina Machado entró a la Casa Blanca, no sabía que ésta es otra mansión (de las que el viento no se llevó), con sus perpetuos amos, en cuyo trasfondo relucen otros colores impuestos y definidos por sus viejos capataces, el de los "amarillos" (los asiáticos), los "negros" (del África), los "marrones" o "café con leche" (los latinos)... Usted, doña María Corina, quiéralo o no es una café con leche. Entienda, que los blancos hegemónicos definieron todas las categorías de las razas en este mundo; definieron sus coordenadas geográficas, es decir donde cada uno de nosotros (los excluidos) debemos ubicarnos. Nada menos que inventaron el norte (el centro o el etnocentrismo), el oriente, el sur, el este.
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Ellos, los gringos, entretanto, se consideran los únicos ORIENTADOS en este mundo (mientras el resto del planeta debe considerarse en un limbo si Estados Unidos no los reconoce, no los defina). ¿Todo es necesario explicárselo a usted, doña María Corina? Porque sin cohesión lógica para entender esta historia, se carece de un punto de apoyo sobre la Tierra. ¿Nos está atendiendo? Pues, mire que le vamos a poner ejemplos clásicos: Cuando el ministro plenipotenciario de Estados Unidos en Venezuela Herbert Wolcott Bowen, se encuentre por primera vez con el presidente Cipriano Castro, enviará un informe al Departamento de Estado que es bien elocuente en relación con lo que estamos explicando. Decía aquel documento «El presidente de este país tiene una o dos gotas de sangre india en las venas, y está demás decir que vive en Suramérica. Tiene gestos que lo semejan a un mono». Usted, doña María Corina, sin pretender ofenderla para nada, es otra mona para ellos (y bendito sea para usted que así sea). Pero usted debería sentirse orgullosa de serlo para ellos, pero hasta allá no llegan su entendederas, su sabiduría, mucho menos la amplitud de sus conocimientos. Es que su color, su pelo, sus labios, pómulos y ojos exaltados, resaltan muchas gotas de sangre india en sus venas. Eso lo saben muy bien sus adorados gringos, señora.
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Entre 1928 y 1935 la América negra, india y "fea", tullida y ciega, estaba despedazada. Sobre Venezuela los reportes de las compañías petroleras hablaban de un enjambre de guerrilleros locos matando a seres inocentes; de viejos hacendados aindiados sin legalidad política que querían derrocar al bondadoso tirano Juan Vicente Gómez, protector de los emparentados con su familia; los reportes gringos de aquellos tiempos hablaban de intelectuales mulatos malvivientes que estaban atacando sin razón al gobierno, de aventureros negros sublevados y de hasta de filibusteros fluviales zambos luchando contra el demócrata liberal de Juan Vicente Gómez a quien gringos y europeos consideraban el más grande demócrata de América Latina de entonces. Vaya tomando nota doña María Corina…
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Cuánto nos costó a los venezolanos darnos cuenta de que Doña Bárbara también había estado en la Casa Blanca: la Bárbara Blanca como le decían en los llanos, a la madame que le prohibían refinar el petróleo en su hato, y que por lo tanto le fue necesario llevarlo a las islas de Aruba y Curazao para allí procesarlo: ahí donde el blanco que usted adora, doña María Corina, cubre todas las rutas de sus cargueros en la que se sienten seguros y tranquilos, bien lejos de ese negraje del que usted proviene. ¿Lo sabe?
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Habla suavemente el gringo maloliente que busca hacer negocio con los negros y mulatos, chascando la lengua y diciendo: "Yo ser amigo de todos". No bromea este colonizador con sus aprestos de tiendas, viandas, teodolitos: "porque si no, nosotros matar como en los safaris". La falsa carcajada que es un restallar de fusta en la cara de la patria. De largas botas, de gruesos overoles y brillantes cascos, con el highball en la mano. Blanco de pura pus, sin sangre en las venas, vil rana platanera (que nos perdonen las ranas), artistas todos de Hollywood. Rodeado de rebaños de balancines que cabecean sin cesar, pero que son sus mejores armas. Y del otro lado la bestial ignorancia de los negociantes de partido. Terrores, convulsiones, pestes, hambre, la tierra dura calcinada. Un sesudo letrado venezolano dijo que Venezuela entró al siglo XX en 1935, cuando muere Gómez. Es decir, al siglo XX de los nuevos y mejores prostíbulos para los gringos, quiso decir (don Mario Picón Salas).
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En 1929, el mulato de Rómulo Betancourt, con sus gotas de sangre negras e indias, comenzó a merodear por la Casa Blanca para hacer el mismo papel que desde 25 años viene haciendo doña María Corina, el que lo compraran bien barato, y… lo acabó comprando Nelson Rockefeller. Rómulo Betancourt sentíase vacilante y confuso en medio de legendarios luchadores como el general Emilio Arévalo Cedeño, quien andaba frustrado porque en su país ya no quedan hombres. Betancourt ofrecía a las compañías petroleras la continuidad de los mismos negocios de Juan Vicente Gómez, bajo el disfraz de un cambio democrático. Entonces se dedicaba a imprimir periódicos, lanzar proclamas y documentos contra "Don Bisonte", pero esa no era la guerra necesaria. Las compañías petroleras, para que Gómez se eternizara en el poder, estaban en el plan dicho arriba: dedicados a comprar "revolucionarios", es decir, a crear infiltrados en todos los frentes. Resultaba más barato y menos escandaloso que meterlos en una mazmorra, y fue así como la Standar Oil Company contactó a Rómulo Betancourt para que ayudara a malear la guerra. Rómulo comenzó a regar que con varios compañeros sería capaz de organizar un comando que tomaría Cumaná o Puerto Cabello. En 1829 corrió la noticia: Betancourt y Leoni se embarcan en La Gisela, con la intención de unírseles a José Rafael Pocaterra y a Román Chalbaud. La Gisela no sale de puerto; está averiada, y apenas si la mueve la zozobra de sus tripulantes. Betancourt y Leoni sacan de allí tres revólveres viejos y se van a la playa de Barahona a darse un baño. En sus escritos revolucionarios dirán que descalabrados y a gatas se enrumbaron a Santo Domingo. Después verán qué hacer con ese gesto que no fue gran cosa. Luego se trasladarán a Trinidad, donde esperan noticias del desembarco y de las acciones de Román Delgado Chalbaud. Todo es confusión, las noticias están empañadas de rumores, de chismes y hasta de chistes macabros. Estamos convencidos de que doña María Corina no conoce nada de esta historia…