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Así será este señor Edmundo González de inmoral, de descarado, que acepta, como si nada, el que lo carguen como un monigote, como un verdadero parapeto (de segunda o tercera) de María Corina. ¡Cómo un hombre, es capaz de aceptar tamaño papelote! ¡Carecer de un mínimo de vergüenza a sus 74 años! No saber qué decir ante la comunidad internacional, ni cómo asumir esa careta impuesta a machaca martillo, que de veras un verdadero ludibrio. Sin el menor pudor, él mismo acepta ser un títere de María Corina porque dice que los votos verdaderamente son de ellas, y con ese descaro pretende gobernar. Coño, ni para representarlo en una versión ramplona y cursi de un Sancho en la Ínsula de Barataria.
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Al señor Edmundo, pues, no le importa el papelazo que hace, lo cual lo define perfectamente, es decir un desvergonzado, un hombre sin carácter ni criterio propio para nada. Sin formación política, sin capacidad alguna para asumir el papel de candidato a la presidencia de la República, sin siquiera tener argumentos para dar una entrevista… Pero ahí va siendo llevado a empellones, haciendo un papel cien veces más ridículo que el de Juan Guaidó, si cabe. Nunca se había visto en la historia de país alguno tales dislates de una oposición, y esto ha sido así porque nunca han tenido una dirección política propia y porque todo se les dicta desde Washington.
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De modo, que Edmundo González es menos que un trapo que doña María Corina le agita a sus seguidores, un simple pendón, un muñeco que ni siquiera balbucea, que no tiene nada qué decir, que acepta ser llevado como un fardo de tarima en tarima.
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Ayer nomás, a sus 74 años, este señor Edmundo no era nadie para el venezolano, ni para el Departamento de Estado Norteamericano, ni para la comunidad internacional, pero llegó de pronto doña María Corina y lo sacó de su caja de esperpentos. Dijo la Doña hágase la luz y parió este nuevo adefesio, diciendo: "Este es el tipo que a mí me interesa y conviene para que sea el candidato que me represente". Con absoluto desprecio hacia su propia gente y con una brutal e inmensa responsabilidad para con el país. Antes había escogido a una señora (doña Corina Yoris-Villasana), igualmente anciana y desconocida para el pueblo venezolana, pero sí de su gusto y de sus burdos pareceres.
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Lo peor es el arrebiate, la escoria de estafadores y forajidos que ella ha logrado agrupar a su alrededor para darle "brillo" y "nobleza" a sus actos. Para que le acompañen en sus giras, en su campaña, ella tan fina y delicada: William Dávila Barrios, Andrés Velásquez, Guanipa, César Pérez Vivas… Qué despelote, caramba!