En 2000, Germán Colina cumplía 15 años y estudiaba tercer año, y su madre se plantó durante semanas a protestar con un cartel en la catedral en el que decía, "CON MIS NO SE METAN". Germán hoy está en el Estado de Florida cumpliendo prisión por pandillero. Recibe visita de su madre dos veces por semana, y ella sigue sintiendo que ella salvó a su hijo, de que lo malograran los "COMUNISTAS". Julián Marcano, compañero de estudios de Germán, cuya madre también enarboló la misma bandera de aquella oposición enardecida del año 2001 contra el "COMUNISMO", lleva en Texas, diez años bajo severos tratamientos de desintoxicación por excesivo consumo de estupefacientes. Su madre también le visita hasta tres veces por semana, sintiendo igualmente que al menos cuando estaba en Venezuela, ella pudo salvarlo de las garras del COMUNISMO. Son numerosos los casos como los dos expuestos arriba. Listas de jóvenes, hoy perdidos en la nada, convertidos en los fulanos ESCLAVOS UNIDOS, molidos por el vil capitalismo, pero "salvados".

Porque esos hijos, perdidos en la jungla del capital, jamás serán considerados gringos. Quedaron como subespecies de la esclavitud moderna, caricaturas similares a los pachucos (o chicanos) que deambulan por Los Ángeles o Nueva York, que lo más grandioso que pudieron producir en esa montaña de adefesios, en todas sus vidas, fue construir los conocidos lowriders con magwheels.

Corría el año 2001, y el país apenas estaba estrenando un gobierno totalmente diferente de AD y COPEI… todo cambio que el gobierno proponía ofendía a la oposición. Si hablaba del poder judicial, saltaban los adecos y decían que lo iban a controlar. Si debatía sobre la institución militar, que la iban a politizar. Cogían pulmón los líderes de la oposición para vocear y reclamar sus viejos y eternos feudos. Cuando someramente el gobierno trató de estudiar el asunto curricular en la educación primaria y media, y el horror de las amenazas de huelgas y protestas en toda Venezuela se pusieron a la orden del día. Los templos se convirtieron en los alcázares de las grandes batallas y arremetidas opositoras, y la consigna de cada día fue: "-Con mis no se metan". La Conferencia Episcopal Venezolana (CEV), junto con la Universidad Católica "Andrés Bello", y los requetés jesuitas de la revista SIC, se pusieron al frente de los ataques del gobierno.

Meterse con los hijos de aquella furibunda oposición, era hablarles de nuestra historia con los ojos puestos en la gran obra bolivariana. Meterse con ellos era debatir sobre la tragedia que desintegró a la Gran Colombia, estudiar por qué hubo un complot para asesinar a Sucre, cómo fue esaa empresa criminal de Cristóbal Colón y del genocidio de la colonización, cometido por los conquistadores españoles. Fue tal la furia con la que arremetió el poder dominante de entonces, tanto, que fue muy poco o nada lo que se logró cambiar en los vencidos y aberrantes pénsums de estudios, al extremo, que casi un cuarto de siglo después, casi todos siguen intactos. Ocurrió algo parecido a la guerra que la Iglesia le hizo a Luis Beltrán Prieto Figueroa en 1946, cuando se pretendió establecer el estado docente.

Otras madres, en aquellos primeros años del siglo XXI, siendo de oposición y extremadamente ladilladas por el comportamiento de sus hijos, les gritaban: "Ojalá te vayas y no vuelvas más, desgraciado. Cómo me amargas la vida…". Pero cierto tipo de joven de la clase media y alta, solían sacarles a sus "vieja", algo sustancioso de muna para meterse pases y comprarse unos calmantes para meter las cabras por la noche. Ricardo Álamo, trujillano, fue otro que su madre lo salvó de ser corrompido por el castro-comunismo venezolano. Se lo llevaron a Miami y allá lo registraron como Richard Alm. Tuvo que cambiarse el apellido porque no hay cosa que les degrade más a estos nobles de cuna, que cuando los presentan con esas bazofias de nombres latinos. Richard salió de Venezuela a los 16 años dos meses después del atropellado y fallido golpe de estado de don Pedro Carmona Estanga contra Chávez. Hoy Richard reside feliz en esa gran ciudad de todos los sueños imaginados, territorio de la libertad, de ME TOO y el TÚ TAMBIÉN, de las fulgurantes nenas que queman, pero también INALCANZABLES para los latinos.

Hoy en día, Richard es muy vago lo que ya hoy recuerda de su país. Se lo imagina como Agola o Haití con gente llena de muertos de hambre en la calle. Con las cárceles llenas de presos políticos, una nación verdaderamente destartalada, que lo avergüenza. Él todos los días le agradece a su madre que lo haya salvado de la PLAGA DEL COMUNISMO. Así que hoy la vida de Richard, puede decir que es de lo más chévere. Richard masculla un inglés apambichao, y se defiende bastante bien. Hay niveles de sueños americanos. No todos son iguales. Él pudo asistir a un instituto de medio pelo obteniendo un título similar al de bachiller, para luego continuar en una universidad de tercera o de cuarta, de las miles piratéricas que existen en el condado de Miami. Richard cuenta con una banda de amigos (todos salvados del totalitarismo cubano-venezolano) que ya llevan algún tiempo incursionando en el mundo de las redes, creando contenidos, haciendo de youtuber y montando ingeniosos podcasts. De allí él cree que algún día podrá el salto que lo lleve a un destino sin nombre todavía. Él piensa que se está superando porque ya dejó de lado a los playstations, que eran su pasión.

Lo bueno de estar en esas rutilantes avenidas de Miami, con sus acojonantes rascacielos, es que les dan a estos jóvenes, salvados del COMUNISMO, la poderosa sensación de que se encuentran en medio del último grito del progreso, a un tris de tener a Dios cogido por las barbas. Aunque mayormente los días se les vayan viendo y visitando virguerías de tiendas, atragantándose de thrillers cuando no de hamburguesas y papas fritas; hablando hasta la nauseas de marcas de ropa, zapatos, carros y motos. Eso sí, como si tratara de un mantra, todos los días le mientan la madre a Maburro.

Los padres de Richard siempre mantuvieron la esperanza de que, por un golpe de suerte, su muchacho pudiera empatarse con una de esas Helenas que queman y que le dan tanto caché a la especie humana, de ojos azules, esbeltas, de blond hair, con esas blancuras que encandilan. Doña Margarita de Mónaco Machado Zuloaga de Azpúrua y Pocaterra, su madre, cuando no le soporta la trinitonante música que le monta en su casa, le grita: "-Coño, te voy a mandar a Venezuela para que los chavistas te metan cien kilos de grillos y te disfracen poniéndote a marchar con franela y boina rojas". En casa de doña Margarita no hay una biblioteca ni falta que le hace: puros cuadros de artistas del estrellato de las telenovelas mejicanas, biombos, candelabros de plata, alfombras… y el cuarto de Richard, ricamente empapelado de Robotcops y marcianos musculosos superdotados. ¡Ah!, porque además Richard no pierde la esperanza de participar en el "Super Universe Latin Young", ya que su hermana se llevó el año pasado el cetro de Miss Nenita Internacional del "Schoolgirls Young Virgin Mommy".

Richard le roba los CD’s a la hermana, le miente como un bellaco a la abuelita cada vez que le pregunta qué hace en la calle; esconde droga en los anaqueles de la cocina, le importa un comino que le hablen de la historia de su país porque a fin de cuentas no piensa volver jamás a "esa mierda de parásitos, indios, negros y ahora con las cucharas que denunció Edmundo González. Sólo dios sabe, cuánto le cuesta a doña Margarita convencer a Richard para que asista, aunque sea diez minutos, a las conferencias en The Liberty Center Association for the Peace in Latin America, en las que disertan magníficamente redomados genios como Leopoldo López, Antonio Ledezma, Juan Guaidó, Carlos Vecchio, David Smolanky, Orlando Urdaneta, Patricia Poleo, José Antonio Colina, Aníbal Romero, Antonio Sánchez García, César Miguel Rondón,… para que algo "bueno" se le pegue…