Los ataques verbales de la oposición son cada vez más insustanciales, inconsistentes, sin ningún fundamento, al punto que pienso que ya arremeten sólo por mantener en el ambiente el enfrentamiento y las agresiones contra al presidente Hugo Rafael Chávez Frías, pero en el fondo ni ellos mismos creen lo que dicen.
Por lo menos, eso es lo que observamos y palpamos los que estamos pendientes de esas venenosas acometidas, sin embargo, como dicen por ahí: no se debe subestimar al enemigo por muy pequeño que sea. De hecho, en Caracas, cuando Chávez daba su discurso con motivo de los sucesos del 11 de abril, explotaron una bomba en la sede legislativa del estado Miranda. Siguen aprovechando el más mínimo descuido, para lanzar el golpe traidor.
De manera, que por eso y por muchas otras cosas no quiero y no se debe subvalorar, minimizar a la oposición. Siempre pienso que cuando bajan la guardia lo hacen con el fin de ganar tiempo y apertrecharse para las próximas embestidas.
Pero siento que las mentiras de la oposición se han caído por su propio peso, mientras que todas las marramucias, manipulaciones, traiciones, que entran a la molienda revolucionaria, han salido vueltas añico.
Entre esas manipulaciones y falsedades, hay una que es el colmo de la incomprensión, de la tozudez, de la insensatez, o más bien, de la estupidez.
Para la oposición, los 40 años de puntofijismo, de esa dictadura de Acción Democrática y Copei, que sumió al país en un caos, llenándolo de hambre y miseria, de excluidos que no tenían derecho a la educación, a la salud, no es nada, es algo así como pasar una página, como cerrar un libro de cuentos, mientras que los ocho de Chávez, para ellos son todos los años del mundo, toda una vida de penurias y calamidades, porque no ven ni un solo logro de este Gobierno. Aunque eso no es extraño. Como no se codean con la gente de los barrios, no observan los cambio.
Ni siquiera quieren que se les mencionen el pasado de esa mal llamada democracia, incluso, pretenden que a la gente se le borre de la memoria el sabotaje petrolero, el golpe del 11 de abril, como cuando uno le toca el botón de power al control remoto del televisor, para apagarlo y la pantalla se reduce violentamente a un puntito o a una raya blanca, que desaparece con la rapidez de un parpadeo, hasta quedar todo negro y en silencio.
No se detienen a pensar que esas acciones golpistas generaron lentitud, una desaceleración del desarrollo del Gobierno de Chávez en su momento.
Esto es tema para expertos, para analistas serios, pero en mi modesta opinión, casos como el sabotaje petrolero y el golpe del 11 de abril, devolvieron el proceso revolucionaria casi al principio, a su punto inicial. Presumo que no lo paralizaron, pero lo dejaron gateando, hasta que pudo levantarse nuevamente
Y es que si Chávez asumió el poder en 1998 y estas intentonas golpistas se registraron en 2002, obviamente, esos cuatro años de gestión fueron lanzados por la borda.
Pero la oposición odia estas cuentas, estas conclusiones. ¿Hasta cuando sabotaje? ¿Hasta cuando el 11 de Abril?, dicen como si eso hubiese sido cosa de levantarse después de ver una película de ficción, junto a la familia un domingo cualquiera.
Mucho menos quieren que se hable de los análisis de expertos serios que, como mínimo, estimaban unos 20 años para la recuperación del país.
Creo que si son un poco honesto y siquiera se detuvieran a observar la afluencia de personas en los almacenes y grandes hipermercados, los carros saturando las calles y avenidas en diciembre, durante el carnaval y Semana Santa, más bien deberían admitir lo rápido que se ha recuperado el país con respecto a los monstruosos estragos causados por la oposición.
Negarse a ver esta realidad es una tontería, por eso opino que decir lo contrario, sólo es para la oposición una manera de demostrar que poco les importan los beneficios para el país, cuando de continuar adversando y odiando a Chávez se trata. Por eso los tritura el proceso revolucionario.
(*) Periodista
albemor60@hotmail.com
