Federico Alberto Ravell les dijo: “Aquí hay dos gobiernos, no lo olviden. Desde siempre ha habido dos gobiernos. El nuestro nunca muere, así que ustedes procedan como mejor les parezca…”
Personajes al servicio de la CIA como Leopoldo Castillo, apoyaron las actividades imperialistas en El Salvador cuando gobernaba en aquel país José Napoleón Duarte. El gobierno de Duarte eliminó a todos los medios de comunicación independientes, no por medio de la censura sino del crimen directo y sin tapujos; mediante la mutilación y la destrucción física de periodistas, políticos, analistas independientes. Cerca de cien religiosos asesinaron los paramilitares de El Salvador apoyados por EE UU, entre ellos al obispo Oscar Arnulfo Romero. El tal Leopoldo Castillo nunca dijo nada sobre los crímenes de los paramilitares salvadoreños que él conoció muy bien, a pesar de que se hace pasar por periodista y gran sufrido por los ataques a la libertad de expresión. Cuando se quemaron unos soldados en Fuerte Mara en marzo de 2004, este maromero de la CIA hacía teatro, moneaba, asumía poses lloronas y trágicas, se atusaba con desesperación el bigote abrillantinado, miraba abismado por encima de los lentes mientras se colocaba de fondo un bolero triste de Julio Jaramillo. Un andamiaje cursi y macabro, ridículo y simiesco según los patrones que le encanta a la alta burguesía. Porque la alta burguesía venezolana es vulgar, inculta, pedestre y ordinaria.
En la oposición venezolana se produjo una pavorosa alteración de valores, y sus ídolos monstruosamente son ahora las corporaciones internacionales: Salen a marchar por RCTV, y en algunos lugares han escogido a los espacios cercanos a los McDonald’s para protestar. Todo en la oposición venezolana es aberración, hipocresía, una confusión moral espantosa. Dicen amar a Venezuela pero se la pasan en Miami y desprecian lo poco que producimos. Mejor dicho, de antemano se crearon el concepto, y lo asimilaron muy bien de que cuanto Venezuela es capaz de producir no vale la pena. Que para hacer las cosas por debajo de la calidad de otros países, sobre todo del Norte gringo, es mejor ni siquiera intentarlo. Fueron los dueños de esa oposición durante 40 años, gobernantes o relacionados con los gobiernos que aquí tuvimos y jamás se preocuparon por levantar una industria propia: ahora tienen el descaro de salir a agitar la bandera nacional. Durante esos 40 años no se atrevieron a meterle la lupa a las poderosas empresas nacionales o extranjeras que aquí no pagaban impuestos, ahora hasta cantan y se saben el himno nacional y lo entonan para desconocer al gobierno y atentar contra él, para declararse en desobediencia fiscal y civil. Son los que se han concentrado en lujosos centros comerciales para sabotear a los funcionarios del SENIAT que van hasta allí a exigir que no se evadan los impuestos.
Lo más asqueroso fue ver al Kiko las “Buenas Noches” pedirle al cantante Cheo Feliciano que se cuidara de este país porque Venezuela es una mierda y lo pueden robar en cualquier lado.
Ese ha sido siempre el patriotismo y la moral de esa mercenaria oposición. Una oposición que siempre estuvo muy bien acordada con los petro-espías, y le parecía de maravilla que el cerebro de Pdvsa estuviese en manos de la CIA. Dicen los dirigentes de la oposición que carecemos de Poder Judicial porque éste está sometido al gobierno, pero salieron a celebrar en Chuao la decisión del más alto tribunal cuando declaró que no hubo golpe el 11-A y quedaron sin castigo los generales asesinos que urdieron aquella horrible masacre. Masacre muy bien planificada con francotiradores que los propios jefes de la conjura colocaron en el centro de Caracas, pero según la moral de la oposición miserable, todo esto es muy válido para rescatar la “democracia” y los “derechos humanos”.
Quemando pretextos tras pretextos para derrocar a Chávez RCTV decidió colocarse al frente de la guerra para propiciar la caída y el asesinato de Chávez. Esto fue decidido en diciembre de 2006, en varias reuniones con un representante del gobierno norteamericano, Ravell, el Matacuras, Granier, Cabeza e´Motor, María Corina Machado, Baltazar Porras y Antonio Ledezma entre los más conspicuos criminales de la derecha. Tomarían como banderas el asusnto del desabastecimiento de alimentos, propiciar una gran inflación, volver al asunto del fraude y de los “presos políticos” para luego colocar sobre el tapete, ante la OEA y el mundo, el problema de los Derechos Humanos en Venezuela.
Para retomar el poder, los sectores oligarcas de Venezuela se lo imaginaron muy fácil: “No sólo nosotros hemos sido afectados por la llegada de Chávez –se dijeron-, sino gran parte de la comunidad internacional que tiene poderosos intereses en nuestro país. Por lo tanto procederemos en armonía con el máximo dueño del planeta para revolver las aguas y hacer ingobernable a Venezuela. Hay que volver al poder así sea por encima de la cabeza del diablo, con la ayuda de la alta jerarquía eclesiástica, principalmente de los dueños del negocio petrolero mundial, y echando mano por supuesto del recurso manipulador más poderoso en el negocio político como lo es la SIP”.
Desde el famoso Viernes Negro de 1982, aquí los grandes negociantes de la política nacional venían sosteniendo un principio harto utilitarista de que el dinero no tiene patria. Que era comprensible y quizá necesario y sano que se produjeran pavorosos desangres de nuestras reservas internacionales cada vez que entrásemos en algún coma financiero. Además de las crisis nacidas por algún conflicto provocado por sectores supranacionales había que cargar con enormes fugas de capitales. El país quedaba exangüe a la espera de un pequeño crecimiento de sus reservas para que volviese a ser exprimido. Mientras el país estuviese en estado grave, la clase dominante le podía exigir a sus gobernantes, en nombre del progreso y del desarrollo, cuanto le viniese en gana sobre todo garantías y leyes que protegiesen sus negocios y enormes apoyos financieros para sus proyectos.
Ciertamente los que nunca han tenido patria entre nosotros han sido los banqueros, los políticos de la derecha y los autodenominados“empresarios” venezolanos. Cuando los dirigentes carecen de patria, los recursos de la Nación, su soberanía, se encuentran a merced de toda clase de piratas y pirañas.
Resulta ahora explicable porqué aquellos “demócratas” proclamaban la carencia de patria para el capital nuestro (bandera de Luis Giusti), por lo que se sacaba de nuestros campos, de nuestras minas millones de dólares en pocos meses: claro, son los que hoy salen a batir palmas cada vez que se amenaza con invadir a Venezuela, cada vez que organizaciones internacionales piden que se nos aplique sanciones por cualquier minucia.
De la suprema esencia de esa oposición cuyos valores están anidados sobre personajes de la alta burguesía venezolana surgieron los patoteros del Este, especimenes como aquel Caramelito Branger que junto con otros jóvenes ricos de la oligarquía acabó implicado en el espantoso asesinato de un niño. El hijo del dueño de “Panque Once Once” que de puro macho y placer mató a una joven al salir de una discoteca e hirió a otras personas. Los hijos de papi que mataron en El Cafetal al profesor Alí Lameda. Los terroristas banqueros que junto con Thor Halvorsser (ex-presidente de la empresa telefónica CANTV y agente de la CIA según Carlos Andrés Pérez), Walter del Nogal (casado con la hija del reconocido banquero Salvador Salvatierra) y Helmeyer estuvieron implicados en la colocación de un coche-bomba usando un carro que le robaron a Alfredo Zing Reverón e hicieron estallar en el Centro Comercial Tamanaco. ¿Cuántos crímenes y aberraciones han quedado impunes hechos por hijos de papá en el Este, y porque en Venezuela al estilo de la justicia que se imparte en los países neoliberales ésta se mide por el bufete que asume la defensa de los asesinos y de los ladrones, es decir por el billete?
Por eso Mezherazne no fue a La Planta; por eso se fugaron Patricia Poleo, Carmona, Ortega, Lapi, etc. Por eso RCTV todavía aspira a detener la decisión de que no renueve la concesión. Esa es la verdadera situación política que se vive en nuestro país.
jrodri@ula.ve