Continúa la perversión

La oposición no escarmienta. En su afán de agredir a Chávez sigue cometiendo errores detrás de errores, con la única ventaja de que al final la situación se revierte en contra de ellos mismos.

Me refiero a la escasez de los productos de la cesta básica. Realmente, el bienestar económico que experimenta la población venezolana, se traduce en el incremento del consumo que pudiera provocar un desabastecimiento alimenticio.

Pero por experiencia sé, que algunas carnicerías o niegan los cortes regulados o venden a un precio superior al estipulado por el Gobierno nacional. Además, en muchos mercados frecuentemente falta leche, azúcar, pollo, granos...

De manera, que no me cabe duda de que existe un plan orquestado, a fin de seguir generando malestar, pero a mi juicio, se continúan equivocando, porque esas acciones no perjudican en nada a Chávez, sino al pueblo, a esa gente que es precisamente una piedra en el zapato para la oposición. Una piedra en el zapato —y me disculpan la redundancia— porque ahora con este proceso, esas mayorías están en mejores condiciones económicas de ir al mercado y no como en aquellos tiempos, cuando ni siquiera eran tomados en cuenta por los gobiernos de turno.

Y lo peor para ellos, por supuesto, es que no escatiman en lo caro que les puede resultar tal perversión, porque repito, no lesiona a Chávez, sino al pueblo. Recuerden lo que les ocurrió durante el sabotaje petrolero que, para colmo, no les dejó ninguna lección.

Durante ese sabotaje pretendieron estrangular a la población con el firme propósito de generar un efecto devastador que provocara la salida violenta de nuestro comandante.

Generaron situaciones en estaciones de gasolina, en las que se recuerdan colas como si fueran esas pesadillas que, por más esfuerzos que se haga, no se puede despertar.

Mediante la falta de combustible pretendían paralizar el parque automotor y generar una crisis total. Frenar el transporte, sobre todo de alimentos, con el objetivo de golpear a la gente en el estómago, y generar una contundente reacción de hambrientos en la que para obtener un trozo de pan, obligatoriamente había que sacar al Presidente de Miraflores.

El Gobierno activó los planes de contingencia, pero la gente igualmente padeció con dureza los embates de ese sabotaje visiblemente lideradas por Carlos Ortega, Juan y Carlos Fernández.

Con la fortuna para el país, de que se percibieron los esfuerzos gubernamentales en contraposición al odio que afloraba de los adversarios y que, desde entonces, los caracteriza.

Por eso, durante aquella angustia, principalmente en las gasolineras, se observaba que muchos acudían en grupos a echar combustible con la mesa y el dominó, hasta que los saboteadores resultaron derrotados y, al final, repudiados por esa población a la que maltrataron y humillaron, al igual como lo hicieron en las trancas y cierres de calles y avenidas, donde incluso, no les importó ni la vida de esa gente enferma, que murió dentro de los carros atrapados en las colas interminables.

Es que todo el mundo veía como los golpistas depravados, enviaban a la gente al sacrificio, a la calle, desde una oficina con aire acondicionado. A veces estaban hasta fuera del país. En ningún momento se ponían al frente de alguna marcha. Con toda frialdad mandaban a los demás a la buena de Dios.

En mi criterio, daños como el provocado a la industria petrolera no se repetirán, porque ya el Gobierno tiene el control de las empresas básicas, que antes estaban en manos de sectores poderosos. Sin embargo, es evidente que, en la medida de lo posible, la oposición continúa la guachafita macabra.

No mide que por atentar contra las mayorías es que se les revierte la situación. La gente está cansada de saboteos, actos que alteren la paz y la tranquilidad. No existe mayor fastidio que ir al mercado a buscar un producto y conseguir los anaqueles vacíos. Más cuando se sabe que lo hay, pero en su empeño de torpedear el proceso revolucionario, lo esconden.

Ya debo despedirme, pero antes quiero decir, que mientras conspiren se seguirán echando a la gente encima, aunque ¡ojo!, les advierto, que no por eso se deben subestimar. Recuerden que los golpistas fuertes de la oposición, actúan en cubierta. No dan la cara.

Periodista albemor60@hotmail.com


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Alberto Morán


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