Esta noche, por primera vez, escuche a un revolucionario llamar por su
nombre a los estudiantes que en los últimos días se han lanzado a la
calle a defender los intereses de Marcel y su empresa. Tenía que ser el
presidente Chávez quien pusiera las cosas en su sitio y le dijera a esos
títeres que lo que generan es lástima.
Lástima porque se supone que la pureza del alma de los jóvenes los
conduce, por lo general, a colocarse del lado de las causas justas y en
contra de los enemigos de su pueblo; pero ellos hacen todo lo contrario.
Tengo que reconocer que ya me sentía preocupado de ver tanta gente que no
quería tocar ni con el pétalo de una rosa a unos escuálidos de uña en el
rabo, simplemente porque son jóvenes y estudiantes.
Cansado estoy de escuchar a dirigentes del chavismo afirmar que la
mayoría de esos “muchachos” actúan de buena fe, mientras que el pueblo,
sabio como siempre, exige que le “paren el trote” a unos golpistas
inmersos en un plan desestabilizador.
Son jóvenes estudiantes, no hay duda, pero también son tremendos
escuálidos y como tales son enemigos de este proceso. No hay entre ellos
ninguno que no sueñe con ver a nuestro Presidente derrocado.
Por eso, porque piensan de la misma manera que piensan aquellos que
sabotearon PDVSA; porque están tan disociados como aquellos que
celebraron el decreto del carmonazo, porque los guía el odio y el
desprecio por los humildes, es que hay que enfrentarlos de manera
decidida y dejar de lado las sutilezas y los discursos ambiguos.
Ya basta de cuentos, ser joven y estudiantes no le da derecho a
delincuentes como Nixon Moreno, a intentar asesinar a un policía y violar
a una dama.
En Caracas hay decenas de policías heridos y lesionados; en Mérida un
joven de veintidós añitos pasará el resto de sus días en una silla de
ruedas, víctima de unos vándalos que se ocultan tras la fachada de
estudiantes; en Maracaibo decenas de humildes trabajadores de la alcaldía
fueron víctimas de la violencia de estos hijitos de papá. ¿Hasta cuando
nos colamos esta situación?
Esos carajos podrán ser jóvenes, pero no son pendejos ni niños de pecho.
Saben perfectamente lo que defienden y sobre todo lo que adversan. Están
claros en que forman parte de un plan para derrocar a Chávez y con gusto
juegan su papel de agitadores.
Ya lo decía descaradamente ese vagabundo al que llaman el cura Calderón:
“no les extrañe que más tarde, detrás de esos estudiantes vayamos
nosotros a brindarle respaldo”
Qué vaina es esa de que hay unos jóvenes mayores de edad, con buen nivel
educativo y con suficiente capacidad para comprender lo que hacen,
maniobrando para derrocar el gobierno y la gente nuestra tratándolos con
la misma delicadeza que puede tratarse a quien es orgullo para la patria.
Esa estrategia está equivocada, esos grandes carajos son escuálidos e
hijos de escuálidos y eso es sinónimo de golpista. Hay que tratarlos como
enemigos políticos, denunciarlos y desenmascararlos; cerrarles salidas y
sobre todo dejar la pendejada de brindarles espacios para que sigan
montando shows mediáticos como los que montaron en el Tribunal Supremo,
la Fiscalía General de la República y la Asamblea Nacional.
arellanoa@pdvsa.com