$3 millones más para el programa “Psicología para Ratas”

La base de la política internacional de EE UU se fundamenta en lo que se denomina PSICOLOGÍA PARA RATAS, y se encuentra muy bien especificado en el libro de Richard J. Barnet, “Guerra Perpetua”[1]. Este Programa ha tenido hasta el momento un éxito moderado. “Las Ratas venezolanas ser muy buenas, sólo que hay que mantenerlas en permanente jaque mate porque de otro modo olvidan sus tareas, pierden los mensajes y sus rumbos. Muy, pero muy caras han resultado hasta ahora…”, ha dicho Albert Paterson, alto ejecutivo de la ONG, American Conexión Film.

Nunca imaginé que un efecto tan vagamente superfluo y endeble, como usar unas simples imágenes de santos, lazos o crespones negros, banderas, gorras con marcas de RCTV o Globovisión; pocas palabras sencillas, símbolos hasta bobos, frases totalmente huecas, nos pudieran zarandear como a una rata sometida a permanentes y punzantes descargas eléctricas. Ahora lo entiendo claramente, cuando ante una sencilla expresión de Miguel Ángel Rodríguez en su programa “La Entrevista” (por RCTV) le pidió a su gente que saliera a protestar invirtiendo la bandera nacional. Previamente Miguel Ángel hablo con mucho orgullo del “Papá de los helados”, cuando se presentó al programa muy sonriente Marcel Granier. Se estaba usando la palabra helados porque en el programa “Psicología para Ratas” se le había dado luz verde al uso de muchachos universitarios para calentar la calle. Nada más apropiado que sugerir a un señor benevolente, rico, amable, que llega para repartir helados. No es nada bobo este asunto, aunque nos parezca horriblemente pueril o cursi. No, para los alumnos de quienes han trabajado para el Proyecto MK-ULTRA, ninguna de estas cosas es inocente.

A partir de entonces invertir la bandera se convirtió en uno de los símbolos predilectos de la oposición. Pero se añade a esta acción el de las manos abiertas, pintadas de blanco, en alto, con el símbolo de la paz y que fue promocionada diariamente por Globovisión. Luego los consabidos encadenamientos y las cintas de embalar en la boca de los manifestantes. En una de las carnavaladas se llevaba a alguien en una camilla que proclamaba haber sido uno de los muertos asesinado por el “socialismo del siglo XXI”. Una señora, con la bandera norteamericana en una mano y en la otra una pancarta pedía, en inglés, “freedom for my country, PLEASE. SOMEBODY HAS TO LISTEN…”.

El aspecto en muchos es el de la angustia, la fatiga, el acoso perenne de algo que no pueden resolver. Casi todas las personas entrevistadas en estas marchas imploran por la necesidad de que este “régimen” se acabe. Es gente, en verdad torturada, cansada de tener que salir a pedir libertad y no saber cómo de una buena vez lograrla, ni a dónde ir, ni qué hacer para acabar de matar a Chávez. En una ocasión Henríque Mendoza dijo que 350 mil venezolanos querían matar a Chávez.

La nueva batalla diseñada para las “Ratas” se preparó en noviembre de 2006, y con todo detalle se explicaba el plan, en un proyecto que en la portada llevaba el nombre de “La última cena”, con la consabida imagen del cuadro de Leonardo. En este programa se planteaba que había que levantar a los muchachos de las universidades, menos vulnerables a los ataques de la policía. Se pedía que no aparecieran los “políticos”. Fue así como comenzaron a aparecer gente que se metía entre barrotes pidiendo libertad de expresión. Otras y otros vestidos de negro, de luto activo, neto y formal. Además de una larga cadena de gente que se enorgullece de haber sostenido la más larga pancarta del planeta. A todo esto el “humorista” Pedro León Zapata llama el despertar de la imaginación. Pero a la final siempre se cumple el mismo ritual: fatigados los marchistas se dirigen a Las Mercedes para ver un programa humorista como Radio Rochela en vivo, y terminar así toda una jornada de protesta. En las dosis de “humor” que se procura transmitir debe siempre flagelarse a las “Ratas” con dos tipos esenciales de sensaciones: 1- Ustedes son superiores, exquisitos, clase aparte, inteligentes, decente, limpio y puro; lo bello, la única Venezuela posible, real y verdadera. 2- Lo otro es la excrescencia de lo más bajo y abominable, lo brutal, asqueroso, violento, insensible, ordinario, risible y miserable.

Igualmente, el efecto de la Psicología para Ratas puede apreciarse cuando corre como pólvora entre los oposicionistas que Chávez les quitará los hijos a sus padres; que se prohibirá el tinte del pelo en las mujeres, que se ordenará no escuchar más música vallenata ni Reguetón. Hay que tener en cuenta que esto no es nuevo y existieron versiones catastróficas de estos flecos demenciales en otras épocas, por ejemplo, en el mandato de Rómulo Gallegos, cuando los colegios católicos anunciaron que había llegado el Anticristo a Venezuela (entonces por vía de los adecos).

Dice Barnet, que todos los asesinatos ejecutados por EE UU en nombre del interés nacional siguen principios científicos de esta conducta humana. Estos principios persuaden a los ministros presbisterianos, a los ministros episcopalianos, a los profesores liberales y a los que practican el racionalismo de la teoría de los juegos, de que el homicidio burocrático no es arbitrario o sin finalidad.

Está claro que para los jefes de la CIA, la motivación humana es un derivativo de la psicología de las ratas, que según Barnet, los principales asesores del Departamento de Estado aprendieron en la Universidad (sobre todo en la Universidad de Yale).

El uso de la Psicología para Ratas se viene aplicando de manera admirable por Globovisión. En días recientes (finales de junio de 2007), este canal transmitió un largo reportaje con la intención de mantener viva las protestas estudiantiles que trataron de calentar la calle con el fin de sabotear la Copa América. Como si se tratara de una versión espantosa de la caza de judíos por nazis alemanes, se mostraban “torturas”, “violaciones a los derechos humanos”, gritos, espasmos de madres y niños pidiendo por la libertad de sus familiares presos. Jóvenes irían narrando cómo la policía los había torturado, y lo patético era que las fulanas “víctimas” al igual que Enrique Mendoza, no mostraban en sus rostros signo alguno de golpe, sino una curita en la frente. Pero le dedicaban más de diez minutos a los horrores que había sufrido. Lo patético fue la concentración de padres frente a la policía en Los Teques donde estaban detenidos, con sus trenes de abogados, con sus familiares llegados en coches de lujo, viandas de comida como si tuviesen años pasando hambre y miserias, lloros, escándalos, imploraciones de libertad, para luego concluir en el abrazo dionisiaco, feroz, a moco tendido besando, estrujando y apretujando a sus héroes. Un cuadro que ni en Bosnia, Bagdad o en la Chile de Pinochet se había vivido. Los niñitos de mami no habían estado más de seis hora presos (por los desmanes cometidos en la ciudad), pero fue más que suficiente para hacer ver al mundo cuánto habían sido ultrajados, vejados y torturados por el mayor tirano del planeta. Los padres a la salida exclamaban estar orgullosos por el valiente comportamiento de sus hijos porque habían aprendido muy bien las enseñanzas recibidas en un hogar noble, cristiano y decente.

[1] “Los hombres y las instituciones responsables de la política exterior de los Estados Unidos”, Fondo de Cultura Económica, México, 1972.


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José Sant Roz

Director de Ensartaos.com.ve. Profesor de matemáticas en la Universidad de Los Andes (ULA). autor de más de veinte libros sobre política e historia.

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