¿Hasta cuándo tanta pendejada?

Hace una semana escribimos una nota en la cual afirmábamos que era una
pendejada, ya demasiada frecuente, el brindarle espacios a una oposición
enferma y alocada para que monte sus shows mediáticos y los transmita al
mundo como evidencia de que en Venezuela hay un pueblo alzado contra un
“régimen que reprime las libertadas públicas”.
Cada oportunidad, como la brindada a los adequitos de las universidades
privadas en la Asamblea Nacional, ha sido y será aprovechada para montar
sus pantomimas.
Allí está el caso del asalariado de Ravel que se aprovechó de una de esas
bobadas para rechazar públicamente el premio Aquiles Nazoa.
El haberlo postulado para el premio ya era una tontería, otorgárselo rayó
con la estupidez, pero darle el derecho de palabra, en pleno acto, para
que escupiera su veneno, sobrepasó todos los límites conocidos de la
bobera.

Sin embargo, no es sobre el asalariado de Ravel y los sifrinitos de la
Católica, que queremos escribir en esta oportunidad. En su lugar
quisiéramos expresar nuestra humilde opinión sobre las causas que motivan
a nuestra gente a cometer pendejadas como las ya mencionadas.
A pesar de una realidad histórica que define bastante bien a quienes
gobernaron este país por décadas, y de un accionar, durante los últimos
ocho años, perfectamente alineado con sus antecedentes antidemocráticos y
fascistas; hay dentro del chavismo una tendencia a creer que en la
oposición convive un sector democrático y otro alineado con el golpismo.
¿De dónde habrán sacado tamaña fantasía?, ¿Será que vamos a seguir
autoengañándonos con ese cuento?, ¿es que el simple hecho de que Manuel
Rosales haya participado en unas elecciones lo convierte en demócrata?
Resulta inadmisible que dirigentes del chavismo le pidan a un sector de
la oposición que se desmarque del sector golpista, como si tratara de dos
grupos diferentes.
Ya es hora de que entendamos que el más demócrata de los opositores no
resiste dos pedidas para involucrarse en un plan golpista. No hay en el
seno de la oposición la más remota intención de reconocer a Hugo Chávez
como el presidente que quiere la mayoría de los venezolanos. De hecho, el
más caro anhelo de esa gente es retomar el poder para cobrarle a “las
hordas chavistas” su atrevimiento.

Se equivocan quienes piensan que la actitud fascista que mostraron en
abril y diciembre de 2002 fue la consecuencia de la alta polarización
política. Allí, como en el resto de sus acciones, se vio revelada, en
toda su magnitud, el alma de una oposición que se inventa argumentos para
justificar sus odios y miserias.
No es cierto que la pasión política llevó a los que ofrecían recompensas
por la vida de Bernal, a los que como salvajes se lanzaron contra el
ministro Rodríguez Chacín y el diputado Tarek Wiliam; a los que fueron
capaces de atentar contra la embajada de Cuba y a los que horrorizaron a
millones de venezolanos con sus actos de terrorismo contra la industria
petrolera, a convertirse en monstruos.
No necesitan argumentos para convertirse en monstruos , simplemente lo
son y se sienten orgullosos de ello… ¿acaso alguien ha percibido en
alguno la menor señal de arrepentimiento?

No fueron demócratas cuando gobernaron y nunca lo serán en oposición.
Poco o nada les importa los medios a los que tengan que recurrir para
retomar el poder y los privilegios que por siempre disfrutaron.
Pensar que algunos de ellos pueden ser sinceros cuando expresan: “Aquí
cabemos todos” o cuando hacen referencia a una supuesta “reconciliación
nacional” no es más que otra de nuestras pendejadas. Ellos sólo son
capaces de sentirse felices cuando al país, al gobierno, a los chavistas
o a la revolución les va mal.
Nuestra invitación, para concluir, es a que no sigamos engañándonos.
Construyamos la revolución teniendo en cuenta que existe un sector de la
sociedad que no duerme pensando cuantos chavistas habrá que fusilar
cuando retomen el poder, cuantos van sacar a patadas de las empresas e
instituciones del estado o cuántas cárceles tendrán que construir para
que no quede en libertad ninguno de esos “pata en el suelo”.
Hagamos nuestro trabajo, dejemos de pendejadas y roguémosle a Dios para
que se apiade de sus almas.

arellanoa@pdvsa.com


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Alexis Arellano


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