Definitivamente la oposición venezolana no aprende. Durante los últimos
diez años no han descansado un día de utilizar los medios de comunicación
para acusar a Chávez de cuanta vaina acude a sus enfermas mentes y los
resultados no han podido serles más adversos: Chávez crece en
popularidad, los medios pierden credibilidad y capacidad de influencia y
los dirigentes opositores se van quedando como el ánima sola.
Nadie parece tener en la oposición la inteligencia suficiente para
plantearse una revisión de la estrategia a la luz de los resultados. Cual
toro de lidia siguen embistiendo al mismo capote, sin tomar en cuenta las
vivencias de aquellos que como ellos actuaron.
Una de las demostraciones más claras de la estupidez opositora es la
actitud que han asumido respecto a la constitución vigente.
En 1999 esgrimieron toda clase de argumentos para impedir, en primera
instancia, que se llamara a constituyente y luego para oponerse a una
constitución que calificaron de bastarda.
Más adelante dieron un golpe de estado y abolieron esa constitución,
celebrando la restitución de la de 1961 y desconociendo hasta el homenaje
que a Bolívar se rinde en la de 1999, al denominar al país como República
Bolivariana de Venezuela.
Sin embargo, una propuesta de reforma constitucional hecha por el
Presidente fue suficiente para convertir a esa loca oposición, en la
defensora más aguerrida que jamás constitución alguna haya tenido.
Causa risa, cuando no lástima, ver a quienes despotricaron de la
constitución de 1999 reconocer ahora que tenemos la mejor constitución
del mundo.
Vuelven, sin aprender de las derrotas pasadas, a poner en práctica la
misma estrategia de la mentira y la manipulación a través de sus medios.
Chávez quiere ser rey o presidente vitalicio, la propiedad privada será
abolida, la educación privada y el inglés como asignatura serán
eliminados, nunca más venderán cerveza ni permitirán el uso del traje de
baño.
No podemos perder el tiempo respondiendo tanta necedad; sobre todo cuando
estamos conscientes de que ya no hay posibilidad alguna de engañar a este
pueblo.
Por ello, comentaremos solamente la cacareada reelección indefinida con
la cual, según los mismos de siempre, Chávez pretende perpetuarse en el
poder.
Lo primero que debemos hacer es asociar la campaña contra la reforma
constitucional con la desplegada a raíz de la no renovación de la
concesión a RCTV. En esta última afirmaron que Chávez estaba ido, que su
popularidad se había venido al suelo y que hasta Marcel Granier y el
matacuras lo aventajaban en popularidad.
¿Por qué están tan preocupados entonces? Lo único que tienen que hacer es
esperar que los millones de chavistas que le retiraron su confianza a
Chávez, lo demuestren en las urnas. Que los llamen a votar contra la
reforma y ¡zas, se acabó!
La dura verdad es que nadie puede ser reelegido sin el respaldo del
pueblo y eso los aterroriza. Odian el saber que esa inmensa cantidad de
seres humanos a los que ellos ven como chusma tenga un peso tan
importante en esa y en todas las decisiones que sobre el destino de la
patria habrán de tomarse.
Por otro lado, no se trata de una reelección indefinida ni de una
reelección continua. La constitución no reelige a nadie, ese es un
derecho intransferible del pueblo, y plantear que éste, cual borrego,
reelegirá siempre al candidato en funciones, no es más que una idiotez o
una descarada intención de manipular.
La propuesta de reforma, en lo que a este aspecto se refiere, tiene que
ser que cualquier ciudadano tenga el derecho a ser candidato tantas veces
como lo desee.
No es justicia que quienes resulten rechazados por el pueblo en sus
aspiraciones a ocupar un cargo de elección popular, puedan ser candidatos
tantas veces como quieran; mientras que pretenda negarse ese derecho a
aquellos que precisamente por contar con el respaldo del pueblo,
resultaron elegidos para un cargo determinado.
arellanoa@pdvsa.com