Está por surgir un nuevo tipo de arte en las modas, llamado “pasarelas con turbas”, que ha sido inspirado por las múltiples marchas que se han dado contra Chávez en Venezuela y Miami desde el 2002. Originalidad y variedad de estilos propios e importados se aprecia en la rica vestimenta de estas marchas: bolsos, mochilas con calzones sueltos, koalas; los monos, bermudas, chanclas, gorras, chaquetas, sombreros, chales, bufantas, foulards, zapatos, botas y botines; suéteres, pullovers, franelas estampadas con slogans en inglés muy agresivos e imágenes de thriller político, que han hecho se estén montado en Caracas cinco agencias de moda con expertos diseñadores llegados de Paris, Milán, Nueva York y Londres. También, una a la originalidad de la vestimenta resalta el uso de las joyas de artesanía nacional combinada con Cartier y Bulova y relojes Rolex, Omega y Bvlgari entre otras marcas.
Antes de marchar lo más exquisito del Este se entrega con mucho cuidado y ahínco a seleccionar sus vestimentas. Es una verdadera delicia visitar los puntos de concentración antes de iniciarse una de estas marchas por los delicados y finísimos efluvios que brotan de todos los cuerpos presentes. Una verdadera sinfonía de olores de las casas Chanel, Dior, Bvlgari, Rochas. Todo esto, sin descartar los magníficos maquillajes Estee Lauder, Vichy, Dior, sin excluir el estilo a lo Drag Queen. Las expresiones que más resaltan en los encuentros iniciales de estas marchas son “¡Great!”, “¡Insuperable, Dios mio!”, “¡Verdaderamente fashionable!”, “¡Terrific!”, “¡Estás hecha toda una Kate Moss!”…
Pero la parte más deliciosa de estas jornadas, para hacer balances de lo sucedido, se da por la noche, finalizado los calores agobiantes de la ciudad (después de un vivificante baño en saunas), en lugares vip del Este de Caracas. Entonces la originalidad se echa literalmente por la ventana. Se aprecian mucho en estas veladas las guayaberas en los hombres, y en las mujeres por lo general pantalones en seda y por encima forrados en velo negro y una blusa de color fuerte, con tiras y con un cuello caído. En estos encuentros, la guayabera que se usa es casi siempre blanca y muchos también llevan blanco el pantalón. Así, por ejemplo, se ha visto en varias ocasiones a Antonio Ledezma, quien por su larga trayectoria política ha conseguido ocupar un puesto de prestancia en estas veladas. A Antonio le encanta combinar el pantalón con zapatos camel. Cuando Pedro Carmona saltó a estrellato de estas cálidas reuniones que se hacen al aire libre, él llevaba a su señora esposa con vestidos color fuerte, largos, pero con sandalias, por encontrarnos en el mero trópico.
Al principio no fue nada sencillo aplicarse a estos ajetreos de lo que podríamos también llamar modas de Cuarta Generación, por el horror al sudor y al contacto con otras transpiraciones (“con mucho comino”, dicen ellos) traídas allí por gente (y que de Bandera Roja, pero en realidad “lo que quieren era aprovecharse de estar junto a la clase social de lo más refinado del Este”) que prácticamente bajan de los cerros. La sola mirada de aquella gente con los brazos escoriados y picados de insectos, o vaya a saber Dios de qué tipo de inmundas alimañas realmente ensucian con sólo mirarlos
Para la gente fina del Este es realmente insoportable mirar a la chusma, que jamás habían imaginado tener tan cerca, con esas uñas negras y horriblemente agrietadas y cortadas sin limar; con esos dedos costrosos y esas miradas lúgubres y ausentes que inspiran a veces miedo, desconfianza, y en lo que no se puede evitar sentir algo de asco o desprecio. A veces lo que la gente comenta en estas marchas nada tiene que ver con el ambiente de la política nacional, sino con las observaciones sobre los marginales y ordinarios que se encuentran en el camino y que lamentablemente y por necesidad histórica de estos esfuerzos libertarios, de vez en cuando se colocan a sus lados. No entienden cómo estos seres pueden ser tan abandonados, y son sensaciones que les traspasan los huesos, porque hay gente rara que va allí a marchar con botas de hule. Con chanclas de plástico. Todo de ese espantoso plástico relumbrante, comprado en los remates que se ven en los inmundos mercados. Les admira que el Sol no les dañe y que tan tranquilamente puedan exponerse a él sin gorras o sombreros. Gente que en nada se cuida el pelo, y que se lo amarran por silvestres o cerreros con pañoletas que semejan cabuyas o cuerdas también de plástico. Misteriosamente, a veces a estos ricos les sobrecoge también una especie de envidia mezclada con una desolada impotencia: tener que exponerse a estas visiones, a estos encuentros, a estas penas, todo para salir de Chávez. Cuántos dolores y sacrificios, Dios mío. Por lo que hay que pasar. Vainas.
“A fin de cuentas –ha expresado el peluquero Giovanni Capiello- la revolución del chavismo está ofreciendo igualmente nuevas perspectivas de creación dentro del diseño en el marco de la moda moderna. En tal sentido hemos tenido conversaciones con los alcaldes de Baruta y Chacao para organizar en el Este una especie de Marchadromo con eventos trimestrales.” Capiello diseño para Capriles Radonsky un muy comentado grafiti en la cabeza con su propio pelo.
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