No estaban muertos sino de parranda. Aparece por aquí Miquilena y salta por allá Menen. Mañana será “El Consejo de Ancianos Democráticos Nacionalistas” del sector criollo, CADENA, conformado por Enrique Tejera París, Luis Miquilena, Manuel Caballero, Teodoro Petkoff, Carmelo Lauría, Oswaldo Álvarez Paz, Rafael Poleo, Pompeyo Márquez, Jaime Lusinchi, Rafael Caldera, Carlos Andrés Pérez, Simón Alberto Consalvi, Guillermo Morón, Germán Carrera Damas, Antonio Cova, Luis Ugalde, Rosalio Castillo Lara, Marcel Granier, Federico Alberto Ravell, Maza Zavala, Octavio Lepage, Alfredo Peña, Alexis Márquez Rodríguez, Antonio Ledezma, Pedro León Zapata, Canache Mata, Nelson Bocaranda, Didalco Bolívar, Ramón Martínez, Allan Brewer Carias, Asdrúbal Aguiar, Agustín Blanco Muñoz, Reinaldo Leandro Mora, Fernando Ochoa Antich, Fausto Masó, Luis Alfaro Ucero, Paulina Gamus, Milagros Socorro, Marianela Salazar, Martha Colomina, Salas Römer, Calderón Berti, … todos los cuales deberán estar muertos para el 2012. Es de aclarar que toda esta gente había hecho reservación para tener una parcela en el Panteón Nacional. Y confían en que las historia los reivindicará.
No olvidemos que donde hoy se encuentra el Panteón Nacional estuvo la Iglesia de la Santísima Trinidad. Es justo decir, que los restos que reposan en el Arca Suprema del Panteón no son de Bolívar. Cuando el Libertador muere, para enterrarlo y hacerle un cajón, se hace una recolecta pública. No sabiendo que hacerse con aquel muerto, que nadie quería, el día lunes 20 de diciembre, se le lleva a un sepulcro de la familia Díaz Granados, ubicada al pie del altar de San José, en la catedral de Santa Marta. No se le coloca lápida, sino meses más tardes; una lápida que ordenó hacer en EE UU, el capitán Joaquín Anastasio Márquez. En 1834 ocurre el terremoto que destruye Santa Marta, con ello parte de la nave de la catedral San José, y se hacen cambios de cadáveres. De modo que cuando Páez ordena el traslado de sus restos a Caracas, en 1842, no hay modo de saber qué escogen, que se traen. Don Pepe Izquierdo hizo un denso estudio anatómico de los supuestos restos del Libertador, los cuestionó seriamente. Misteriosamente, la Constituyente de 1946, nombró una comisión donde estaban de entrometidos Rafael Caldera, Andrés Eloy Blanco y Monseñor Pulido Méndez, e hicieron desaparecer el supuesto cráneo de Bolívar. Hay que sacar de allí lo que haya de Bolívar, y hacer cumplir los deseos de Isaías Medina Angarita, quien quería edificarle un mausoleo especial, aparte, en la cumbre de El Calvario.
Ramón Díaz Sánchez[1] cuenta que en 1930 cuando se revisaron en el Panteón la cripta que guardaba los restos de Antonio Leocadio Guzmán, no encontraron sino ladrillos.
Algunos políticos, en vida, digo, compraron su parcelita en el Panteón, el primero fue Antonio Guzmán Blanco. Es posible que Antonio Guzmán, sólo se propusiera levantar tan formidable “valle de los caídos”, para colocar allí a los grandes jefes de la Federación, y así exculpar el asesinato que había cometido contra Ezequiel Zamora. Algo parecido a lo que hizo el general Francisco Franco para que no se olvidara su “gesta” contra la República. En el Panteón se encuentra El Agachao (José de Jesús González). A El Agachao lo mataron a machetazos en 1859, enfrentando a las tropas del general Carlos Zerpa, y en aquellos tiempos, el que moría en combate no lo enterraban. Sus restos fueron buscados veinte y tantos años después que lo descuartizaron.
También se encuentran allí los restos de Judas Tadeo Piñango, el gobernador de Mérida que puso precio a la cabeza de Bolívar y quiso fusilar a Sucre en aquella comisión que se trasladó a Cúcuta en 1830. Piñango decretó fiestas, día de júbilo en todo el Estado cuando supo la muerte del Libertador. Aprendan historia venezolanos, no sean pendejos.
(ACLARATORIA. EN MI ARTÍCULO SOBRE CIPRIANO CASTRO dije que la deuda pública de Venezuela sobrepasaba los 197 mil millones de bolívares, cuando sólo era de 197 millones de Bs).