Carlos Tablante junto con Ramón Martínez se lo habían planteado en varias oportunidades, pero Ismael les pedía calma, esperando una mejor oportunidad. Se trataba del maldito asunto del dinero; cuando Maduro le pide a Ismael que se mire en el espejo de Miquilena, García se muere de la risa: “ojalá yo me pudiese llevar la cuarta parte de la bola de billete con la que se cargó don Luis. Ese sí fue un hombrazo, a quien admiro profundamente, y él lo sabe porque muchas veces lo discutimos con Tobías Carrero”. A Ismael todas esas cosas de “revolucionario”, “bolivariano”, “socialista” o “izquierdista” le resbalan totalmente, al igual que a Miqui. Lo que se llama “acción política” para este tipo de gente viene definitivamente encuadrado dentro de los negocios que se tasan en dólares, en plata de la buena, siempre bajo la pregunta que se hace en una mesa de buenos jugadores de: ¿Cuánto me ganaré con esta posición?
Con Chávez en pleno ascenso, Ismael gritaba, gesticulaba sosteniéndose el lentecito cuarenta veces en cada tembladera: venía funcionando más o menos bien el típo, con su grupito de PODEMOS, con el que consiguió dominar algunas pequeñas taifas. A medida que se iba radicalizando la revolución, él llamaba a las fuerzas reaccionarias, se comunicaba con las mafias de la derecha y les preguntaba: “Ajá, y si yo me independizo del gobierno en este momento, en qué se traduciría el apoyo de ustedes? Háblenme ustedes de sustento, de hechos reales, vayamos al meollo del problema de un sustento en el que necesito contar con varios compañeros de lucha a los que no podré dejar solo, porque a la vez ellos representan un soporte para enfrentar al gobierno y de paso a ustedes también les interesa que no vayan a quedar desamparados. Yo en lo particular no tengo ningún problema porque realmente estoy claro en que no debo continuar del lado de Chávez. Yo no comparto esas ideas socialistas que propone porque no están en mi proyecto personal, ni muchísimo menos me puedo embarcar en esa conformación del PSUV donde quedamos nosotros los de PODEMOS reducidos a la suprema nulidad de la nada. Pero necesito entonces saber en este trabajo político, cómo voy a sustituir mi actual función, y además por cuánto tiempo voy a recibir apoyo por parte de ustedes.”
La embajada norteamericana le envió un emisario y se lo puso bien fácil: 1º posibilidad de contactar y viajar cuantas veces quiera a Miami. 2º protección total para su persona y su grupito. 3º financiación de su grupo con pago en dólares, con una bolsa de trabajo asegurada por tres años. 4º presencia constante de él y de su grupito no sólo en los medios nacionales de Globovisión, El Nacional y El Universal, sino en toda la red que depende de la SIP desde la tierra del fuego hasta Canadá y 5º viáticos en dólares para atender conferencias y reuniones en EE UU.
Ya Ismael conocía la tajada que en este sentido recibieron Andrés Velásquez, Carlos Melo, Pablo Medina, Gabriel Puerta, Américo Martín, Teodoro Petkoff, Pompeyo Márquez, Didalco Bolívar, el mismo Ramón Martínez, entre otros.
Ismael cuenta su dinero, hace cálculos, se mueve por el país, le están pagando en dólares y su jeta promete agrandarse de manera mayúscula en los combates por venir en estos tres meses. Ha pedido que le den un espacio al frente de las marchas de los estudiantes que comenzaran a levantar fuertes barricadas la semana que viene. Ya se encuentra en la Facultad de Ciencias Económicas, FACES, en la ULA, dictando una conferencia. Él ha dicho que tiene mucho más fuelle que todos los que han brincado talanqueras en el pasado. “Estoy más contento que chivo en bajada”, ha gritado. En fin, feliz porque ha conseguido que le paguen lo que él dice valer. RIP.
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