El eco tonto

Es natural que en alguna etapa de la vida casi toda persona tenga que “hacerse eco” o repetir lo que otra persona dice, sobre todo si la persona de la cual alguien se hace eco tiene ascendencia o mayor jerarquía que quien repite. Esto se observa en el núcleo familiar en las relaciones padre-hijos o de un hijo respecto a un hermano menor, aunque esta calidad de eco suele tener corta duración y cesa cuando “el eco” madura, adquiere su propio criterio y manda a sus padres o a su hermano bien lejos cuando quieren imponerles criterios u opiniones de las cuales él discrepe. En otros casos, cuando alguien forma parte de una organización jerárquica (militar o civil) también tiene que “hacerse eco” de lo que digan los que están más arriba en la escala jerárquica, so pena de exponerse a medidas disciplinarias, si es militar, o ser destituido del cargo que ocupe, si es civil. En estos casos, generalmente, se crea un conflicto interno en la persona que tiene que repetir lo que le dicen, aunque vaya en contra de sus principios lo cual desemboca en la frustración del personaje o en la sublevación o la renuncia del mismo, según pertenezca al sector militar o al civil, aunque se da igualmente en listas de correo electrónico entre personas que pueden conocerse o no. Otro tipo de eco es el de los creyentes de cualquier religión o, peor aún, de cualquier secta, los cuales repiten como loros los mensajes que sus líderes religiosos les inculcan y les exigen su práctica aunque ellos no los practiquen, es decir: “Has lo que yo bien digo y no lo que mal hago” y en este caso la persona que sirve de eco a los líderes religiosos actúa por miedo a no gozar de la dicha eterna si no repite las consignas del líder. Finalmente está el que podríamos llamar el “eco político” que suele ser el más efímero e hipócrita de todos ya que quienes hacen ese papel repiten las palabras del líder político, sin creer en ellas, sólo en búsqueda de un beneficio personal la mayoría de las veces y cuando no lo consiguen, brincan la talanquera; aunque hay que reconocer que hay otros (una exigua minoría) que no van por el afán de lucro, sino por sentirse identificados con el líder y cuando éste no gobierna de la manera que ellos quisieran que se gobernara, también saltan la talanquera y se convierten en detractores del líder.

Casi me olvidaba de otro tipo de eco que llaman el “eco tonto” que puede aparecer “hasta en las mejores familias” y cuya duración puede ser para toda la vida, hasta que la muerte los separe. Los españoles utilizan tal expresión para referirse a una persona que permanentemente repite lo que otra dice, con frases más cortas, asentimientos o gestos corporales que indiquen su aprobación. En mi caso tenía dos tías, una viuda que hoy tiene 101 años, y sigue tan campante, y una solterona menor (Q.E.P.D) que siempre vivieron juntas, pero la que mandaba era la mayor y la otra lo que hacía era mover la cabeza de arriba abajo asintiendo o decir una breve frase aprobatoria y cuando alguna que otra vez decía algo propio, si no estaba conforme a lo que recordara o pensara la hermana mayor, la mandaba callar la boca, con un simple gesto como levantar una ceja o fruncir el seño, tras lo cual venía la rectificación, o más bien la retractación de lo que había dicho, aunque después cuando la hermana no estaba presente te contaba la historia o el cuento tal cual ella lo recordaba o había vivido.

En algunas listas de correo también se observan ejemplos como este, que un sesudo analista o un santón opine y el “eco tonto” respalde: “excelente opinión”, “maravilloso artículo”, “lo pusiste en su lugar”, etc., pero el día que el “eco tonto” envía un mensaje propio que difiera de lo que piensa el emisor ¡ZUAS! Le viene la respuesta del santón enmendándole la plana, casi con un regaño y el “eco tonto” todavía le da las gracias por el regaño y la aclaratoria. Al que le caiga que se la chupe.

lostienelocos@intercable.net.ve


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Ño Leandro


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