No hay peor condena en esta tierra que estar atrapado, condicionado y amarrado por esa camisa de fuerza que se llama sotana. Eso lo saben principalmente los obispos, que son unas mentiras ambulantes, unas teas de la discordia, pero que jamás podrán salir de esas rejas, de esa farsa espantosa con cara de piedad, con prédicas de amor, bendiciones, perdones y solicitudes de salvación. Tras esas caras de santos a juro se esconden demonios; tras esas poses de dulces palomas, tras esas vocecitas apaciguadas y mansas y esos gestos piadosos no se esconde sino la maldad más cruel e irreparable. Ellos son precisamente los que nunca perdonan a nadie. Ellos son precisamente los que nunca buscan la reconciliación, ni la paz, ni el perdón.
Atizan, llevan el fuego de Torquemada en el alma, tras sus miradas taciturnas. Lo han demostrado siempre. Inflados de vanidad, de buenas comidas y bebidas, de atenciones palaciegas y apoyos de todo tipo desde la más alta burguesía, estos obispos, adiposos casi todos, buchones, acuden a las catedrales en Semana Santa a pontificar sobre lo bueno y lo malo. Ellos, lo que no ven con buenos ojos que se declare ley seca. Urosa la protestó airadamente: “¿pero entonces el gobierno, a la pobre gente, no le va a permitir echarse unos aperitivos, tan necesarios para el cuerpo y el alma, antes de comer en algún restaurante de carretera? Me parece sumamente cruel. Toda una locura.”
Ayer Urosa, supo atizar con mucho tiento los temas solapados que son las más grandes banderas de la oposición: pidió buscar lo que une a los venezolanos y evitar lo que los divide. Asimismo, dijo que se debe luchar contra la violencia y la impunidad en Venezuela. "Hay que atacar este problema desde el punto de vista de la lucha contra el crimen, con una policía bien adecuada y un trabajo sistemático del Ministerio Público, y con jueces que no se pongan nunca del lado de los criminales".
Este gobierno de Chávez es lo peor que han visto estos obispos, y nunca ha hecho nada bueno. Ahora Urosa ha vuelto a blandir la espada de Torquemada: “no se puede eliminar la enseñanza religiosa: Dios es importante en Venezuela y no se puede sacar de nuestras escuelas ni del catecismo". ¿Por qué no le va con este cuento al Gobierno español, que ya ha declarado desde hace bastante tiempo que la enseñanza religiosa no se debe impartir en los colegios? En Venezuela seguimos sumamente atrasados en todo, y particularmente en este tema, porque se debe respetar y apoyar la convivencia de las personas de diferentes convicciones religiosas, y no obligar a nadie a que se interprete la realidad desde un solo ángulo.
Ayer Urosa se frotaba las manos porque en la Esquina Caliente unos parroquianos había colocado una figura suya representado a Judas. Algunas ancianas beatas que por allí pasaban se santiguaban y lanzaban insultos contra Chávez. Con odio retinto, y después de haber recibido la hostia, y de haber comulgado, daban alaridos: "¡Que Dios los perdone! ¡Son unos satánicos! ¡Asesinos! ¡Van pa’l infierno! ¡Malditos!"
Algunas de estas personas eran monjas, las peores. Son las que más clase de religión han tomado, y se ve que las han asimilado muy bien, que las han aprovechado. No están para comprender a sus semejantes ni mucho menos para perdonar a nadie.
Algunos les replicaban: "Ha desaparecido el oro de las iglesias. Se lo roban. No podemos avalar la sinvergüenzura. Es que ni le echan una manito de pintura a los templos. Son unos ladrones.”
Lo más repetido en todos los templos fue: "Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen". El cura Tineo expresaba que esa era una enseñanza de Jesús sobre el perdón. "Perdonar no es fácil para nadie, pero Cristo nos enseñó a perdonar a los enemigos y oró por ellos. Pidamos a Jesús que nos dé la gracia de que seamos capaces de perdonar.” Jamás he visto a un obispo decir: “Padre, perdónanos si puedes, porque somos los más sinvergüenzas y malvados. Los que menos te escuchamos. Los que menos seguimos tus enseñanzas. Los que no les damos descanso a nuestras lenguas viperinas y sangrientas.”
No, los obispos dicen: “No Padre. No nos podemos calar las ofensas, no podemos quedarnos atrapados en ellas. Al diablo si Tú no estás de acuerdo con nosotros.".
La segunda palabra: "En verdad te digo que hoy estarás conmigo en el Paraíso", que se la dice Cristo a uno de los ladrones crucificados junto con él, significa para Tineo "la capacidad de Jesús de escuchar a las personas, oír al que busca auxilio, en vez de estar centrado en el propio dolor".
Lo más horrible del señor Tineo es cuando menciona la cuarta palabra: "Dios mío ¿por qué me has abandonado". A juicio de Tineo ha sido mal entendida, pues no es un reproche al Padre, sino que demuestra la indestructible unión entre Jesús y Dios. "Jesús sintió el desamparo de la muerte, pero no lo maldijo ni lo insultó". Esta es la sentencia más terrible contenida en todo el Evangelio. A Jesús lo traicionó y lo abandonó todo el mundo, la tragedia de todo gran hombre.
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