Hemos debatido bastante por esta ventana libertaria de Aporrea las falencias en el Ministerio Público y en el Poder Judicial. El primero es una obra de arte abstracta que se disuelve al caerle una lluvia, es el tumor que amenaza la revolución. El segundo está infiltrado por mafias que sembró el tenebroso Rasputín moderno, Miquilena y que aún perviven. Si Chávez manipulara al Poder Judicial las cárceles estarían llenas de bandidos conspiradores desde el 2001. Los oposicionistas son tan imbéciles que repiten cansonamente eso de la manipulación presidencial. El Presidente ha sido honesto con el país en lo que respecta a no interferir en las decisiones de las diferentes instituciones.
Aunque es un problema muy personal del señor Presidente, él mismo ventiló públicamente el asunto con la custodia de su hija Rosinés, fruto de su matrimonio con la señora Marisabel Rodríguez y por eso me atrevo a opinar al respecto. Es sabido que en asuntos civiles regidos por los tribunales correspondientes, las dos (o más partes) deben acudir para solventar el problema existente. Muy bien. También sabemos que para divorciarse en este país se requieren más pasos que los que se dan para recorrer toda la muralla china; estamos sumamente atrasados en materia de divorcio, hay mucho dogma impuesto por las influencias de la tenebrosa iglesia católica. "Y se unirán en matrimonio hasta que la muerte los separe…". Es muy cierto. Cuando muere el amor, quedamos separados. ¿Es difícil entender eso? Nadie está obligado a vivir anclado de por vida con una persona con la que ya no le unen lazos afectivos de amor, ni siquiera de cariño, en muchos casos. Chévere, nos calamos el martirio del proceso de divorcio hasta que la honorable Asamblea Nacional se digne resolver el asunto y hacernos la vida menos dura. Paciencia.
Pero que una señora diga públicamente que repudia la visita del padre de la niña Rosinés por simples razones de odio; que diga a todo pulmón que quiere a Chávez lejos de la niña, señores, eso no se cómo se come pero por lo menos es una notitia criminis en la que a las claras se demuestra el malsano deseo de una madre para que la hija no sea visitada por su legítimo padre. ¿Y el tribunal que lleva la causa tiene que esperar a que el padre afectado introduzca una demanda? ¿No hay una ley que llame a esa señora abrazada por el odio, para que explique sus destempladas y agresivas opiniones públicas? ¿Cómo queda la salud mental y emocional de la menor involucrada? ¿Queda en manos de esa mujer disociada que la utiliza (a su hija) con fines politiqueros? ¿Esa es la justicia que queremos dejar en pie? Conozco a muchos padres y madres que sufren la desgracia de no poder ver a sus hijos(as) por caprichos de la pareja y que los tribunales no resuelven, se lavan las manos como Pilatos. Y eso sin hablar de los casos de madres o padres que manipulan y tuercen los sentimientos de algún hijo para que repudien al otro progenitor(a). ¿A quien acudimos? ¿Qué tribunal se aboca a estos penosos casos? ¿Por qué no se legisla al respecto? ¿Por qué el (la) menor no es auxiliado convenientemente? Allí pecamos de crueldad infantil. Muchos menores de edad están sufriendo serias consecuencias por culpa de nuestras arcaicas leyes civiles. Esa es otra batalla que la revolución debe resolver. Ahora le tocó a nuestro apreciado Presidente. Yo se lo que es eso. La señora Rodríguez sufrirá la implacable ley de causa y efecto.
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