La reacción venezolana está consternada. Los dirigentes de la contrarrevolución no hallan cómo movilizar a la clase media, que ya se resigna a esperar las elecciones presidenciales del 2006. La pequeña burguesía, desmoralizada por las continuas derrotas sufridas y ante el reciente desenmascaramiento de las verdaderas intenciones dictatoriales de ciertos dirigentes de la corrupta burocracia sindical de la CTV, las evidencias presentadas del “patriotismo” de tantos que se ponen a la orden del imperio y del esclarecimiento de los atentados contra sedes diplomáticas y edificios caraqueños, realizados por los mercenarios de Altamira (o Al-Tamira, como la han rebautizado algunos), se han convencido que estos dirigentes los han engañado y manipulado reiteradamente en beneficio de una clase política contra la cual muchos dieron su voto-castigo en 1998. Muchos se empiezan a preguntar sobre lo sucedido durante el golpe de Abril, si no será cierto que estos militares terroristas fueron los que contrataron a los francotiradores que asesinaron a mansalva el 11 de Abril, como se ha denunciado reiteradamente. Muchos han abierto los ojos y han “desertado” de las filas de la reacción para pasarse a los “ni-ni”, o desde este último grupo a las filas del chavismo.
Pero también está la lección que les dio el fracasado referéndum recientemente celebrado en la hermana Colombia, donde un presidente al cual los medios le daban un 70% de popularidad no consiguió siquiera que el 25% de la población acudiera a votar para tan sólo validar el proceso refrendario. ¿Será que los medios efectivamente manipulan las encuestas, que nos engañan y nos dicen que éste no tiene ni el 20% de apoyo y en realidad sí cuenta con la amplia mayoría? Estas son parte de las dudas que han terminado de desmoralizar a un amplio sector de la clase media venezolana que hace tan sólo unos meses estaba dispuesta a salir a la calle ante cualquier convocatoria que hiciera la dirigencia de la oposición venezolana, por más absurda que fuera
Colombia es Colombia y Venezuela es Venezuela, podrán decir los más obtusos y tercos reaccionarios, que insisten que a Chávez le quedan días (“sí, le quedan 6570 días”, les responderían porai). Pero el sabor amargo que les dejó a muchos las recientes elecciones estudiantiles en la Universidad Central de Venezuela debe haber desvelado a más de un fanático derechista. Las planchas claramente identificadas con la oposición fueron derrotadas por Autonomía-Integración, plancha que reunió a las diferentes organizaciones estudiantiles que apoyan el proceso revolucionario venezolano pero que casi no contó con una campaña que la diera a conocer entre el estudiantado. Por ello, es claro que hubo un sector importante de los estudiantes que acudieron a las urnas cuyo voto fue un voto-castigo a la oposición, que igualmente se reflejará en la enorme abstención esperada para el “Reafirmazo” de la próxima semana.
Por si fuera poco, en el simulacro de recolección de firmas realizado el domingo 16 de noviembre les dio una clara muestra de la convocatoria que tienen ellos con respecto al chavismo. El susto fue tal, que un activo opositor, asiduo colaborador del opositor diario El Nacional, escribía que en dicho simulacro la mesa “oficialista” tenía al menos el doble de personas participando, y que junto a la experiencia de las elecciones ucevistas eran claros indicios de que tenían que tomar medidas urgentes si se desea convocar el Referéndum por la vía legal.
Ya conocemos el nivel de respeto que le tienen a la legalidad los contrarrevolucionarios criollos. Luego de haber cometido los atropellos que han cometido, luego de haber perpetrado los crímenes que han perpetrado, ¿qué respeto a la Constitución y a las leyes podemos pedirles? Evidentemente que ninguno. Por ello, la defensa de nuestra revolución no está en los juzgados venezolanos ni en la confianza que nos puedan infundir los desaciertos y fracasos de los reaccionarios. Hay que mantener movilizadas a las masas y promover su organización en asambleas populares en todos los barrios y sectores populares que puedan idear planes de contingencia ante lo que puede suceder cuando una vez más fracasen por la vía legal. Además, al inundar nuevamente las calles de Caracas y de todo el país con la marea roja de la revolución, terminaremos de desmovilizar la principal base social con la que cuenta la reacción: la pequeña burguesía.
Hermann Albrecht