La “sociedad civil” llama tirano a Chávez porque no se deja derrocar, porque no cambiaba su programa político a favor de los pobres, porque no va y le besa los pies al Tío Sam y no controla sus atrevidos actos contra la oligarquía. Y por eso Chávez es ladrón, déspota y un descarriado y patán. Por eso solicitaban que se adelantaran las elecciones: sencillamente porque Chávez no se deja.
¡Qué de progresos, Gran Poder de Dios! ¡Qué de hidalguías entre sus opositores, qué de contento si Chávez se dejara!
“Chávez, por favor, DÉJATE, que estáis loco de bola”, le gritaba aquel Rafael Marín, hoy fenecido.
Si Chávez SE DEJARA Venezuela sería más libre y menos caótica (y más católica). Tendríamos quizás un Toronto inocuo e inicuo o una Doña Barragana en Palacio jefeando, rodeado de obispos, pero en todo caso, contentos (y nadie irritado en el Norte).
Si Chávez SE DEJARA, no circularían tantos carros nuevos ni los sueldos estarían por las nubes, ni los bancos repletos de señorones engrosando sus cuentas en dólares, ni el pobre recibiendo su parte, ni sus mismísimos opositores en sus marchas no mostraran tan buena faz y mejor panza. No tendríamos una “Plaza de Mayo” liberada en Altamira. Lástima.
¡Ni marchas como ferias de las flores, made in Miami, que van a la Casona con un gran Coronel Pedro Soto a la cabeza! Ni las esposas de aquellos oficiales que hacían sonar las cacerolas en restaurantes caros de Las Mercedes. Ni pantaletas rodando por los escaparates del Alto Mando Militar.
Si se DEJARA, otra vez veríamos crecer la bella Deuda Externa, con sus negociantes expertos, explicándonos el negocio redondo que es vivir dependiente del FMI y del BID.
Si se DEJARA, otra vez veríamos expirar procesos y causas contra ministros ladrones, de la Defensa. Cada año sufriendo asesinatos como aquel memorable del abogado Carmona o el de Luis Ibarra Riverol. Con esplendorosas masacres como las de Cantaura o las de El Amparo, con candombes de sangre por redadas en La Charneca, Catia o Los Magallanes.
¡Oh, dorados tiempos, cuánta sociedad civil alerta y en ascuas, entonces!
Si SE DEJARA, ¡cuántos paros y huelgas, que dejan regados por las calles sesos de estudiantes! ¡Con cada mañana crisis financieras, y abastos o almacenes saqueados!
¡Compras nerviosas, radios y periódicos allanados!
¡Oh, Chávez por favor déjate de una buena vez para que volvamos a la democracia que tanto amábamos y que puso a Venezuela a la cabeza del bienestar en América Latina! ¿Fue una democracia que dignificó al campesino e hizo del maestro nuestro un baluarte del saber y de la más noble pedagogía? Esa democracia que puso de relieve y en marcos de oro la mierda paralizante de las huelgas, los paros y manguareos? La democracia de las deudas y de las estafas, de las mentiras y de las estimulantes lacras sociales. Déjate y volverán las oscuras tribus otra vez a sus viejas guaridas.
Porque cuando Betancourt y sus acólitos SE DEJABAN, aquí se le echaba plomo a todo aquel que celebrara el 23 de Enero, a todo aquel que recordara a Bolívar y quisiese emular a los héroes de nuestra patria.
Fue proverbial que el 23 enero resultó una mancha horrible que pesaba sobre adecos y copeyanos, porque desperdiciaron (o traicionaron adrede las luchas del pueblo) una oportunidad grandiosa para sacar a Venezuela de abajo. Y por eso siguieron con la Constitución que Pérez Jiménez nos había dejado. Y entonces, aparecieron unos tipos de esa sociedad civil queriendo cogerse la calle para celebrar el 23 de enero del 2002. Cínicos.
¡Sí señor: si Chávez SE DEJARA, cuán felices serían el Cura Calderón, Teodoro Petkoff, Pompeyo Márquez, Pablo Medina, Alfredo Peña, Gabriel Puerta, Domingo Alberto Rangel, Douglas Bravo y William Dávila Barrios, el Carmona Estanga y el Carlos Ortega, el Andrés Velásquez, Globo-invención, El Nacional, Leopoldito (el de los ojos de calavera) y la Liliana!
¡Please, en nombre del Tío Sam, Chávez, por favor, DÉJATE!
En nombre de Baltazar Porras y del cura Mickey (mouse) de Viana, de la CIA y de Vladimiro Montesinos, de la OIT, de la Banca, de CAP y de tantos capados como tenemos, ¡DÉJATE!
Sí, claro, si Chávez SE DEJARA, la CIA tendría un problema menos. ¿Pero por qué te cuesta tanto Chávez, cuando todos aquellos que te antecedieron en el cargo se dejaban sin siquiera pedírselos?
Aquél que tarde pió ante la banca, lo hizo porque ya antes SE DEJABA. Caldera, el del peinado a la plancha SE DEJABA, aunque antes hacía que rabiaba. Luis Herrera nació DEJÁNDOSE. CAP vivió para DEJARSE. Betancourt era un diletante de la DEJADERA.
Si Chávez se DEJARA, hasta el aire que respiramos sería diferente. Los colores de las boinas, los símbolos patrios, los caciques y el tamaño y el brillo de las estrellas de la Bandera, serían diferentes. El Himno Nacional tronaría sólo en Palacio, sólo en cadena, sólo en discos (rayados), diferente. Rafael Poleo volvería otra vez a ser diputado, y a cogerse el show hablando pendejadas sobre la libertad de expresión en el congreso; de tú a tú con el tigre de papel de Eduardo Fernández. Él y su hija tronándole a los oligopolios para que le abran el espacio de la competición entre los grandes.
¡Si Chávez se DEJARA, hasta el sabor del sueño y de las telenovelas serían diferentes! Del petróleo la mascada, de los impuestos la matraca, de la banca el baratillo con las alzas y bajas del dólar...
Si se DEJARA, ¿acaso serían “mártires” El Mingo y el Matacuras?, ¿Y el Miguel Henríque Otero, alias Bobolongo, convertido en todo un portento de la escuadra de la SIP, y Patricia dueña y señora de un Príncipe de Asturias? ¿Y aquel tal Alfredo Peña nos habría resultado menos agusanado?
De modo que el asunto del poder en Venezuela es DEJARSE O NO DEJARSE.
That´s the question.