Uno se asombra, se alucina, se queda perplejo, se queda sin palabras cuando, ante la pantalla del televisor Antonio Ledezma muy serio él, muy circunspecto él, muy cínico él, muy Ledezma él, dice con escandaloso desparpajo: “Presidente, no confunda decencia con debilidad”. Ante esto, no sé si es chascarrillo o un serio planteamiento del nuevo Alcalde Metropolitano, mis recuerdos vuelan a mi barrio de Vista Hermosa en Ciudad Bolívar por allá en los años setenta, en pleno disfrute de nuestra juventud, entre mis amigos había uno muy especial, Jesús Tirado, a quien no le importaba (más bien él jodía con eso) que le llamasen “cráneo ‘e perro”, aventajado estudiante de ingeniería en la UDO, andaba con nosotros, variopinta fauna de soñadores y echadores de vaina que, al llegar el viernes después de una intensa semana de ocupaciones políticas, laborales o estudiantiles, hacíamos una “vaca” para comprar bebidas espirituosas en alguna de sus presentaciones como, guarapita, pecho cuadra’o, caballito frena’o o simplemente la proletaria caja de cerveza que entre canciones de Charles Aznavour, Alí Primera, la Nueva Trova y disquisiciones sobre el Materialismo Dialéctico, “las condiciones no están dadas” y el último libro del catire Teodoro, se iban caldeando los ánimos y las frases subían de tono y, ante cualquier grosería destemplada de groseros incorregibles como yo, el “cráneo ‘e perro” con cara de cura confesor soltaba un: ¡Qué decente! Esa exclamación en boca de Chucho Tirado, aún bajo los efluvios del alcohol nos sobrecogía y nos llamaba a la reflexión porque, “cráneo ‘e perro” con todo lo jodedor que era, tenía autoridad moral que le daba el ser excelente estudiante, buen hijo y con una honestidad a toda prueba.
Nunca antes la frase de Galeano sobre el mundo al revés tuvo y tiene tanta vigencia, hay que ver la cara dura –ahora refaccionada– del Sr. Ledezma llamando al Presidente a no confundirse, ahora el confundido soy yo. ¿Quiénes estaban al lado del Alcalde Mayor durante esas declaraciones?, nada menos y nada más que los débiles: Manuelito Rosales nuevo Alcalde menor de Maracaibo, Pablo Pérez empleado del Alcalde menor de Maracaibo en la Gobernación del Zulia y el inefable asalta embajadas y el más debilucho de todos, el contradictorio Nazi-Sionista, Capriles Radonski quien demuestra una debilidad crónica por una cabeza rapada, a estos señores, a todos ellos la palabra “decencia” siempre estará signada por el lapidario: ¡Qué decente! de Chucho Tirado. En ellos los sinónimos se convierten en antónimos, cuando ellos dicen bien, están diciendo mal, cuando ellos dicen ayudar, están diciendo reventar, cuando ellos dicen querer, están diciendo odiar, cuando ellos dicen, déjennos pasar unas navidades en paz, ellos nos están preparando las hallacas más amargas que en diciembre podamos comernos, sino pregúntenle a Alberto Federico que en eso de jodernos los fines de año tiene un summa cum laude y en estos días protagoniza una cuña muy significativa al respecto.
Ahora, antes de finalizar debo decir que, no he querido meter baza en lo que respecta al resultado electoral, muchas han sido las lecturas de muchos opinadores, algunos con mucha pasión, otros con menos. Sabemos que tarde o temprano debe darse un debate, no podemos sacarle el cuerpo a una discusión que está allí de anteojito, aún ganando diecisiete gobernaciones y la mayoría de las alcaldías del país, la pérdida de la Gobernación de Miranda, Carabobo, Zulia y Táchira, sólo por nombrar las de valor estratégico nos debe llamar a una gran reflexión, eso de parafrasear la letra de la canción de Cristóbal Jiménez “adecos y copeyanos, esos nunca volverán” y verlos tomar posesión de alcaldías mayores y gobernaciones de estado es contradictorio, no es la hora de discusiones estériles, de buscar culpables o cacería de brujas pero, repito, la discusión hacia adentro del PSUV tenemos que darla con la seriedad del caso, además si tenemos por cierto el desgano, el triunfalismo y sobre todo la derecha endógena posesionada en algunos espacios del Estado y del Partido, la discusión se hace inminente.
Finalizo recomendando prestar mucha atención a la manera de comunicarnos con el pueblo, se hace necesario aceitar una maquinaria mediática para tener respuestas urgentes y concretas. Ante la desinformación debemos jugar con las mismas armas del enemigo, no cometemos ningún pecado si le decimos a nuestro pueblo (además que es una verdad como un templo) que el triunfo de la derecha significa el final de los logros de esta revolución, se acabarían las misiones, las pensiones de vejez, privatizarían la educación, los servicios de agua, luz y teléfonos, se acabaría el servicio médico gratuito, cerrarían Barrio Adentro, todos los CDI, se acabarían los Mercales, los Pedevales y todos los beneficios que por vía del petróleo nos han tocado. Esto debe ser de manera sistemática por radio, prensa y televisión. Debemos reforzar los programas de opinión además de crear otros mucho más agresivos; en el marco de la enmienda constitucional medios como Tves no pueden seguir siendo semi clandestinos, el Estado debe aprovechar su gran cobertura para ponerlos al servicio de esta abierta guerra mediática, aquí se está jugando el destino de esta revolución: o ellos y su fascismo ordinario o nosotros y nuestro socialismo bolivariano.
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