Oswaldo Guillén y las alabanzas a Mendoza, o cómo ser político sin mencionar a Chávez

El pasado sábado, el manager y antiguo shortstop de los Medias Blancas de Chicago, Oswaldo Guillén, escribió un artículo en el diario El Universal, titulado "Tolerancia". El artículo de Guillén se centra en el Jonron Derby efectuado el pasado 15 de diciembre, que no pudo ser transmitido en directo por una cadena presidencial centrada en el tema de la Enmienda Constitucional, la aprobación de la Constitución de 1999 y la tragedia de Vargas.

Es válido discutir si el exceso de cadenas presidenciales es beneficioso o no para el avance del proceso revolucionario. Entiendo que el Presidente Chávez está muy molesto por la manipulación que los medios privados están dando a la Enmienda Presidencial, y que intenta usar las cadenas como forma de contrarrestarlas. Pero él debe entender también que un señor que regresa cansado del trabajo y prende el televisor esperando ver un evento como un Jonrón Derby se molestará mucho si de pronto no puede ver el mismo porque hay una cadena presidencial, la tercera o cuarta de la semana que llama a la enmienda constitucional. Una señora que espera ver a las 9 su telenovela se irritará si, por segundo o tercer día consecutivo, la misma es interrumpida por una cadena. Y generalmente la reacción de estas personas no es la de volverse partidarios de la enmienda, sino apagar el televisor o cambiar a algún canal de cable luego de echarle una respectiva mentada de madre al Presidente.

Si la crítica constructiva de Guillén hubiera ido por ese carril, sería más que entendible, al margen de si estamos de acuerdo o no. Pero tiene un mensaje oculto muy perturbador, que viniendo de una figura tan destacada, lamentablemente hace un daño terrible.

El artículo inicia con un resumen del evento: los mejores jonroneros, el estadio lleno, los aplausos a beisbolistas del Caracas y del Magallanes. Pero de pronto, da un giro escalofriante, intentando hacernos creer que el beisbol borró las diferencias entre las clases sociales y que, de repente, la lucha que por más de 500 años ha existido en nuestro continente ya no existe. Para rematar, el artículo se convierte en una especie de "infocomercial", lleno de loas a Pepsi, a las Empresas Polar y a Lorenzo Mendoza.

Leemos:
"Allí, entre las 20 mil personas asistentes, estaba Venezuela, con el gerente del banco al lado del motorizado de la ferretería, el carnicero junto al chino de la bodega, el estudiante de La Salle celebrando con el de la escuelita bolivariana"

¿Qué interés tiene Guillén en negar la existencia de las diferencias de clases? Él conoce muy bien que el gerente del banco y el estudiante de la Salle están cómodamente sentados en la tribuna principal del estadio, mientras que el motorizado y el estudiante de la escuelita bolivariana están en las gradas populares, hechas de frío cemento. La diferencia de precios es brutal, sobre todo en el Estadio de la UCV.

Sigue el artículo:
"Todos juntos y revueltos, expresando su cariño y agradecimiento a quienes les han dado tantos momentos de alegría en sus vidas cotidianas, y no sólo a los peloteros que con sus hazañas le alegran la mañana y el día a quienes aman el beisbol y la vida, sino también a Empresas Polar, organizadora del evento, que ha hecho posible que tantos venezolanos puedan disfrutar y practicar deporte."

¡Por Dios! Polar no ha hecho posible nada. ¡Es sólo una empresa que paga una enorme cantidad de dinero para tener muchos espacios publicitarios y para vender cervezas en el estadio! No hace nada desinteresadamente, ¡lo hace todo porque gana una impresionante cantidad de dinero por cada cerveza que bebemos! Si Polar no existiera, seguro vendría el Grupo Cisneros (cerveza Regional), o Brahma, o cualquier otro oligopolio nacional o extranjero a invertir en el beisbol: el deporte con más seguidores en el país.

Seamos sinceros: ¿Cuántos deportistas han creado las Empresas Polar? ¿Mil? ¿Diez mil? Que bueno, pero... ¿y cuántas personas con problemas de alcoholismo han creado las Empresas Polar gracias a sus gigantescas campañas publicitarias? ¿Cientos de miles? ¿Millones? ¿Cuántos muertos hay todos los años por culpa del alcohol, los conductores ebrios y las peleas entre borrachos? ¿Miles? ¿Decenas de miles?

Y el artículo sigue:
Y allí estaba Lorenzo Mendoza, como uno más, compartiendo y aplaudiendo junto a miles de venezolanos de todas las clases que disfrutaron un evento bien organizado, emocionante, lleno de energía.

Ah, cierto, Lorencito estaba en las gradas populares, ¿verdad? Sigamos:
Lástima que hubo millones de venezolanos que también quisieron ver el Jonrón Derbi desde sus casas, por televisión, en vivo, pero no pudieron. Seguro hubieran dormido con una sonrisa, viendo esa lección que ofrecieron los 20 mil venezolanos que disfrutaron el séptimo Festival del Jonrón Pepsi. Digo yo.

Seguro. Habrán dormido con una gran sonrisa, habrán despertado con muchas ganas de tomar Pepsi y habrán almorzado con una cerveza Polar. ¡Al menos Chávez los salvó de eso!

Son muchos los artistas, deportistas, científicos y profesionales que han tomado el disfraz más conveniente para su carrera: el de decir "soy apolítico", creyendo que pueden serlo al mismo tiempo que forman parte de un sistema económico que claramente tiene una posición política.

El Grupo Cisneros, las Empresas Polar y tantas otras empresas, conglomerados y oligopolios no sólo son la máxima representación de la explotación del hombre por el hombre, sino que apoyaron aquellas medidas políticas que hoy han puesto al mundo al borde de una crisis global, medidas contra las que el Presidente Chávez y sus seguidores han luchado bárbaramente. Hoy Venezuela tiene 37 mil millones de dólares en reservas internacionales, que están fuera de los bancos estadounidenses afectados por la crisis. Ha cancelado sus deudas y obligaciones con organismos como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, que obligaban a países como el nuestro a adoptar políticas que son culpables de lo que se está viviendo en este momento, o sino no nos daban préstamos. Y está propiciando la creación de un banco suramericano, para que los países dejen de acudir a Estados Unidos y Europa a guardar nuestro dinero.

Y lo más importante: está haciendo importantísimos esfuerzos para que Venezuela tenga su propia industria y sea autosuficiente en materia alimenticia y tecnológica, con ayuda de países como China, Irán o Rusia (ya que en todos los gobiernos previos, ni Estados Unidos ni las empresas transnacionales que obtuvieron jugosas ganancias de nuestro país se interesaron en convertirnos a nosotros en una potencia, sino en simples instrumentos para aumentar sus ganancias).

Uno puede entender que de algo tiene que vivir la gente. Entiendo que un deportista tiene determinadas habilidades y el equipo TAL, apoyado por los patrocinantes CUALES, fue el que le dio la oportunidad de trascender. Pero el atleta no debe desconocer que forma parte de un sistema político y económico que explota al ser humano, y que se beneficia de sus habilidades como deportista para quitarle más dinero a las personas y aumentar las ganancias de unos pocos a costa del trabajo de muchos.

El atleta, entonces, debe entender que hay dos caminos:
  • El más fácil: el beneficio personal. Ganar tanto dinero como sea posible del que me dan la Empresas Polar, sacar a mi familia de este barrio chancletúo, comprarme una hermosa casa en La Alameda o en Miami. Yo, yo, yo.
  • El más difícil: el camino colectivo. Buscar la forma de usar mi posición única como pelotero, como futbolista, como artista, como científico destacado, para apoyar un cambio en la sociedad que beneficie al colectivo, a mis vecinos, a la gente con la que crecí, a todos.

Al final, el camino se divide en dos: izquierda vs. derecha, egoísmo vs. colectivismo, capitalismo vs. socialismo. El atleta (o artista, o científico) tiene que leer, instruirse y saber en qué parte del sistema político y económico está parado, y si decide que él va a seguir beneficiando a las oligarquías que se esconden tras el equipo TAL, pues al menos debería pensar un poco en cómo usar su posición estratégica y la admiración que su pueblo siente por él, pero no para beneficiar a una empresa, ni beneficiarse únicamente él, sino para beneficiar a la sociedad donde vivimos.

Comentarios sinceros, cortos y concretos de atletas como Alejandra Benítez o Silvio Fernández han tenido un gran efecto en la juventud (ver esta noticia, por ejemplo). Muchos de estos mensajes también merecen ser transmitidos de alguna forma, pues estoy seguro de que una parte de nuestra población juvenil los escucha más que al propio Presidente Chávez.

Ojalá haya alguien en su entorno que sepa explicárselo.



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Luigino Bracci Roa

Estrecho colaborador y antiguo miembro del equipo editor de Aporrea. Bracci es un celoso defensor del Software Libre y de la libertad de expresión.

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